El narco uruguayo más buscado: músico y futbolista, pasó del Cerrito de la Victoria a los millones de la cocaína con solo 30 años

Juan Francisco Pittaluga  
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El relato del narcotráfico en Uruguay tiene nombres conocidos, líderes y grupos cuya sola mención infunde temor: Betito Suárez, su hermano Ricardito, el clan familiar de los Chingas, Juan Antonio Vigorito, Oreja Rodríguez de Armas, Camala Correa, Lalo Algorta… Varios presos, algunos asesinados, pocos aún libres, todos, en mayor o menor medida, se ganaron una reputación delictiva que los coloca en la cima criminal. En esa cumbre, sin embargo, los acompañan otros sin tanta exposición pública pero todavía más poderosos, cuya capacidad se extiende más allá del narcomenudeo, la distribución de droga en áreas metropolitanas o las conexiones con países vecinos, hasta abarcar el contacto directo con productores de droga y organizaciones globales.

En ese nivel está Sebastián Marset Cabrera, un uruguayo de 31 años criado en el Cerrito de la Victoria y actualmente requerido internacionalmente por la Justicia de Paraguay por ser uno de los cabecillas de una extensa asociación con bienes patrimoniales incautados la semana pasada y valorados preliminarmente en más de US$ 100 millones.

Marset Cabrera logró posicionarse con base en una imagen sociable y empresarial alejada del paradigma más violento y rudimentario de otros narcos uruguayos. Aunque ya estuvo detenido y su nombre aparece en operaciones antidrogas locales, está realmente en la mira de las autoridades uruguayas desde 2018 por su rol de intermediario de productores bolivianos en megacargamentos de cocaína con destino a Europa vía marítima. “Peso pesado”, lo describió una fuente policial a Búsqueda.

Conocido desde adolescente por la Policía Nacional, llamó por primera vez la atención con 18 años cuando, en solitario, viajó a Cerro Largo en busca de un envío de droga. “Ahí mostró que era audaz”, dijo otra fuente. En 2013, con 22 años, fue arrestado en la intersección de las rutas 1 y 3 mientras conducía un auto, parte del engranaje de una banda que esperaba la entrada de 170 kilos de marihuana desde Argentina y Brasil. Tras ese episodio se instaló entre Santa Cruz de la Sierra y Asunción, entre otras ciudades, donde se estableció como nexo para utilizar a Uruguay como escala del comercio ilegal internacional.

En enero de 2020 una nota de El Observador lo mencionó bajo uno de sus apodos, el Seba, y explicaba que en la Policía y la Fiscalía de Estupefacientes de 1er turno lo consideraban relacionado a un caso emblemático: la incautación en diciembre de 2019 en el Puerto de Montevideo de 4.418 kilos de cocaína en contenedores de soja con destino a Lomé (Togo). También se lo vinculaba a un hecho anterior, de agosto, cuando la Dirección General de Represión al Tráfico Ilícito de Drogas (DGRTID) allanó 872 kilos de cocaína en una casa de Parque del Plata. Fuentes policiales indicaron que para la Dirección Nacional de Inteligencia es uno de los posibles ideólogos de la amenaza recibida por Mónica Ferrero, fiscal encargada de estas investigaciones. Por la amenaza, divulgada en junio de 2020 por el periodista Gabriel Pereyra, fue arrestada otra persona a inicios del año pasado.

Aunque no mantiene necesariamente un perfil bajo, hasta el martes 22 de febrero Marset Cabrera había logrado moverse con escasa repercusión pese a estos episodios. A partir de ese día comenzó a ocupar artículos e informes en Paraguay luego de que la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) liderara el mayor operativo de la historia en ese país contra el crimen organizado y el lavado de dinero, tras una investigación de dos años. El procedimiento, llamado A Ultranza Py, desembocó en más de 100 allanamientos en distintos puntos de Paraguay con la finalidad de detener a 30 personas investigadas. Se incautaron casas, depósitos logísticos, establecimientos ganaderos, más de 6.000 cabezas de ganado, automóviles de alta gama, flotas de camiones y maquinarias agrícolas, un complejo deportivo, un yate, un hangar y trece aeronaves.

“Un amplio esquema criminal que ha integrado entre sí a varias organizaciones criminales dentro del continente sudamericano en una asociación de grupos que durante los últimos años ha permitido el transporte de varias toneladas de cocaína desde Sudamérica con destino al continente africano y europeo. Un complejo circuito transnacional que ha funcionado para el transporte de sustancias ilícitas, como así también para la efectiva circulación de millonarias sumas de dinero dentro del sistema financiero nacional e internacional”, dice el comunicado de prensa de la Senad.

El esquema narco incluía la provisión de medios aéreos, la facilitación logística para la recepción, transporte terrestre, acopio y ocultamiento de cocaína entre mercaderías de exportación y la coordinación con empresas y personas físicas dedicadas al comercio internacional, quienes mediante el uso de contenedores trasladaban los cargamentos ilícitos hasta distintos puntos, ocultos entre otras mercaderías.

De la operación A Ultranza Py participó la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol), la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos y la DGRTID de Uruguay, que se sumó al procedimiento con la DEA como enlace. Un informe del Ministerio del Interior al cual accedió Búsqueda sostiene que los intercambios virtuales y en persona entre Uruguay y la Senad paraguaya se dieron durante todo 2021. El reporte dice: “La organización internacional de narcotraficantes es responsable de la expedición de cargamentos que fueron interceptados en diferentes fechas en nuestro país, por el que existen organizaciones que oportunamente fueron desarticuladas en Uruguay y por la que fueron formalizados o condenados muchos de sus integrantes”. Agrega que en Uruguay aún están en desarrollo trabajos de carácter reservado para apoyar “esta investigación de gran envergadura en Paraguay”.

El sábado 26 el diario Última Hora publicó que la jueza Penal de Garantías del Crimen Organizado de Paraguay, Rosarito Montanía, declaró en rebeldía y dispuso la captura internacional a siete de los imputados en el operativo. Entre ellos está Marset Cabrera, su pareja y su hermano. La última vez que Marset Cabrera fue arrestado fue en septiembre del año pasado en Dubái por portar un pasaporte paraguayo falsificado. “En Uruguay no se descarta un pedido de extradición, ya que el sujeto es investigado en varias causas”, informó entonces Montevideo Portal. Sin embargo, la Policía y la Fiscalía nunca lograron reunir las pruebas necesarias para solicitar su captura. Las fuentes indicaron que es improbable que hoy se encuentre prófugo en Uruguay.

Parte de su estrategia durante el crecimiento de su carrera criminal fue presentarse como músico y productor, sin tapujos para mostrar públicamente su nombre e incluso su rostro. “El joven uruguayo Sebastián Marset Cabrera tiene más de 15 años en la escena musical y produjo eventos con innovación y vanguardia para países como Uruguay, El Salvador, Ecuador y Argentina. Con tan solo 28 años, ha estado a la par de otros noveles del business show como el caso del australiano Black Summer. Ellos han dado la talla con la producción musical en los continentes Oceanía y América”, lo describe un artículo de un portal de noticias venezolano. Textos similares se repiten en sitios web también similares, con términos como proeza y leyenda.

“Se ha impuesto en el mundo del espectáculo con 15 años de experiencia que certifican su evolución en la música y en los shows de altura, teniendo como bandera la innovación y la originalidad. Aspira a entrar pronto en el mercado anglo y europeo con sus producciones vanguardistas”, afirma un portal ecuatoriano. Un sitio colombiano destaca que “incursionó en el mundo de la música hace ya varios años, en los cuáles se llevó varios galardones como guitarrista”. En la mayoría de los artículos está con postura segura, de camisa y saco, bajo distintos fondos.

“Hemos puesto todo nuestro empeño, nuestras experiencias diarias, nuestro profesionalismo en las manos del público, trabajamos directamente con ellos para saber cuáles son sus gustos, pero también vamos a la altura de grandes espectáculos de otras fronteras, lo que nos ha hecho marcar la pauta en América Latina”, señala en primera persona en otro portal colombiano.

Esta fachada artística encontró una presentación auténtica en Paraguay, donde distintos medios informaron que Marset Cabrera se desempeñó en 2021 como futbolista del Club Deportivo Capiatá, una institución de segunda división ubicada en la ciudad del mismo nombre, a 20 kilómetros de Asunción. Óscar Barreto, el vicepresidente del club, confirmó la versión el jueves 24 durante una conferencia de prensa.

Sentado en una mesa junto con cuatro directivos, aseguró que Deportivo Capiatá “jamás recibió dinero alguno” por el lavado de activos. “No tenemos absolutamente nada que esconder. Estamos tranquilos a nivel institucional y a nivel dirigencial en todo lo que concierne a todo este proceso”, añadió Barreto, quien sí admitió que Marset Cabrera fue integrante del plantel desde el 16 de abril al 29 de mayo de 2021. Explicó que arribó a través de un representante de futbolistas, mostró su ficha de jugador profesional y detalló las fechas y los rivales de los seis partidos en los cuales participó, cuatro como titular y dos como suplente.

Uno de esos encuentros, el penúltimo que jugó, fue el 26 de mayo, cuando Deportivo Capiatá empató 1-1 como local ante Santaní por la novena fecha del torneo de la división intermedia, como se denomina a la segunda categoría del fútbol paraguayo. Algunas imágenes que circulan en redes sociales muestran a Marset Cabrera lanzándose al césped para disputar una pelota con un rival. Ese día, como delantero, compartió equipo con Víctor Marcelino Aquino, un veterano goleador paraguayo con trayectoria en Argentina, Chile y su país. La breve crónica que del partido hizo la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) afirma que “en el estadio Erico Galeano la incidencia que registró el encuentro fue el penal malogrado por el capiateño Sebastián Cabrera, a los 18 minutos de la etapa inicial”.


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2022-03-02T20:59:00