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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáUno de los microcuentos ma´s famosos es el del autor guatemalteco Augusto Monterroso que dice asi´: “Cuando desperto´, el dinosaurio todavi´a estaba alli´”, dejando librada a la imaginacio´n del lector su interpretacio´n: ¿Quie´n desperto´? ¿Cua´nto tiempo estuvo dormido? ¿El dinosaurio evoca algo antiguo, pesado, amenazante?
Me acorde´ de este microcuento viendo los enormes problemas de inflacio´n que hay a nivel mundial, particularmente en Latinoame´rica y puntualmente en Uruguay.
Explicaba Milton Friedman que la inflacio´n es siempre y en todo lugar un feno´meno monetario. Y es asi´ porque tiene que ver con la cantidad de dinero emitido por el Estado, ya que, cuando los gobiernos gastan ma´s de lo que recaudan, deben recurrir al aumento de impuestos, pedir pre´stamos o emitir dinero para financiarse y hacer que la economi´a siga funcionando.
La emisio´n descontrolada genera que haya demasiados pesos en el mercado por encima de su demanda. Sin embargo, al haber ma´s plata en el bolsillo de la gente y la misma cantidad de bienes en el mercado, se produce la suba generalizada y sostenida de los precios. Estos suben porque el valor del dinero —frente a esos bienes— baja. Por eso mismo, si una manzana vale un peso, pero despue´s preciso dos pesos para comprar la misma manzana, significa que ahora con un peso puedo comprar solamente media manzana. Hay una clara pe´rdida del valor del dinero.
Se genera una ilusio´n de que se puede consumir ma´s en lo inmediato, pero a largo plazo termina siendo al reve´s. Con la cura de la inflacio´n pasa como con las adicciones: al principio se precisa convencimiento de que es un problema grave y que hay que encararlo, pasando por un enorme esfuerzo para no caer en la tentacio´n de emitir (abstinencia), para finalmente recuperarse. Lleva tiempo, voluntad y sacrificio.
En Uruguay tenemos una relacio´n extran~a con la inflacio´n: no se produce u´nicamente por un factor monetario (no precisamos emitir para financiarnos como si´ hace Argentina, por ejemplo), sino que, entre otras causas, esta´ la formacio´n de precios: tenemos la mayor parte de los mercados internos acaparados y controlados por muy pocas empresas que manejan la mayori´a de las ventas y, por lo tanto, fijan los precios con poca o nula competencia.
¿Co´mo puede ser que en una tienda de Ri´o de Janeiro un cepillo de dientes valga R$ 1,99 ($ 15,14 pesos uruguayos), pero en Montevideo el mismo cepillo de la misma marca valga $ 150? ¡Ni siquiera se fabrica en Uruguay! Este caso ejemplifica una de las razones de por que´ somos un pai´s subdesarrollado: los nabos de siempre pagamos sobreprecio por cosas que no lo valen, por lo que es plata que termina ye´ndose a inflar bolsillos ajenos en vez de ser usada para comprar otras cosas o invertir en nuevos negocios que generen empleo moviendo la economi´a.
El pai´s de la vaca atada.
Hace por lo menos 20 an~os que convivimos con una tasa promedio de inflacio´n de entre 6% y 9%, siendo la u´ltima medicio´n de 9,5%. Sabemos que sus efectos son perjudiciales para la gente, sobre todo para quienes tienen ingresos fijos, pero no hacemos mucha cosa por atacar y resolver —o por lo menos minimizar— de una buena vez el problema, sino que nos acostumbramos a que siempre, aunque pasen los gobiernos de distinto signo y color, va a estar entre nosotros. Pensamos las inversiones, salarios, negocios, etc., considerando siempre entre un 8% y 10% de inflacio´n. Es nuestro dinosaurio. Es lo normal, lo conocido, nuestra zona de confort, y el problema es que de alguna forma nos terminamos acostumbrando, por lo que termina siendo
parte de nuestra realidad. El esfuerzo y voluntad por curarnos y salir nos lleva a lo desconocido, a la incertidumbre, y por tanto nos genera miedo.
Uruguay hace ma´s de 20 an~os que parece estar dormido, pero no esta´ claro cua´ndo va a despertar para atacar y resolver definitivamente la inflacio´n.
Como tantos otros problemas de la vida del pai´s, pasan los an~os y sigue frente a nuestros ojos gozando de buena salud.
Por eso me acorde´ del microcuento de Monterroso: cuando desperte´, la inflacio´n todavi´a estaba alli´.
Marti´n Mi´guez
CI 4.163.481-2