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Aunque están por fuera de las cifras que divulga periódicamente el Ministerio de Economía (MEF), algunas cuentas terminan teniendo impacto fiscal. Es el caso de las asociadas a la actividad del Banco Central (BCU) relacionada con el manejo de variables financieras, como los intereses de deuda pública, el tipo de cambio y la política monetaria.
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El resultado financiero del BCU surge de los gastos e ingresos que le implican al organismo llevar adelante la política monetaria y el control de las reservas. Los cambios en la cotización de las monedas en las que están nominados los montos de la deuda pública también influyen en el número final. Una de las maneras de estimar dicho resultado surge de la diferencia entre el aumento de la deuda neta y la base monetaria con respecto al saldo fiscal del gobierno que publica el MEF todos los meses.
De todas formas, el cálculo no es tan simple; es necesario realizarle ajustes al endeudamiento neto, descontando los encajes bancarios de las reservas del BCU y agregando los depósitos del Banco República (BROU) —sin contar las reservas en esta institución— ya que también se los considera como deuda pública. Esa medición arroja un déficit parafiscal de US$ 920 millones, algo más de la mitad que en 2016 (US$ 1.660 millones), calculó Búsqueda. Con respecto al Producto Bruto Interno (PBI), dicho resultado negativo pasó de representar 3,2% a 1,6% en 2017.
Si se deja de lado al BROU (en el entendido de que actúa como banco comercial), el déficit parafiscal de 2017 ascendió a US$ 441 millones.
Por fuera de estas dos definiciones y cálculos, una de las más aceptadas es la que considera exclusivamente al resultado que genera el BCU a partir de las operaciones para financiar indirectamente al gobierno. Con ese enfoque solo es necesario tener en cuenta el resultado financiero de la institución: en 2017 dio un saldo positivo de US$ 715 millones (frente al déficit de US$ 703 millones de 2016).
Ante una consulta de Búsqueda, el BCU indicó que para el análisis de su resultado financiero deberían excluirse los ingresos por la partida de $ 47.000 millones referida a “Utilidades por canje de bonos por capitalización y $ 6.365 millones de revaluación de la UI”. A su vez, el organismo entiende que por el lado de los egresos, no se deben considerar las “pérdidas de cambio”, así como tampoco aquellas generadas con el sector público no financiero “por tratarse también de temas de valuación”. Incorporando estas consideraciones, el déficit parafiscal fue de US$ 484 millones, 0,8% del PBI.
Si se aplica el mismo criterio al balance financiero de 2016, el déficit parafiscal fue de US$ 250 millones. Una explicación de este aumento —que significa prácticamente duplicar el resultado negativo— se encuentra en las “pérdidas por valores de regulación monetaria”, que en 2017 se incrementaron en US$ 267 millones.
Más allá del balance financiero, el BCU tuvo el año pasado un resultado positivo de US$ 658 millones en el balance total; en 2016 había arrojado un déficit de US$ 239 millones.
En 2017 no se registraron ganancias por “desvalorización monetaria”. El saldo de esta cuenta fue nulo, cuando en años anteriores venía reportando ingresos por entre US$ 500 millones y US$ 800 millones.
