Conseguir trabajo es “determinante” para la inclusión social de los inmigrantes, pero es difícil sin contactos personales

escribe Leonel García 

Las mañanas lluviosas son de baja concurrencia. Las técnicas Cecilia Lacaño y Claudia Cáseres, de la Organización Internacional para la Migración (OIM), esperan que más gente se acerque al salón de la Plaza Uno, casi la última construcción techada de Montevideo antes de la escollera Sarandí. Un lunes ahí y otro en la sede de Manos Veneguayas, sucesivamente, llevan adelante un Taller de Integración pensado para la población inmigrante, con un marcado énfasis en el asesoramiento para acceder a la documentación y al mercado laboral, quizá las dos cosas más deseadas y necesarias para un recién llegado. Pero este lunes inhóspito resulta más lunes que lo habitual y solo hay dos asistentes: Andrés, un mexicano que está en el país desde 2019 y se muestra ducho en el tema, y Celeste, una hondureña que llegó en abril con sus dos hijos de 9 y 6 años desde el hoy conflictivo Panamá, donde vivió en la última década y donde aún está su marido.

Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite

Suscribite

¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión

Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.