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    El “relato” en Uruguay

    N° 1923 - 22 al 28 de Junio de 2017

    El lunes 12, en la estatal Facultad de Ingeniería, una profesora encargada de la asignatura Cálculo I —que suele ser muy concurrida por su dificultad intrínseca— autorizó a un grupo de jóvenes a intercalar una encuesta política en medio de la clase. La profesora permitió que el grupo repartiera cinco hojas a cada uno de los estudiantes, donde se les agradeció “por aceptar participar en este proyecto de investigación”, a pesar de que al menos la mayoría de ellos no habían “aceptado” antes intervenir en nada parecido y el “ejercicio” los tomó por sorpresa.

    En la primera hoja se pidió a los alumnos leer el “discurso” de una candidata ficticia a la Cámara de Diputados, a la que nombraron “María Durán”, y contestar las preguntas subsiguientes “con la mayor precisión posible”.

    La segunda hoja contenía el “discurso” de la “candidata” Durán, presentada como “licenciada en educación social por el IPA”, con una “maestría en Sociología por la Universidad de la República”, además de ser “dirigente sindical” y haber ocupado una banca como edila en la Junta Departamental de Montevideo.

    Aunque en el papel no fue explicitado a los estudiantes, era claro que la “candidata” Durán respondía al Frente Amplio; tan es así que su “discurso” contenía frases textuales de los principales referentes del gobierno.

    He aquí algunas de las arengas que lanzó la “candidata” Durán en su “discurso”:

    • “Nuestra economía es más diversificada que en el pasado y por esto podemos tener confianza en la capacidad de enfrentar un contexto internacional y regional más adverso”.

    • “Queremos responsabilidad fiscal, mayor control del gasto público y un mayor esfuerzo tributario. Pero la solución para la situación económica no es recortar los programas sociales. Tenemos que mantener los logros sociales. No realizaremos un ajuste fiscal tradicional, al estilo neoliberal. La solución son los impuestos altamente progresivos, donde el que tenga más paga más”.

    • “La participación ciudadana en la gestión ambiental es un elemento de importancia para garantizar el uso y disfrute de los sistemas naturales por las generaciones actuales y futuras y el interés colectivo sobre el interés individual”.

    • “Tenemos que fortalecer la carrera docente en términos de formación, de salario y también de condiciones de trabajo, y capacitar a los educadores para profundizar la incorporación de la perspectiva de los derechos humanos y la diversidad en los contenidos educativos”.

    • “Debemos apuntalar el Sistema Nacional Integrado de Salud creado en 2008” (por el primer gobierno de Tabaré Vázquez).

    • “Avanzaremos en la instalación de un Sistema Nacional Integrado de Cuidados (‘buque insignia’ del segundo gobierno de Tabaré Vázquez) para atender las necesidades de las personas en situación de dependencia. Financiar este sistema no es un gasto, ni siquiera es una inversión. Es cumplir un imperativo ético”.

    • “Tenemos que asegurar un crecimiento con equidad en todo el país, mediante una política de descentralización”.

    • “Seguiremos apoyando la búsqueda de la verdad y justicia respecto a los crímenes cometidos durante la dictadura”.

    Luego, en las siguientes hojas, se solicitó a los estudiantes que respondieran sobre la eficacia de la “candidata” María Durán, tanto para ser diputada como ministra o “líder de un partido”, en una escala que fue de “excelente” a “muy mala”. También se usó la misma medida para que los jóvenes universitarios manifestaran su opinión sobre la capacidad de María Durán para expresar sus “argumentos y opiniones políticas”. Los estudiantes debieron evaluar asimismo la “capacidad política” de la “candidata” para actuar en 12 áreas (agricultura, educación, energía, seguridad ciudadana, reforma del Estado, cuidado infantil, salud pública, medioambiente, infraestructura, economía nacional, desempleo y derechos de las mujeres).

    Al final, los encuestadores pidieron a los estudiantes datos personales. Les preguntaron si votarían o no por “María Durán”, si creen que la “candidata”, con ese discurso, sería “capaz de ganar votos”, si el encuestado es hombre o mujer, cuántos años tiene, en qué barrio vive, cuántos años hace que reside allí, cuál es el nivel educativo de la madre y del padre, en qué le gustaría trabajar y en qué trabajan los padres.

    Esto ocupó gran parte del tiempo de clase y, naturalmente, no tiene nada que ver con la materia Cálculo I de primer año de Facultad. Esto es una especie de sondeo (disfrazado de “proyecto de investigación”) para ver cómo llega una nueva generación respecto a las ideas y políticas aplicadas por el Frente Amplio en el gobierno. Y si este “ejercicio” nada tiene que ver con la materia Cálculo I, en cambio tiene todo que ver con la aplicación concreta de los planes revolucionarios de uno de los principales teóricos del comunismo mundial. Antonio Gramsci (1891/1937) fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano y el mentor del concepto de “bloque hegemónico cultural”, que se consigue mediante el control de la educación, de los medios de comunicación y de las instituciones religiosas.

    La cultura, como a veces se cree con simpleza, no es ir al teatro, a la ópera o al ballet. La cultura es, sobre todo, los valores, las orientaciones, las asunciones de fondo y las creencias que prevalecen en una sociedad.

    Y este trabajo de hormiga, realizado en las aulas estatales desde hace muchos años con la complicidad de las autoridades, es mucho más importante que la discusión sobre cualquier candidatura. Así, día a día, es como se construye “el relato” —como se dice ahora en Argentina— y aquí, en este episodio aparentemente menor, subyace la explicación profunda para entender la hegemonía política y electoral del Frente Amplio en los últimos tiempos. Ante esto, poco interesan las peleas entre los líderes frenteamplistas. Esto otro es lo que cuenta.

    ¿Qué importa si la educación pública está en franca decadencia, si hay barrios controlados por narcotraficantes y todas las semanas aparece alguien asesinado en un “ajuste de cuentas” o si el 50% de los niños nacen casi sin chances de vivir una infancia decente y una adultez digna? ¿Qué importa si una empresa estatal y monopólica pierde casi 1.000 millones de dólares, si los impuestos que se cobran en Uruguay son como los de Europa y los servicios que se prestan a cambio son como los de Honduras o si en una sociedad de poco más de tres millones de habitantes, 300.000 son empleados públicos? ¿Qué importa si el vicepresidente de la República miente, si la deuda pública del país compromete gravemente a las futuras generaciones o si el gobierno dice “gre gre” para evitar condenar a una dictadura que lleva casi 60 años en el poder o a otra que lleva más de 70 muertos en las calles?

    ¿Qué importa todo eso si, precisamente, todo eso pasa por el filtro edulcorado de un “relato” que se activa instantáneamente con un arsenal de “palabras santas” y “palabras malditas” que lo explican todo en un minuto en horario de clase, negando los hechos y falseando la realidad?

    Si en primer año de facultad, a los 18 o 19 años de edad, a los estudiantes se les proporcionan materiales según los cuales “progresista” o “izquierdista” equivale irremediablemente a pertenecer al Frente Amplio (cuando, por lo menos, José Batlle y Ordóñez fue mucho más “izquierdista” que Tabaré Vázquez y José Mujica), si los ajustes fiscales de los gobiernos colorados y blancos fueron irremediablemente “neoliberales” (muletilla descalificadora que se emplea como antes se usaban “facho” o “agente de la CIA”), si la lucha por “verdad y justicia” significa únicamente ocuparse de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar o si se presenta como indiscutible y moralmente “justo” el aforismo “que pague más el que tiene más”, y si todo esto se hace en las aulas universitarias, entonces —además de arrojar la laicidad a un tacho de basura— el partido está resuelto antes de votar.

    El Frente Amplio y, en particular, los sectores marxistas, conocen al dedillo la importancia del “relato” y del lenguaje. Los partidos de la oposición la desconocen o, al menos, parecen no darle la trascendencia debida.

    En lugar de enfrascarse en vanas ilusiones presidencialistas, es recomendable que los políticos que creen en la democracia y en la república relean (o lean por primera vez) a Gramsci para comprender lo que sucede. La revolución, escribió el teórico italiano, es una gran reforma intelectual y moral. “El proletariado puede convertirse en clase dirigente y dominante en la medida en que consiga crear un sistema de alianzas de clase que le permita movilizarse contra el capitalismo y el Estado burgués a la mayoría de la población trabajadora”. Esto quiere decir que la hegemonía se concreta en la sociedad civil mientras que la dictadura del proletariado es la forma estatal de esa hegemonía.

    En esto están, desde 1971, la mayoría de los compañeros del Frente Amplio y del PIT-CNT.