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“Somos una generación criada por Disney y padres divorciados”. La máxima se la escuchamos a Julio, el protagonista cínico y enamoradizo de Julio, felices por siempre. Su autoría, sin embargo, pertenece a la otra voz predominante dentro la nueva comedia romántica uruguaya, estrenada esta semana en cines: la de su director y guionista, Juan Manuel Solé.
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La de Solé es una voz autoral nueva, aunque no tanto. Egresado de la Escuela de Cine del Uruguay en 2011, el cineasta tiene el recorrido suficiente como para que el mote de “debutante” resulte algo mentiroso. En su haber profesional hay labores de producción y escritura de guiones, y en YouTube se puede trazar el inicio del camino a la comedia en el que se encuentra hoy. Tanto en sus cortometrajes como en su trabajo dentro de Calamari Films, productora responsable de la serie web Las paquitas del humor, persiste un impulso por explorar el humor desde la observación, y acentuación, de la idiosincrasia uruguaya.
“Creo que la película salió bastante mejor, justamente, por los errores previos”, señala Solé, en conversación con Búsqueda, a días del estreno de su primer largometraje. Los “errores” refieren a las imperfecciones que identifica en sus trabajos anteriores y que hoy reconoce como pasos necesarios para obtener la experiencia que todo director en formación necesita. Solé entendió que su carrera como cineasta debía ser nutrida por la construcción de un perfil polifacético como autor: un director que escribe y, en el caso de Julio, felices por siempre, también produce. “Si en Uruguay querés hacer tus proyectos tenés que escribir, dirigir y en algunos casos, hasta producir. Así llegué hasta Julio”.
Una vez que finalizó su cortometraje Obdulio, el patriota, en 2015 comenzó la escritura que lo llevó a adentrarse en “el mundo de Julio”, como lo define. Obdulio… explora el vínculo romántico de una pareja y se aferra al humor para acentuar la creciente discrepancia entre ellos, potenciada por visiones radicales sobre lo bueno, y lo malo, del ser uruguayo. Para su primer proyecto de película intentó ahondar más en la construcción, y no tanto en el declive, de un amor.
Así Solé construyó el relato bajo el enunciado que le da a Julio, felices por siempre su identidad narrativa. La evocación al cine de Disney se refiere a la última época dorada de los estudios de animación, que comenzó en 1989 con La sirenita y siguió hasta el estreno de Tarzán en 1999, en una era plagada de protagonistas heroicos cuya búsqueda por una identidad propia se ve, generalmente, atravesada por una conquista romántica.
En su personaje principal, Julio, interpretado por el actor uruguayo Chepe Irisity, Solé no ve a un héroe sino a un protagonista con un pesar emocional latente. “Así sea tratado con los códigos del humor, la base de su arco tiene que ser un drama”, sostiene el director. “El personaje está en crisis y eso hace que se sienta más cercano”.
Al momento de llevar sus ideas del papel a la pantalla, Solé atravesó una crisis propia. Cuenta que recibió el desaliento de varios productores a los que le presentó el proyecto, así como devoluciones poco motivadoras de los primeros fondos de financiamiento a los que se presentó. Los motivos, recuerda, se remitieron a la naturaleza del género de la película, que no cuenta con una tradición comercial latente dentro del cine nacional. “‘No es una película para financiar en Uruguay’, me llegaron a decir. No es algo que se toma con simpatía, pero cuando uno está convencido sigue adelante”.
Al proyecto se le sumó Josefina Recchia como productora ejecutiva y el puntapié económico de la película llegó, finalmente, con la obtención del Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional, otorgado por la Intendencia de Montevideo. Con el primer fondo, remarca el cineasta, todo cambia para una primera película. “Sos un tipo con un montón de papeles e ideas y el primer fondo te legitima. Lo hace real”.
Julio, felices por siempre obtuvo a su vez el fondo Montevideo Filma, también otorgado por la municipalidad, y contó con el apoyo del PUA, programa de la Agencia Nacional de Desarrollo.
Ante la interrogante sobre si su película es una comedia con tintes románticos o una comedia romántica, Solé no duda hacia qué lado inclinar la balanza. Lo suyo es una romcom hecha y derecha que utiliza arquetipos y situaciones reconocibles del género. Se ve, por ejemplo, el primer encuentro idílico entre los enamorados; el personaje secundario que brinda sus consejos amorosos y, en lo que no debería ser un adelanto muy revelador para los consumidores de estas historias, la infaltable corrida del protagonista hacia el aeropuerto en búsqueda de convertir una despedida en una nueva oportunidad.
Bajo el impulso de alejarse de un cine de tintes realista, Solé también se anima a la construcción de escenas más arriesgadas y sin miedo al ridículo, con momentos que exploran lo onírico y hasta un desvío, descacharrante, en el cine musical. “La película va alternando. Por momentos da espacio al humor, lugar al disfrute y a la locura, y por otros permite que los vínculos y el romance se desarrollen. En esa alternancia es que existe la comedia romántica”.
La elección de Irisity, quien cuenta con una carrera pronunciada en el teatro uruguayo, es un acierto. Su rostro carga sin miedo el peso y tamaño de una pantalla de cine y es capaz de proveer a Julio, quien en más de una escena suelta sus diatribas insoportables, cierta melancolía presente en varios de los treintañeros montevideanos que luchan con la consolidación de su adultez. Su contraparte romántica, una turista estadounidense llamada Claire, es interpretada por la actriz argentina de origen ucraniano Daryna Butryk, quien próximamente encarnará a Cecilia Roth en El amor después del amor, la biografía de Fito Páez producida por Netflix. Con su dominio del inglés y más aún con su manejo de un español “roto”, la Claire de Butryk combina astucia con ingenuidad en igual medida.
Si bien la película explora el enamoramiento y las dificultades de la relación entre Julio y Claire, también ofrece algunas viñetas en otras relaciones del protagonista. Es el afán del director por explorar el porqué de las relaciones fallidas entre adultos jóvenes. Una de las otras parejas de Julio es interpretada por la actriz y dramaturga Josefina Trías, con quien Solé se encuentra preparando nuevos proyectos audiovisuales. Uno de ellos será Blanca, su segunda película. Con el protagónico de Trías ya asegurado, ya se encuentra en desarrollo con el propósito de ser filmada en 2024. Sobre ella, el director adelantó que será un drama con toques de comedia y no viceversa.
En plena promoción de su obra, Solé confiesa que recién siente que “ha soltado” su ópera prima unos días atrás. Ha visto Julio, felices por siempre incontables veces y confiesa que aún no se cansa de ella ni de sus bromas. En su caso, sintió que superó “la prueba de fuego” en la avant-première que tuvo en el marco del 10º Festival de Cine Nuevo Detour.
La experiencia le permitió superar el miedo que hay detrás de todo realizador que se atreve a adentrarse en un género tramposo como la comedia, en particular, si es una hecha en Uruguay. Para su satisfacción, en la función hubo carcajadas que definió, sin tapujos, como genuinas.
Una nueva interrogante lo inquieta en este momento. ¿Acompañará el público su película? Solé siente que ha hecho todo lo que ha podido para acercarla a su posible audiencia. A su vez, se mantiene optimista por lo que la película representa para la cinematografía nacional: la bienvenida de un género de un gran potencial narrativo. “Con la evolución del cine uruguayo y el crecimiento de su industria están surgiendo nuevos realizadores con nuevas propuestas. Era insostenible que no se abriera el camino a otros géneros”.