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    Con apoyo del BID, el gobierno planea crear un “laboratorio abierto” para innovar en soluciones tecnológicas en el agro

    Por varias razones, la adopción de nuevas tecnologías continúa siendo modesta entre los productores agropecuarios uruguayos, en especial entre los pequeños y medianos. Con el propósito de cambiar esa realidad, el gobierno tiene en preparación con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) un programa para poner en funcionamiento una primera experiencia piloto de un living lab, o laboratorio abierto regional, en el cual coinnovar —validar, evaluar y mostrar— soluciones tecnológicas.

    El concepto de living lab se puede explicar como un entorno colaborativo promovido por el usuario que impulsa la innovación y ayuda a enfrentar los desafíos de seguridad, calidad y sostenibilidad a través de un proceso intensivo de aprendizaje y retroalimentación. En este caso, se trata de una conjunción de esfuerzos del sector público —a través del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA)— y el privado.

    Se espera, como resultado, que 30 startups innovadoras validen sus soluciones en el living lab. A su vez, 90 productores pequeños y medianos deberían participar activamente en la validación de estas tecnologías, mientras que 900 usuarios (productores, técnicos, etc.) estén involucrados en la “diseminación y conocimiento” sobre las soluciones agtech validadas para sostenibilidad y resiliencia de cambio climático.

    El “problema”

    Al describir “el problema” que se busca resolver con este programa, en el documento preparatorio se explica que a pesar del crecimiento que tuvo el desarrollo de “soluciones agtech”, la adopción de las nuevas tecnologías “sigue siendo escasa o limitada entre los productores agropecuarios, principalmente, los pequeños y medianos, más allá de algunos temas estructurales como puede ser la conectividad o la falta de alfabetización digital”. Entre los factores que pueden explicar esta situación, según el BID, está el hecho de que “muchas de las soluciones son muy innovadoras desde el punto de vista tecnológico, pero no atienden los problemas reales que afectan a los productores rurales” y que dichas soluciones “carecen de un análisis fiable sobre las ventajas de su adopción”. También menciona entre esos factores la “falta de espacio de encuentro entre los productores, extensionistas y solucionadores”, en el entendido de que estos últimos se encuentran “dispersos geográficamente”. En este marco, el organismo interpreta que el INIA se encuentra en una “excelente posición para convertirse en un dinamizador del ecosistema agtech local y regional, aportando su conocimiento, metodologías, su espacio físico y su rol como articulador entre el sector público y privado”.

    La “solución”

    El programa propuesto plantea que el uso de tecnologías digitales es una oportunidad para los productores que quieran avanzar en su estrategia de adaptación y mitigación al cambio climático. Sin embargo, como el aumento de los recursos digitales puede tener efectos negativos desde una perspectiva de la huella ambiental digital, es necesario identificar las medidas que permiten “conjugar un crecimiento del ecosistema tecnológico con eficiencia energética y resiliencia climática”. Para esto —agrega el documento—, poder tener un espacio abierto donde evaluar, validar y mostrar soluciones agtech focalizadas en climatech, en sistemas reales de producción, “parece ser una alternativa para poder reducir el riesgo de adopción de parte de los productores y aumentar su incorporación en un número mayor de usuarios”.

    Plantea, en concreto, la puesta en funcionamiento de una primera experiencia piloto de un living lab en el cual coinnovar en soluciones tecnológicas, articulando esfuerzos público-privados.

    Los beneficiarios de este proyecto serían las startups uruguayas, regionales o extrarregionales que logren validar, en un enfoque basado en el usuario, sus tecnologías climatech. También se beneficiarían, indirectamente, los pequeños y medianos productores agropecuarios que reduzcan el riesgo de incorporar soluciones agtech para mejorar la resiliencia frente al cambio climático. Asimismo, sus técnicos asesores tendrían una mayor capacidad para la toma de decisiones, agrega.

    Sobre el INIA como “socio” en este proyecto, se describe que tendría la misión de generar y adaptar conocimientos y tecnologías para contribuir al desarrollo sostenible del sector agropecuario uruguayo, teniendo en cuenta las políticas de Estado, la inclusión social y las demandas de los mercados y de los consumidores.

    Desde el punto de vista del financiamiento, el BID aportaría una cooperación técnica de US$ 400.000, que se utilizaría para la puesta en funcionamiento, la validación de las primeras soluciones de agtech focalizadas en cambio climático y el vínculo con el sector productivo. Habría, asimismo, un “fondo de recuperación contingente” por US$ 300.000 para ser aplicados a las startups que validen sus tecnologías en el living lab.