• Cotizaciones
    lunes 10 de febrero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    El Frente Amplio en el gobierno “fue perdiendo oído” a los reclamos de la sociedad civil

    Miles de uruguayos emigran porque “está tan techada la inclusividad” que los más formados se van a buscar otros “horizontes”, dice el secretario de Derechos Humanos

    La agenda de Nelson Villarreal estuvo cargada durante diciembre. En las primeras tres semanas del mes, el secretario de Derechos Humanos de la Presidencia de la República visitó Colonia, Salto, Rocha y Rivera, y organizó en cada lugar una “mesa de diálogo” con autoridades y representantes de la sociedad civil. Una primera conclusión a la que llegó después de ese largo periplo, que también incluyó debates en Montevideo, es que falta sintonía entre los políticos y la sociedad.

    , regenerado3

    De ese diagnóstico no se salva el Frente Amplio. “La izquierda gobernante tiene que acusar recibo de que fue perdiendo oído”, dice Villarreal, y asegura que ese fue uno de los motivos que lo llevó “al territorio”.

    El secretario de Derechos Humanos, que es además filósofo y docente en la Universidad de la República y la Universidad Católica, considera que la democracia uruguaya “está fosilizada en su capacidad” de dar “oportunidades”. Eso explica, al menos en parte, que miles de uruguayos se hayan ido del país en los últimos años, cuando el contexto económico es diferente al del 2002.

    Villarreal sostiene que uno de los desafíos para el futuro es buscar cómo “innovar” los “mecanismos de inclusión social” y también del diálogo entre la política y la sociedad.

    —En los últimos meses usted trabajó el tema de los derechos humanos y la democracia. ¿Qué conclusiones alcanzó después de esa recorrida y de la situación política en la región?

    —La democracia hoy está desafiada en cómo contentar progresivamente las demandas. Pareciera que se está generando una sensación de decepción porque la democracia no contenta las demandas en el ritmo que los colectivos o las personas están buscando. Creo que esto remite a una cosa más macro y es que lo que estamos viviendo es la crisis del modelo poscaída del socialismo real. La democracia que emerge poscaída del socialismo real es que no hay alternativas al capitalismo y se fosiliza una forma de democracia liberal. Lo que está en crisis hoy es que la democracia no logra amplificarse, profundizarse, ni tampoco encontrar alternativas al capitalismo como forma de gestión. Ese es un aspecto, el otro es que lo que hizo crisis fue el modelo liberal de la democracia. Y creo que lo que estamos viendo en la región y en el mundo es no solo una crisis de las izquierdas, sino también del liberalismo.

    'Lo que está en crisis hoy es que la democracia no logra amplificarse, profundizarse, ni tampoco encontrar alternativas al capitalismo como forma de gestión'.

    —Uruguay encabeza los rankings regionales que evalúan la situación de la democracia en cada país.

    —Sí, Uruguay es una de las 18 democracias más plenas del mundo, tiene condiciones de progresividad en la inclusión; sin embargo, tiene agujeros en esa progresividad. Y hay tres que me parecen fundamentales plantear: la ausencia de democracia en los privados de libertad, la problemática de la salud mental y la problemática del voto en el exterior. Son tres problemas donde la democracia no ha entrado. Más allá de que en lo socioeconómico uno podría decir que hay sectores que todavía no están incluidos, podría decir que la progresividad está dada: han bajado la pobreza y la indigencia. Pero emerge otro fenómeno: la democracia logró responder linealmente a la progresividad económica, pero no a la fragmentación sociocultural. Acá uno de los grandes desafíos es que está emergiendo una nueva forma de fragmentación sociocultural que la democracia no está preparada para manejar, que es el acelerado cambio de las formas de familia, de la expresividad de la diversidad y la pluralidad y lo que tiene que ver con los mecanismos efectivos de distribución socioeconómica.

    El otro día analizábamos en una reunión el tema de los 35.000 uruguayos que se han ido. No son personas que se fueron en la misma condición que en el 2002, cuando no tenían trabajo. Lo que está sucediendo es que está tan techada la inclusividad, que las generaciones que están formadas o que tienen ciertas cosas resueltas salen a buscar otro tipo de horizontes, ya sea por ampliar sus capacidades o por tener una oportunidad mayor. Es como que la democracia está fosilizada en su capacidad de oportunidades.

    —En su campaña en 1983, durante la elección que implicaba el fin de la dictadura argentina, Raúl Alfonsín prometía en sus discursos que “con la democracia se come, se educa y se cura”.

    —Eso comenzó a resquebrajarse porque cumplió parcialmente con esas expectativas. El gran dilema es que las formas ensayadas para la progresividad inclusiva están fracasando. Y están fracasando tanto por lo socioeconómico, porque los niveles de distribución están topeados, y están fracasando también por la forma de asumir el desafío cultural que está implicando las transformaciones que hay. A lo que hay que agregarle la desestructuración que provoca la tecnología, tanto en las subjetividades, con el tema de las redes, de las formas de comunicarse, y en las formas de inserción laboral. La democracia deja de ser el sistema que gestiona conflictos, incertidumbres y todo y pasa a ser algo que es cultura de los satisfechos, más, menos, plena, menos plena, pero quedan fuera algunos que nunca van a poder entrar a ese proceso. Y creo, justamente, que es lo que está resquebrajándose y comienza a demandarse esto del disciplinamiento, surge esto del miedo a ser excluidos.

    —¿Se buscan viejas recetas?

    —La pregunta es si ante la incertidumbre o la decepción se buscan las viejas recetas o se utilizan algunos instrumentos de viejas recetas con una manera nueva de gestionar el miedo, la inseguridad. La historia no es lineal, estamos en un eterno espiral.

    —El último informe del Latinobarómetro está acompañado de un informe que advierte sobre el fin de la tercera ola democrática. ¿Comparte el diagnóstico?

    —Creo que hay que inscribir la crisis o el desafío de la democracia en el cambio civilizatorio en el que estamos. Se está produciendo un fenómeno donde la gestión de los conflictos pasa a estar en manos de la tecnología, de la acumulación de capital: de pocos. La democracia pierde sustento, porque no es una toma de decisión de muchos la gestión de los conflictos. Es ver que, en el cambio civilizatorio, por ejemplo, la opinión pública se puede guiar, se puede intervenir tanto que se determinan candidatos.

    'Uruguay es una de las 18 democracias más plenas del mundo, tiene condiciones de progresividad en la inclusión; sin embargo, tiene agujeros en esa progresividad. Y hay tres que me parecen fundamentales plantear: la ausencia de democracia en los privados de libertad, la problemática de la salud mental y la problemática del voto en el exterior'.

    —¿Se puede hacer eso en Uruguay?

    —Creo que en Uruguay es más dificultoso, pero en realidad hay que poner bajo sospecha la existencia de un punto ciego. En los seminarios que organizamos, lo que algunos planteaban es que los políticos hablan en AM y la sociedad en FM. Hay una desconexión entre lo que el ciudadano emite y lo que recibe el político y la estructura representativa. Entonces, esta disociación hace que el sistema político como forma representativa de la democracia esté feneciendo. O se repiensa la política desde un lugar que va más allá de lo partidario. Durante las mesas para la paz vi que la gente quiere dialogar sobre estos temas, quiere dialogar sobre cómo comprender los derechos. Vi lo que les cuesta a los políticos interactuar en espacios horizontales. ¿Por qué? Porque pierden el lugar. El primer vector que hay que tomar en cuenta es cómo empezamos a pensar el cambio civilizatorio en su proceso de cambio aritmético a su cambio geométrico. Y eso es un desafío de la educación, de la política partidaria, de la política pública, de las organizaciones y también de los medios de comunicación.

    —Usted decía que se llegó a un techo. ¿A qué se refiere?

    —Llevamos apenas 35 años desde que se recuperó la democracia. Y sí, la democracia está techada y hay que ver hacia dónde se abren las puertas. Hay un tema central y es que, si el Estado ya no puede dar cuenta de determinadas cosas, queda claro que el mercado produce fenómenos que tampoco lo logran; entonces, ¿cómo se repiensa la sociedad? Están fracasando las formas tradicionales de participación y deliberación, y ahí entra cómo están dándose los nuevos mecanismos de participación y deliberación: a través de las redes, o a través de los procesos sociales que son mucho más dinámicos, nada estáticos. Me parece que está costando reconocer que hay que innovar. Por ejemplo, repensar cuáles son los mecanismos de inclusión social, tanto en relación con el mercado como con la política pública, es un desafío sustantivo que el sistema político va a tener que asumir. Me parece importante gestionar la incertidumbre y la decepción ciudadana. El gran dilema es que se innove para que la democracia siga incluyendo. Hoy tiene mayor peso lo global, lo virtual, la movilidad, hay una nueva generación de hijos del crecimiento que tienen una lógica de percepción.

    Uno de los grandes desafíos es generar autoridad social desde la política pública, desde los liderazgos. Ahí hay un tema que es innovar en crear autoridad social, que es lo que permite la convivencia, permite procesar conflictos. Ante la ausencia de autoridad social, política, de liderazgos, se agudiza la violencia. Y creo que hay que leer la agudización de violencias, la inseguridad, no solo desde la perspectiva de los hechos que emergen, sino de la pérdida de reconocimiento de la autoridad.

    —¿El autoritarismo sustituye la autoridad?

    —Sí. A la pérdida del reconocimiento de la autoridad, emerge el autoritarismo en sus diversas formas, en la sociedad, en el Estado y donde sea. Por eso hay una necesidad de que el sistema político se deje interpelar por la sociedad desde otro lugar. En ese sentido, la izquierda gobernante tiene que acusar recibo de que fue perdiendo oído. Se ha ido perdiendo oreja, por eso salí al territorio. Por más que pueda analizar que hay manipulación de información y centralidad en un delito, el delito existe. Son cosas que están dadas y la gente percibe eso, por lo que después se le genera decepción ante la respuesta que recibe sobre este tema.

    'El otro día analizábamos en una reunión el tema de los 35.000 uruguayos que se han ido. No son personas que se fueron en la misma condición que en el 2002, cuando no tenían trabajo. Lo que está sucediendo es que está tan techada la inclusividad, que las generaciones que están formadas o que tienen ciertas cosas resueltas salen a buscar otro tipo de horizontes'.

    Es fundamental reconocer procesos en los cuales hoy la sociedad uruguaya está techada en su capacidad de respuesta, sea de la política pública, desde el mercado, desde la sociedad, porque si no lo reconocemos no va a haber capacidad de innovar y eso termina generando un retroceso. Hablo de capacidad de innovar en el sentido de generar una forma de visión política que ponga ciertos márgenes de esperanza, de utopía, de visión, de que hay una posibilidad de llegar a algo. Hoy lo que parecería ser que se repite, aceptable o no, es que la progresividad se frenó.

    —¿En algún lugar se encontró la fórmula para canalizar esos descontentos, porque lo que hay ahora parecen ser “incendios políticos”?

    —El freno a la extrema derecha no se ve.

    —A la extrema derecha y también a la pérdida de legitimidad de la democracia de la que usted hablaba. ¿Los Bolsonaro, los chalecos amarillos en Francia son los que están canalizando el descontento?

    —Creo que hay que asumir las consecuencias que se planteó la idea del fin de la historia. Hay que asumir las consecuencias de que si efectivamente la caída del socialismo real mostró que la socialización del acceso a lo socioeconómico no puede pasar por lo autoritario, también fracasó la idea de una democracia solo centrada en los derechos y no creando las condiciones de una democracia social. Es aquello de El miedo a la libertad, de Erich Fromm. ¿Por qué la gente tiene miedo? Porque el futuro comienza a aparecer como peor al presente. Es decir, la pérdida de que el futuro puede ser mejor, eso apocalíptico que se está viendo en la ciencia, en lo ecológico, en lo religioso, en la política. Esa idea de que el futuro puede ser mejor tiene que ver con en qué medida se crean sujetos que puedan gestionar la incertidumbre, que puedan construir del conflicto y la contradicción un pacto.

    ?? El Mani pulite de América Latina

    ?? Los “fundamentalismos religiosos” en Rivera