Nº 2235 - 27 de Julio al 2 de Agosto de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSe estrenó hace una semana y tiene a toda la gente hablando de lo mismo: la película de Barbie. Increíble pero cierto, el mundo entero hablando de una película sobre una muñeca. Claro, no es cualquier muñeca, es la muñeca más famosa del mundo, con presencia en 150 países y con más de 1.000 millones de ejemplares en el mercado desde su aparición en 1959 (cuando fue creada por Ruth Handler, dueña de la empresa Mattel).
Como pasa con la mayoría de los temas últimamente, el diálogo en redes sociales está bastante polarizado en la lógica amor/odio. Por un lado, están los hombres (y algunas mujeres) que expresan su repudio abierto hacia el film, en particular hombres asociados al conservadurismo de derecha. Un ejemplo es el comentarista estadounidense Ben Shapiro, que comienza su análisis en YouTube prendiendo fuego a varias Barbies en un tacho de basura. O el tuit de Elon Musk, en el que dice algo así como “si te tomás un shot cada vez que Barbie dice la palabra patriarcado, quedás inconsciente antes de que termine la película”. La mayoría de las críticas provenientes del conservadurismo de derecha plantean que se trata de un film “en contra de los hombres” y que, además, no promueve ningún valor de familia.
Por otro lado, están las mujeres (y algunos hombres) que “amaron” la película, no solo desde un lugar de mero entretenimiento, sino como símbolo de reivindicación feminista. En general, se trata de personas que respetan la carrera cinematográfica de la directora Greta Gerwig y que encuentran en el film una muy buena reflexión sobre las desigualdades de género y la discriminación hacia las mujeres.
Por último, están todas esas personas que, habiendo visto o no la película, la critican porque “¿cómo me van a venir a decir ahora que Barbie es feminista? Es lo único que faltaba”. La reacción es entendible, porque Barbie feminista parece el colmo del capitalismo: la clásica estrategia de “fagocitar” conceptos revolucionarios e incorporarlos de tal manera que termina por vaciarlos de contenido. Porque, claro, no hay que olvidar que la película es producida por la propia empresa de juguetes que fabrica la muñeca, y ¿qué mejor estrategia que intentar limpiar la imagen de un producto que fue acusado de representar los peores estereotipos de belleza hegemónica para las mujeres?
Mattel no lo oculta, sus directores esperan que la película le dé a Barbie el impulso que precisa. Después de haber tocado fondo cerca de 2014, con un nivel muy bajo de ventas, la empresa empezó una estrategia de diversidad para intentar desmarcarse de los estereotipos promovidos durante décadas. Así, fueron incorporando opciones como la “Barbie científica”, la “Barbie jueza”, la “Barbie con hyjab”, la “Barbie en silla de ruedas”, la “Barbie Frida Kahlo” y otras varias opciones para sumar diversidad al universo Barbie y tratar de olvidar que en su origen la muñeca estaba inspirada en un juguete sexualizado para el público masculino.
Siempre que veo este tipo de productos masivos que se posicionan como feministas a pesar de las contradicciones me pregunto qué sería mejor: ¿que la película de Barbie fuera una simple repetición de estereotipos hegemónicos incuestionados o que, a pesar de tener un objetivo claro de ganancias económicas, transmita al menos algunas ideas de lo que es la discriminación de género? Tiendo a inclinarme por la segunda opción. Mi límite es Christian Dior y su remera de algodón de 700 dólares con la frase “Todos deberíamos ser feministas” tomada de la activista y escritora nigeriana Chimamanda Ngozi; en mi opinión, eso es cinismo puro y explotación de un concepto sin ningún tipo de interés en su contenido.
Pero se nota al ver la película que, más allá de los intereses económicos, hay gente que hizo las cosas con un posicionamiento claro y un buen manejo de los conceptos. El guion, escrito por Gerwig y su marido, es fino en su humor y maneja muy bien el sarcasmo para mostrar situaciones cotidianas de machismo sutil al que estamos expuestas las mujeres. Mi parte favorita es cuando, para engañar a los Ken y volver a tomar el poder en Barbie Land, las Barbies se someten a una guitarreada funesta por parte de Ken, que les canta por horas durante una cita en la playa, regodeándose consigo mismo.
Pero me gusta también una parte de la película poco comentada: cuando Barbie tiene que “averiguar” quién era su dueña en el mundo real. Entonces muestran a la protagonista cerrando los ojos, que como en una especie de meditación empieza a visualizar a la niña que jugaba con ella.
Me imagino entonces que la “nueva Barbie” no es solo feminista sino también medio mística, y ya me gustaría saber de qué signo es.