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Rio de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). Desde que recuperó la democracia hace 30 años, Argentina ha visto a sus presidentes dejar el cargo de dos formas diferentes: una caótica y anticipada, como ocurrió con Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, y otra más ordenada al final del mandato constitucional y con una pérdida gradual del poder acumulado por el jefe de Estado, como fue el caso de Carlos Menem. El resultado de las elecciones legislativas de medio término celebradas el domingo sugiere que el país comenzó a contemplar la salida de Cristina Fernández de Kirchner, tras una década de gobiernos suyos o de su fallecido marido Néstor Kirchner, y posiblemente esto suceda por la segunda vía.
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Analistas independientes coinciden en que los electores dieron un duro revés a Fernández, de 60 años y convaleciente luego de una cirugía craneal. La votación enterró la posibilidad de que busque un tercer mandato en las presidenciales de 2015 mediante una reforma constitucional que habría requerido mayorías especiales en el Congreso, confirmó que crece el descontento social con la economía y la criminalidad, y abrió una partida de naipes para saber quién la sucederá en el cargo en la cual el alcalde Sergio Massa asoma como un jugador nuevo a seguir.
Massa, de 41 años, obtuvo con su Frente Renovador casi 44% de los votos en la provincia de Buenos Aires, 12 puntos porcentuales más que el candidato oficialista Martín Insaurralde. A nivel nacional, dos tercios de los argentinos votaron contra los candidatos que favorecía la presidenta, que perdió en los principales distritos electorales del país. “La magnitud de la derrota es extraordinaria”, dijo Sergio Berensztein, uno de los principales analistas políticos argentinos y director de la consultora Poliarquíam en diálogo con Búsqueda. “Argentina ya está pensando en lo que viene; no en lo que hay”.
El fin de un estilo
La pérdida de poder de Fernández es relativa. Su Frente para la Victoria (FPV) sigue siendo la mayor fuerza política argentina, con 33% de los votos, y conserva una mayoría o quórum propio en ambas cámaras del Congreso, que se renovaron sólo parcialmente. La presidenta aún cuenta con un índice de aprobación cercano a 40% e incluso podría señalar que su grupo tuvo un mejor respaldo en las urnas que en las anteriores elecciones legislativas de medio término en 2009.
Fernández se anotó además una importante victoria días después de las elecciones, cuando la Corte Suprema de Justicia declaró constitucional el martes una polémica “ley de medios” que según sus defensores busca limitar la concentración del mercado pero que inquieta a defensores de la libertad de prensa en un contexto de presiones gubernamentales a medios independientes o críticos. “La sentencia de la Corte, de hecho, habilita al Poder Ejecutivo a aplicar su objetivo político de desguazar el Grupo Clarín, limitando severamente sus márgenes de acción”, advirtió la Sociedad Interamericana de Prensa en un comunicado.
Sin embargo, el resultado electoral del domingo también sugiere que Fernández tuvo una pérdida importante de votos desde el 54% de apoyo que logró en las presidenciales de 2011. Su grupo presentó candidatos a lo largo y ancho del país, lo que le dio ventajas ante partidos menores o de carácter local, pero fue derrotado en la mayoría de las ciudades importantes y provincias. Algunas de esas derrotas fueron especialmente dolorosas para la presidenta, como la de su cuna política Santa Cruz o la de Buenos Aires, que con unos 15 millones de habitantes (más de un tercio de los argentinos) es un bastión clave para los peronistas.
Este cambio de los votantes es atribuido en gran medida al creciente cansancio de los argentinos con problemas económicos como la inflación, que según estimaciones privadas supera el 25% anual, la falta de inversiones o las restricciones a las importaciones y a la compra de dólares.
Pero Berensztein sostuvo que la sociedad argentina también está girando hacia la moderación política y por eso premió en las urnas a candidatos menos polarizados, incluso del propio kirchnerismo. “Con Cristina se agota una manera de hacer política y de entender el poder como confrontación, que en Argentina no era común”, dijo. Sin embargo, planteó dudas sobre si Fernández aceptará esto y modificará su estilo. “No sabemos si la presidenta ahora va a radicalizarse en la debilidad y generar en todo caso una huida de los moderados hacia otras opciones, lo que la perjudicaría”, advirtió.
“Punto de equilibrio”
Para el oficialismo argentino encontrar un candidato que pueda sustituir a Fernández parece una tarea ardua, entre otras razones porque muchos creen que la propia presidenta evitó que asomaran potenciales sucesores para que su reelección fuera vital para sus seguidores. Ahora en los corrillos del poder en Buenos Aires han comenzado las especulaciones sobre quien será el elegido que el kirchnerismo buscará instalar ante la opinión pública como carta de recambio.
Sin embargo, para los opositores tampoco luce demasiado fácil la tarea que resta hasta las elecciones de 2015. Los grupos no kirchneristas están lejos de aglutinarse en un mismo grupo o detrás de un candidato común. Massa dijo a un grupo de corresponsales extranjeros tras las legislativas que su intención es formar una coalición política al estilo del Frente Amplio uruguayo o la Concertación chilena, apuntando al centro del espectro político. Muchos esperan que este alcalde de Tigre comience a captar cuadros del oficialismo y políticos de otros sectores, pero muchos anticipan que el reto será grande.
“Massa va a estar muy obligado a dar definiciones, estar más expuesto, construir políticamente a nivel nacional porque por ahora tiene solamente un frente en la provincia de Buenos Aires. Ahora comienza el gran desafío para Massa: mostrarle a la sociedad que es una fuerza nacional que puede tener un perfil intermedio”, sostuvo Carlos Fara, director de la consultora política Fara & Asociados, a Búsqueda.
El combate a la inflación y al crimen fueron dos banderas centrales de la campaña para las legislativas de Massa, que en la publicidad era presentado como +A. Pero algunos se preguntan si el hecho de haber sido jefe de gabinete de Fernández entre 2008 y 2009, cuando rompió con el oficialismo, le ayudará a horadar la base kirchnerista o en cambio le pesará ante la opinión pública nacional. El alcalde porteño Mauricio Macri, que en la misma noche del domingo anunció que buscará la Presidencia en 2015 con su PRO de centro-derecha, aludió a ese antecedente de Massa al advertir que en su lista no habrá “ningún integrante de un antiguo gabinete”.
Fara coincidió en que la clave del futuro inmediato de la política Argentina será quien consiga ubicarse mejor en una franja intermedia de oficialistas y opositores. “La Argentina no está demandando un cambio rotundo, un regreso al modelo económico de la década del 90 con Menem: quiere un punto de equilibrio ante una presencia del Estado que a la gente se le ha vuelto demasiado excesiva”, explicó, “y un estilo de liderazgo más moderado, dialoguista, menos confrontativo”.