El pasado viernes 1º de febrero murió en Estados Unidos el político demócrata Ed Koch, un judío neoyorquino de 88 años, congresista por dos períodos y alcalde de Nueva York también por tres períodos.
El pasado viernes 1º de febrero murió en Estados Unidos el político demócrata Ed Koch, un judío neoyorquino de 88 años, congresista por dos períodos y alcalde de Nueva York también por tres períodos.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLos políticos, la prensa y, en general, la opinión pública uruguaya casi no dedicaron espacio y tiempo —qué escasa memoria tenemos para algunas cosas— a destacar el hecho y recordar la importancia que este luchador por la vigencia de los derechos humanos en el mundo tuvo para Uruguay en los años oscuros de la década de los setenta.
Un liberal nacido en el sur del Bronx —peleador, respondón y duro contendiente en la arena política— fue el primer congresista norteamericano que en 1976 levantó su voz para denunciar a la dictadura uruguaya y a otras que campeaban en el continente, en especial la de Anastasio Somoza en Nicaragua.
Fue duro crítico de la política para Latinoamérica del Departamento de Estado y del secretario de Estado, Henry Kissinger. Tomó los informes presentados por Zelmar Michelini y Wilson Ferreira Aldunate en sus luchas permanentes y extrajo de allí materiales para sus denuncias sobre Uruguay y respaldó la lucha de la filial en USA de Amnesty Internacional por las violaciones de los derechos humanos en estos países.
Junto a los senadores demócratas Frank Church y Ted Kennedy y a su compañero de lucha y de bancada Tom Harkin, lograron que se aprobara en el Congreso norteamericano en 1976 la llamada “Enmienda Koch”, que obligó se suspendiera la ayuda militar de Estados Unidos a la dictadura uruguaya.
Se dijo años después que el propio jefe de la CIA de entonces, George Bush —luego presidente de Estados Unidos en los noventa—, había informado a Koch que estaba en la mira de los militares latinoamericanos, incluidos los uruguayos, y que su vida peligraba.
En aquellos tiempos de oscuridad y de silencio, cuando eran muy pocos los que abrían la boca, Koch levantó una y otra vez su voz chillona —inconfundible de judío neoyorkino— para golpear a los violadores y a los dictadores.
Creo sería oportuno entonces que hoy, que la falta de memoria ha permitido una sobreabundancia de luchadores antidictadura, alguien se acordara de Ed Koch y le dijera al mundo todo lo que le debe el Uruguay.
Roberto Altieri
CI 850.757-3