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Mucho caballo, mucho gaucho, mucha virgen y carnaval. Pero también cerveza, butiá, vino, quesos, arroz y miel. Toda la diversidad cultural, productiva y recreativa, se encuentra compendiada en la Guía de fiestas uruguayas, armada por el Ministerio de Turismo y Deporte, el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, que se encuentra disponible en su versión digital en la página de turismo.gub.uy.
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Se trata de una agenda mes a mes de las festividades anuales en cada uno de los 19 departamentos del país. Son más de cien fiestas que se generan en ciudades, pueblos y villas. Según el prólogo, el libro, que puede conseguirse impreso en los Puntos MEC, compendia el resultado de 200 años en los que se han ido incorporando actividades que reflejan el “intenso y dinámico patrimonio inmaterial que hemos ido creando y recreando a través de dos siglos”.
Estas fiestas mueven al año más de dos millones y medio de personas y tienen un impacto social importante. Para el lugar significan un movimiento comercial único en el año, activando la economía local y la posibilidad de que los vecinos aprovechen para hacer un dinero extra.
La publicación tiene su antecedente en el compendio “Fiestas del Uruguay”, de Antonio di Candia y Federico Estol, y en la tesis de Hernán Cabrera “Cartografía de las fiestas tradicionales”.
El abuelo vasco y la Virgen de Lourdes.
El objetivo del libro es preservar, difundir, inventariar y promover las celebraciones del Uruguay como patrimonio vivo dentro del Plan Nacional de Turismo Sostenible. El material servirá de referencia para los turistas, tanto internos como extranjeros, a los que el libro les indica para cada lugar las características geográficas, los espacios recreativos de la ciudad, si hay playa o cerros, los servicios disponibles, los accesos y las actividades que se hacen en cada fiesta. Sobre el final se incluye un índice resumido y un mapa del territorio.
Se clasifican las festividades según su tipo: étnicas, religiosas, carnavalescas, artiguistas, de la producción, folclóricas y de camaradería. Muchas de ellas son desconocidas por los uruguayos y a su vez representativas de todo el territorio nacional.
Las fiestas étnicas son concentraciones en torno a raíces comunes y sentimientos de pertenencia generados por lazos de genealogía y ascendencia compartidos, como sucede con los gallegos, los catalanes, los vascos o los italianos. En general, las organizan grupos de inmigrantes y sus descendientes, que se reúnen para hacer perdurar los bailes, la música, los platos tradicionales y la simbología de sus países de origen.
A nivel histórico, en Uruguay se han generado dos tipos de fiestas de esta clase: las de los inmigrantes que se radicaron en el territorio, convirtiéndose en una colectividad, y las de sus descendientes que se nuclean en asociaciones civiles para preservar los valores culturales y las tradiciones.
En las fiestas religiosas predominan las actividades relacionadas con la expresión de la fe, la devoción y los rituales para alimentar la creencia en lo trascendente, en localidades donde se representan a los santos y a las vírgenes en recorridos con ofrendas, llegando a formarse verdaderos santuarios de fe.
El corcovo y la sandía.
Entre las fiestas destacadas se encuentra Cantando al Calor del Fogón, en Villa Quebracho, cerca de las Termas de Guaviyú, en Paysandú, donde acuden 3.000 personas y se interpreta música popular y danza criolla. También en Paysandú figura la Fiesta de la Copla y el Corcovo. Y más popular aún, en ese departamento, es la Semana de la Cerveza, una reunión que se volvió costumbre y convoca unas 137.500 personas, generando un movimiento poco visto en el lugar durante el resto del año.
Otras de las festividades más populares son la Semana de San Fernando en Maldonado, con un público aproximado de 90.000 personas; la Celebración de la Diosa de Iemanjá en Playa Ramírez; el Desfile de Llamadas en Barrio Sur y Palermo; el Festival Nacional de Folclore en el Parque de la Hispanidad de Durazno, con 30.000 visitantes anuales; el Desfile Inaugural del Carnaval en Montevideo; el Carnaval Internacional de Rivera, con todo el color fronterizo y unas 40.000 personas en las calles; las Criollas del Parque Roosevelt y el Festival de Minas y Abril, entre tantas otras.
Los nombres de las fiestas, que apuntan a resaltar una cualidad productiva de la zona, pueden ser pintorescos y bastante literales, como ocurre con la Fiesta de la Sandía, la Forestación y la Madera, el Dulce Corazón del Canto en Pan de Azúcar y el Festival Derrochando Coplas de Rocha. También se rinde homenaje al sábalo en Juan Lacaze, Colonia; se hace la Fiesta de la Vendimia de Villa del Carmen en Durazno; está la Fiesta del Pollo y la Gallina en Canelones y otras que se centran en el butiá, la miel, el arroz, el queso y, por supuesto, el mate.
Una fiesta original —y que por su temática recuerda al Día de los Muertos de los mexicanos— es el Entierro del Carnaval, que se celebra en febrero en Cardona, Soriano. Ese día se parodia el final de esta fiesta popular con un desfile de carrozas alegóricas, en las que cada grupo de personas actúa como si fuera un cortejo fúnebre. Los personajes son el muerto (el Carnaval), su viuda y el bebé de ambos, el médico, las lloronas, el cura, las monjas y los mascaritos que hacen picardías con la cabeza tapada con bolsas de arpillera agujereadas para poder ver. La fiesta se organiza entre la localidad de Florencio Sánchez en Colonia y Cardona, ambas unidas por las vías del tren.
Entre las celebraciones religiosas las más destacadas son la de la Gruta de Lourdes, la Virgen del Verdún y la Virgen del Carmen. Recientemente, en el mes de junio, se celebró en la plaza pocitense Varela, las Hogueras de San Juan, cuya raíz es catalana, una tradición en la que se enciende una fogata para rendir homenaje al sol y, de paso, limpiar los pecados de los hombres.
No está de más mirar esta agenda de festividades con el fin de incluir alguna en las próximas vacaciones.
