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El país entero está convulsionado por los diferendos, las discusiones, los traslados, las denuncias, las contradenuncias, los enfrentamientos, los encontronazos, las zancadillas, las críticas, las certificaciones médicas, los regresos adelantados, y la pantanosa realidad de los fiscales y los casos a su cargo.
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Ahora, desde hace un par de días, asistimos además a las conferencias de prensa del fiscal de Corte, los tuits de los afectados, de los beneficiados y toda la enmarañada trama de las redes sociales, criticando o elogiando, según de qué lado del alambrado les toque estar a los protagonistas.
Estamos en condiciones de informar que, antes de que el señor Gómez le hiciera un corte de manga a doña Fossati, y la mandara al decimosexto turno, sacándole de la mandíbula su vista fiscal sobre el controvertido (por decirlo suavemente) caso del señor Leal, que se fue a tomar una cachaça en la Barra del Chui brasilero con los progenitores de don Astesiano, vaya uno a saber por qué extraña razón, pasaron muchas otras cosas. En una palabra, para que don Gómez tomara su controvertida decisión, hubo varias instancias que lo ayudaron a sopesar debidamente su sorprendente medida.
En efecto, como todos saben, la Fiscalía, en el sentido del conjunto de todos los fiscales, está claramente dividida en dos grupos: los fiscales “pro-Díaz” y los “anti-Díaz”, siendo el apelativo “Díaz” proveniente del señor Jorge Díaz, predecesor de don Gómez, que marcó la cancha, y después se las tomó para el sector privado, donde gana mucha más guita y vive más tranquilo. Pero dejó esta secuela.
Don Gómez, cuando empezó a madurar la decisión de rajar a la fiscal Fossati, quiso tener algunas evidencias pragmáticas más elocuentes. Organizó entonces dos partidos de fútbol 5 entre los dos cuadros, y dijo que tomaría la decisión según quién ganara los dos partidos. Los encuentros, lejos de ser amistosos, fueron con árbitro y VAR, y hubo varias tarjetas amarillas y algunas rojas. En una trancada que debió ser penal, el integrante del equipo “pro-Díaz” Fernando Romano trancó con inusual dureza a la fiscal del equipo “anti-Díaz” Gabriela Fossati, dentro del área, cuando se aprestaba a marcar un gol cantado. Lejos de cobrar la pena máxima, el juez dijo: “Siga, siga”, aunque la fiscal agredida debió ser sacada de la cancha para ser atendida, regresando al campo de juego cinco minutos más tarde.
Como sea, los dos partidos terminaron dos a dos, y el empate le frustró a don Gómez la chance de tomar este episodio como base para su decisión.
El Fiscal de Corte decidió entonces que se llevaría a cabo un duelo con sable, a primera sangre, entre los fiscales Fossati y Romano. El lance, que contó con todas las garantías del extinto sistema que tantas emociones nos causó en los años 70 del siglo pasado, cuando se enfrentaron a duelo el Gral. Líber Seregni con el Gral. Juan P. Ribas, o el expresidente Julio M. Sanguinetti en dos oportunidades con Maneco Flores Mora y con Jorge Batlle, tuvo que enfrentar una seria dificultad. Los duelos fueron abolidos por una ley de 1992. Pero don Gómez hizo caso omiso a este detalle, y en las instalaciones del antiguo Círculo de Armas de la calle Paysandú se organizó la preparación del lance caballeresco, entre el caballero Romano y la dama Fossati, por lo que de caballeresco solo tuvo la mitad (siendo la otra parte damesco o feminesco, vaya uno a saber, con lo que vienen cambiando estas cosas del género). Cuando los contendientes estaban listos para enfrentarse, sable en mano (y sin carabina a la espalda, se hace constar), cayó la policía al lugar del lance. De nada valió que don Gómez le explicara al comisario que encabezaba el grupo policial que este duelo era por una sola vez, y que después no habría ningún otro más. El jerarca policial dijo que tenía órdenes expresas del Ministerio del Interior y que este disparate debía suspenderse.
Así ocurrió, frustrando una nueva oportunidad para que el fiscal de Corte tuviera una evidencia de cuál de los dos fiscales combatientes tenía razón.
Antes de tomar la decisión del lunes pasado, don Gómez intentó una más, sin riesgo de suspensión policial. Organizó una lotería de cartones entre todos los fiscales, y de los dos contendores principales, Fossati y Romano, el que llenara el cartón antes se quedaba con el caso Astesiano-Leal. Entre todos los demás fiscales participantes se sortearía la postulación al Consulado del Uruguay en Moscú, siendo el premio consuelo una serie de charlas personales en privado con el sociólogo Leal, para mejorar el nivel de las entrevistas profesionales en casos complejos. Pero hete aquí que el primer cartón lleno, por destrozo, fue el de la fiscal Sabina Flores, con lo que el fiscal de Corte, fiel a sus principios, volvió a cambiar las reglas del juego, y le dio el caso Astesiano-Leal a doña Sabina.
En ese momento se produjo un tumulto entre los fiscales presentes, todo agolpados dentro de las instalaciones del Club de Bochas Los Treinta y Tres, donde se había llevado a cabo la lotería. Se corrió la voz, fruto de una interpretación errónea de las redes sociales, de que venía un camión con gas letal para fumigar la sede del club y matar a todas las alimañas, que desde hace tiempo preocupan a los jugadores de bochas que asisten a sus instalaciones. Minutos después trascendió que el presidente Lacalle Pou había intervenido para evitar que se matara a los animales, trasladándolos a una reserva especial. Por suerte pudo aclararse la confusión, ya que la noticia tenía que ver con los animales exóticos de contrabando que el Ministerio de Ganadería iba a sacrificar, y que se salvaron arañando gracias a don Lacalle Pou.
Los fiscales se alejaron en paz, y tras este episodio fue que don Gómez decidió cortar por lo menos infectado, dándole el polémico caso Astesiano-Leal a la ganadora de la lotería de cartones, y mandándola a doña Fossati lo más lejos posible de su vista.