De niña scout a teniente coronel, Ana Lucas lidera una emblemática unidad del Ejército y simboliza el avance militar femenino

escribe Juan Pittaluga 

El arma de infantería tiene la reputación de valiente, dura y sacrificada. Es el tenaz grupo de combate que arriesga su cuerpo para luchar en la primera línea de guerra, al punto que muchas fuerzas armadas aún hoy les prohíben a las mujeres formar parte de esta rama bajo el argumento de que en la pelea ellas deben ser protegidas y no desamparadas. A fines del siglo pasado ese estereotipo de sexo débil estaba más vigente que nunca, también en Uruguay. Pero Ana Lucas tenía claro que ella quería ser parte de esa sufrida primera línea de batalla. Lo logró varios años después. Superó en el camino prejuicios institucionales y barreras personales, dispuesta a hacerse cirugías y perder años académicos para cumplir un sueño que se había fijado desde los ocho años, cuando veía en las películas a los soldados de infantería manchados de tierra y sangre.

Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite

Suscribite

¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión

Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.