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    El formidable triunfo del equipo de Estados Unidos en la última Ryder Cup marca el futuro de las próximas confrontaciones

    En setiembre de 1999, la Copa Ryder conoció el momento más tenso de su historia, cuando los equipos de Estados Unidos y Europa protagonizaron, en el Brookline Country Club de Boston, un verdadero escándalo. En la jornada definitoria, con la disputa de los 12 individuales, el estadounidense Justin Leonard embocó un putt “quilométrico” en el hoyo 17 para desatar la locura entre sus compañeros y el público mientras el español José María Olazabal aún tenía posibilidades de empatar el hoyo. Este episodio fue el centro de la tormenta en una edición recordada por los desbordes de alegría y desenfreno por parte de varios de los actores. La Ryder de 1999 se cerró con fuertes críticas de los europeos ante el hostil ambiente de Brookline y las acusaciones de “malos perdedores” por parte de los locales. En un ambiente totalmente extraño para un campeonato de golf, los espectadores de todo el mundo mostraron su contrariedad. Con el paso del tiempo, actitudes como la de los capitanes Curtis Strange y Sam Torrance devolvieron la calma y el espíritu de la competencia a una copa Ryder que se ha convertido en uno de los acontecimientos deportivos más importantes de la actualidad.

    El trofeo Jack Nicklaus-Tony Jacklin, que premia a la caballerosidad y deportividad como un recordado partido protagonizado por estos dos legendarios golfistas, fue entregado en esta última edición para Dustin Johnson y Sergio García.

    El score final de 19 puntos contra 9, en la mayor diferencia en el historial del certamen, ha levantado una enorme euforia entre los norteamericanos. Y si bien dos años es mucho tiempo, donde muchas cosas pueden ocurrir, ya se habla de un predominio estadounidense para las próximas ediciones.

    Un capitán de lujo

    “Nunca gané un Major en mi carrera, pero esta Ryder Cup es mi Major”, afirmó un emocionado Steve Stricker en conferencia de prensa después del formidable triunfo alcanzado por su equipo. A causa de la pandemia, el método de selección fue diferente a las ediciones anteriores. En ese panorama, Stricker eligió a seis golfistas por fuera del ranking que mucho resultado le dieron tras las tres jornadas de juego. No nombró a Phil Mickelson como jugador, pero lo quería cerca de él y lo nombró vicecapitán. Además, Stricker fue fundamental para dotar de un sentido de equipo a sus dirigidos, manteniendo fuera algunas controversias y temas personales que se dieron en el circuito entre algunos de sus dirigidos.

    Aún en el ambiente de euforia ya se especula con el nombre del capitán estadounidense para la próxima edición dentro de dos años en Roma, siendo Zach Johnson quien tiene mayores posibilidades porque trabajó como vicecapitán en las ediciones de 2018 y 2021. Se mencionan además los nombres de Tiger Woods, Justin Leonard, David Toms y David Duval, entre otros.

    El equipo local es el que elige la cancha donde se va a jugar la Ryder y, sobre todo, la forma en que se presenta el field para el evento. En ese sentido, también fue fundamental el accionar de Stricker, pidiendo fairways anchos para el campo de Whistling Straits, con rough bajo y superficies de greens duras y rápidas.

    Con ocho jugadores menores de 30 años, la gran meta de Estados Unidos es volver a ganar la Ryder en suelo europeo, algo que no logra desde 1993, cuando fue victoria en The Belfry, Inglaterra.

    Europa en llamas

    La aplastante derrota de los europeos en Whistling Straits ha removido las estructuras del European Tour, con las mayores críticas dirigidas al capitán Padraig Harrington. El inglés Ian Poulter, de 45 años, invicto en matches individuales a lo largo de siete copas Ryder, salió en defensa del capitán al asegurar que son “muy injustas las críticas y cuestionamientos contra Harrington”.

    Por su parte, Harrington subrayó que “en París fue un claro triunfo nuestro y ahí estaban varios de estos jugadores, por lo cual hay una mentalidad ganadora que rescatar”.

    “Tenemos que aprender de los errores, realizar cambios por demás necesarios en el sistema de calificación, hay mucho por hacer para llegar de la mejor forma a Roma”, sentenció Harrington.

    Una clara renovación se impone en el representativo del viejo continente, donde, por ejemplo, aparecen Poulter con 45 años, Lee Westwood con 48, Sergio García con 41 y Paul Casey con 44. Los 25 años del número uno del mundo, el español Jon Rahm, de gran actuación en Wisconsin, aportando cuatro puntos, sin duda marcan una referencia para el equipo europeo en dos años en el Marco Simone Golf Club de Roma.

    El golf a ese nivel es tremendamente cambiante, dinámico. Quién habría asegurado que los estadounidenses Rickie Fowler y Patrick Reed no estarían en el equipo del norte, mientras que el italiano Francesco Molinari y el belga Thomas Pieters, ambos de gran actuación en París, no estarían integrando el conjunto europeo.

    Las estadísticas muestran ahora que desde la integración de jugadores de todo el continente europeo, hecho ocurrido en la edición de 1979, jugada en The Greenbrier Golf Club en el estado norteamericano de Virginia, son 11 victorias europeas contra nueve de los estadounidenses y un empate. Las agujas del reloj con las especulaciones sobre la integración de los equipos y la designación de los capitanes ya se están moviendo.