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    El sondeo de expectativas de inflación del Banco Central cumplió 10 años con menos respuestas y varios pronósticos desalineados

    Un 11,6%. Esa era la inflación que esperaban para 2004 los 11 analistas privados que respondieron en la primera encuesta de expectativas efectuada por el Banco Central (BCU). Diez años después, el sondeo se sigue haciendo pero recoge menos opiniones y en 2013 pocos anticiparon con precisión la realidad.

    Con esta encuesta el organismo “trata de captar las expectativas inflacionarias para el horizonte más relevante en materia de diseño de la política monetaria actual”, señalaba en el primer comunicado, difundido el 14 de enero de 2004. La explicación se repite en cada reporte mensual en el que informa el promedio simple, la mediana, el desvío estándar y las proyecciones mínima y máxima para distintos períodos (el mes en curso, el siguiente semestre, el año calendario corriente, los próximos 12 meses, el año calendario siguiente y un horizonte de 18 meses). Allí se manejan datos agregados, sin detallar los vaticinios de cada analista; desde hace unos pocos años eso último lo hace con un rezago de dos meses.

    La encuesta más reciente, difundida el jueves 20, mostró que los siete expertos del sector privado que respondieron —de los bancos Itaú y Santander, la AFAP Sura, del Instituto de Economía (Iecon) de la estatal Facultad de Ciencias Económicas, y los consultores Oikos, y Mosca & Asociados— esperan para el mes en curso que el índice de Precios al Consumo (IPC) se ubique en 0,35%. Ese dato es el centro de las respuestas cuando las mismas se ordenan, lo que se conoce como “mediana”, una medida que tiene como ventaja que se ve menos afectada por los valores extremos que el promedio.

    Para todo 2014 esos economistas proyectan que la inflación será de 8,3%, en mediana. El más pesimista (el valor máximo) estima que llegará a 9,2%; ni el más optimista (valor mínimo, de 7,59%) cree que la tasa se alineará con el rango —de entre 3%-7% desde julio— esperado por el gobierno.

    Son precisamente las expectativas desalineadas lo que más preocupa por estos días al equipo económico, luego del repunte inflacionario de enero y febrero. Con el IPC anual rondando los dos dígitos —9,82% a febrero—, el gobierno logró poner en vigor en menos de una semana una ley que alivia el IVA en algunos rubros de la canasta básica. El Senado le dio sanción definitiva al proyecto el martes 25.

    Al comparecer el jueves 20 ante la Comisión de Hacienda de la Cámara Alta para defender la iniciativa, el subsecretario de Economía, Jorge Polgar, dijo: “Los señores senadores saben que eso no es ir a los problemas de fondo de la inflación; eso tiene que ver con el ciclo económico, el crecimiento y la demanda. Acá estamos utilizando márgenes fiscales para evitar otro componente que está directamente relacionado con la dinámica de la inflación, dados los fundamentos: las expectativas”. Y siguió develando el trasfondo de la estrategia del gobierno: “Ya habrán visto las repercusiones y los compromisos de privados en la cadena de formación de precios para mantener acuerdos de congelamiento voluntario de algunos productos básicos de la canasta familiar, que tampoco van a los fundamentos porque, precisamente, son para afectar las expectativas y cortar mecanismos naturales pero perversos de indexación de precios”.

    Desde hoy jueves 27 rige una baja de 4% en la media res vacuna, resuelta por los frigoríficos.

    La encuesta.

    Algunos economistas que hablaron con Búsqueda consideran que la cantidad de opiniones que recoge el BCU en su encuesta es poco representativa de las expectativas del mercado o que puede estar sesgándose. El Banco Central de Chile recibió unas 58 respuestas para su sondeo de marzo. Al Banco de la Reserva de Nueva Zelanda le contestaron 72 (aunque le envió el cuestionario a 118) de sectores diversos, entre ellos el financiero y el agro. Y el Banco Central Europeo trabaja con un panel de cerca de 75 profesionales.

    Junto con los resultados agrupados de la encuesta de este mes el BCU también difundió los pronósticos al cierre de 2013 que hizo cada analista.

    Los economistas del Iecon efectuaron una estimación casi exacta de la variación que registró el IPC: dijeron que subiría 8,50% y según la medición del Instituto Nacional de Estadística lo hizo un 8,52%.

    Los otros ocho esperaban un registro más alto: HSBC y República AFAP 8,60%, Sura 8,83%, el banco Itaú y Mosca & Inchausti 8,90%, y Santander 8,98%.

    Equipos Mori estaba despegado del resgo con sus proyecciones y auguraba que el IPC aumentaría 9,40%. Alejandro Cavallo, economista de esa consultora, explicó que subestimaron levemente el efecto del plan “UTE Premia” y se dio una caída mayor a la esperada en el precio de las frutas y verduras, y también de la carne.

    Sesgo y errores.

    Cuando el BCU decidió empezar a difundir los pronósticos individuales con dos meses de rezago, algunos expertos optaron por dejar de contestar la encuesta.

    “Se ganó en transparencia pero a cambio bajaron la cantidad de analistas y/o consultoras que responden habitualmente”, comentó Cavallo. En su opinión, si bien el hecho de tener menos respuestas “aumenta el margen de error y posiblemente los resulltados están algo sesgados”, esto no necesariamente hace a la encuesta “menos representativa. Para esto habría que ver si quienes dejaron de responder tienen características comunes. Evidentemente, no es lo mismo contar con una muestra de 15 que con una de siete u ocho”, pero la lectura de la mediana “mitiga este problema aún con una muestra menor”, sostuvo.

    Ante una consulta de Búsqueda, el BCU explicó que invita a participar a “todas aquellas consultoras y bancos privados que son formadores de opinión y cuyo perfil técnico es garantía de calidad dado su profesionalismo y objetividad”. Agregó: “En los últimos meses varios convocados no respondieron, así como se sumaron nuevos encuestados voluntarios”.

    Para el organismo “es más relevante considerar las características de los participantes” que su cantidad, y acotó que la encuesta del Banco Central chileno “no es comparable”, ya que ese país tiene un tamaño de mercado y población mayor, y que allí son muchas más las consultoras.

    El BCU sostuvo que “gestiona todos sus procesos en perspectiva de mejora continua” y, en ese sentido, la “metodología de las encuestas se encuentra en permanente revisión con miras a su fortalecimiento”.

    Aseguró que para la “evaluación de las políticas y monitoreo de los resultados”, además de esta encuesta el Central hace estudios y considera “insumos complementarios” sobre las expectativas de los agentes.

    La capacidad de predicción de los analistas que responden al sondeo del BCU fue evaluada en algunas investigaciones. Las proyecciones mostraron un “pobre desempeño” al principio, pero luego se tornaron más certeras, según Bibiana Lanzilotta, Adrián Fernández y Gonzalo Zunino, del Centro de Investigaciones Económicas. Ese análisis llegó hasta 2007.

    Constataron que en las proyecciones con horizonte a un mes los analistas corrigen en parte el error cometido en el período anterior. También que, aunque el BCU les pide una estimación de la inflación efectiva, los encuestados se inclinan a contestar respecto de la inflación tendencial (o bien sus modelos apuntan a dicho componente).

    Dos economistas del BCU —Diego Gianelli y Fernando Borraz— advirtieron en un estudio más reciente un “acoplamiento” en las expectativas individuales hacia el promedio o mediana divulgado el mes previo, que el techo del rango-meta ha operado como una “referencia fuerte” y que los modelos que usan los analistas no siempre recogen el uso de instrumentos monetarios por parte de ese organismo.