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David Cohen, uno de los hombres más importantes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, visitó Montevideo en las últimas horas para mantener reuniones de alto nivel con jerarcas del gobierno. Fuentes oficiales señalaron a Búsqueda que su misión se enfocó en discutir los principales temas de cooperación entre ambos países como parte de un recorrido que incluye a otros lugares de la región.
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Cohen arribó el domingo 26 y mantuvo reuniones en la Torre Ejecutiva, en la sede del comando del Ministerio del Interior en el Prado, en la Embajada de Estados Unidos y en el piso 40 del World Trade Center. En algunos de esos encuentros participaron, entre otros, el director de la Secretaría de Inteligencia Estratégica de Estado (SIEE), Álvaro Garcé, el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, el director de la Policía Nacional, José Manuel Azambuya, y la nueva embajadora estadounidense en Uruguay, Heide Fulton.
Uno de los ejes del intercambio entre Cohen y sus contrapartes uruguayas fue el combate al crimen organizado, dijeron los informantes.
El gobierno de Luis Lacalle Pou ha intentado profundizar el vínculo con Estados Unidos en materia de seguridad. Este objetivo parece tomar más impulso con Fulton, quien el miércoles 22 entregó las cartas credenciales al presidente para asumir formalmente como embajadora. Su carrera diplomática tuvo un fuerte foco en el crimen organizado y el narcotráfico —trabajó en Honduras y México— y el año pasado en un discurso ante el Congreso de su país dijo que venía a Uruguay con varias prioridades, entre ellas, “fortalecer la cooperación con el gobierno en combatir las organizaciones criminales transnacionales y todas las formas de tráfico”. Semanas después, parlamentarios del oficialismo y la oposición mantuvieron en distintas ocasiones charlas con representantes de la embajada estadounidense sobre la incidencia del crimen organizado en el país y la importancia de que ambos países trabajen conjuntamente en el tema.
Uno de los primeros pedidos que hizo en 2020 el Poder Ejecutivo a la Casa Blanca fue que la Administración de Control de Drogas (DEA) reabriera la oficina que tenía instalada en Montevideo y cerró en 2019. Desde entonces, los trabajos de la DEA con Uruguay se supervisan desde su oficina en Buenos Aires, con visitas frecuentes a Uruguay de jerarcas de la agencia que incluyen al agregado en Argentina, John Wallace. “Teníamos apoyo de alguna oficina internacional que combate el narcotráfico. Lamentablemente, antes de que nosotros asumiéramos decidieron irse de nuestro país”, aseguró Lacalle Pou sobre la situación, entrevistado a inicios de mes en LN+.
Más allá de lo que suceda con la DEA, cuyo relacionamiento en Uruguay se da directamente con la Policía Nacional, el gobierno intensificó sus contactos con la CIA, en este caso a través de la Secretaría de Inteligencia liderada por Garcé, quien el año pasado se reunió en Washington D.C. con el principal del organismo, William Burns.
En la memoria anual de la SIEE, publicada en febrero, se destaca “la participación activa en redes internacionales” y “la consolidación de lazos bilaterales al más alto nivel con servicios homólogos del exterior” para que Uruguay se convierta en un “referente en la producción de inteligencia estratégica de Estado”. Una de las actividades específicas fue un taller avanzado de análisis de inteligencia organizado por la Embajada de Estados Unidos.
Parte del interés también radica en el delito transnacional, que tiene al tráfico de estupefacientes como una de sus bases. El Área de Crimen Organizado de la SIEE busca identificar a los principales grupos criminales que operan desde los centros penitenciarios del país: determinar su integración, liderazgo, modus operandi, financiación, reclutamiento, organización y estructura; conocer su vinculación con otros grupos criminales locales, regionales e internacionales; y generar una base de datos de todos sus potenciales integrantes uruguayos y extranjeros. Para ese objetivo ha ampliado el intercambio técnico con agencias de inteligencia del exterior, entre ellas, las de Brasil e Italia.
En su puesto de director adjunto de la CIA, Cohen está encargado de apoyar a Burns en la gestión y análisis de recopilación de inteligencia, la acción encubierta y la contrainteligencia. También es el oficial de enlace en las relaciones de la CIA con servicios extranjeros. Abogado de profesión, tiene 49 años y comenzó su carrera pública en el Departamento del Tesoro como asesor jurídico. En 2001 tuvo un rol importante en la redacción del capítulo de lavado de activos de la Ley Patriota, creada por Estados Unidos para aumentar el combate al terrorismo tras los atentados a las Torres Gemelas. En 2014 un artículo en The New York Times aseguró que en la Casa Blanca lo llamaban “Batman financiero” por su capacidad para “penetrar las vastas y opacas finanzas” de organizaciones terroristas, entre ellas, las del Estado Islámico.
Llegó a la CIA nombrado por Barack Obama como director adjunto, cargo en el que volvió a ser impuesto en 2021 por Joe Biden. De acuerdo al perfil oficial de la CIA, desde ese puesto Cohen “ayudó a administrar las operaciones mundiales de la agencia y supervisar su modernización estratégica”; también dirigió proyectos especiales sobre nuevas tecnologías y mejoró el relacionamiento de la CIA con las empresas privadas.