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Cuando las distintas vacunas contra el Covid-19 comenzaron a administrarse en el mundo, no había certezas de cuánto duraría la protección que ofrecían. En algunos casos, se sabía que de entrada se precisarían dos dosis, separadas en el tiempo por lapsos estudiados. Pero después de dos años de pandemia global, muchos países se encontraron con que la inmunidad de aquella población que habían vacunado con dos dosis empezaba a descender, al tiempo que el virus iba mutando y generando cepas que adquirían los nombres de distintas letras del alfabeto griego. Entonces, los que pudieron acceder a más vacunas empezaron a administrar terceras dosis, llamadas también “de refuerzo” o “booster”. Incluso algunos países ya ofrecen la cuarta.
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A mediados de 2021, cuando la variante delta del coronavirus apenas se había descubierto en el mundo y no había siquiera llegado a Uruguay, un equipo de investigación del Departamento de Desarrollo Biotecnológico de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar), liderado por la inmunóloga María Moreno, presentó un proyecto para diseñar una vacuna oral contra el Covid-19, que obtuvo financiamiento a través del Fondo María Viñas de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).
El proyecto, que comenzará a ejecutarse el 1º de abril, consiste en utilizar Salmonella atenuada como vector de vacunación. Según explicó Moreno a Búsqueda, los investigadores pretenden generar inmunidad a nivel de las mucosas, es decir, de las vías externas como la nariz y la boca. Esto permitiría “un mejor control de la transmisión del virus”, que es un asunto donde flaquean las vacunas que están disponibles en la actualidad, que apuntan a generar inmunidad a nivel “sistémico” o más profundo. La efectividad de las vacunas inyectables de las que dispone el mundo para reducir muertes e infecciones graves quedó probada con el tiempo, pero no así su capacidad de prevenir contagios.
La vacuna que pretende desarrollar el equipo de la Facultad de Medicina podría generar “una respuesta muy fuerte a nivel de mucosas”, opinó Moreno, y agregó que también tiene el potencial de desarrollar una respuesta a nivel sistémico. En ese caso, podría incluso no ser “necesaria la administración de otro tipo de vacunas”. Es decir, que las vacunas orales desplacen a las inyecciones.
En momentos en que los países del mundo más avanzados en vacunación anhelan un control de la situación epidemiológica, en el que los casos de muertes y hospitalizaciones por Covid-19 sean algo excepcional, el principal desafío es detener el ritmo de transmisión del virus. Para ello es que se estudian las dosis de refuerzo, para mantener activa la inmunidad de la población. En ese sentido, Moreno dijo que uno de los objetivos de la investigación que lidera podría ser ofrecer la vacuna oral como booster o que se destine a “poblaciones más susceptibles”. Sin embargo, matizó que con la ejecución de su plan van “corriendo de atrás” y que se trata de un “proyecto de bajo costo”, ya que la ANII les otorgó solo $ 1,3 millones (unos US$ 30.000).
Desde el comienzo de la ejecución del proyecto hasta la evaluación de la vacuna oral en modelos preclínicos, el equipo de investigación prevé que no transcurran más de dos años. El desarrollo clínico no está contemplado porque Uruguay no dispone de los requerimientos edilicios para hacerlo y, además, una vez más los limita el dinero obtenido. Sin embargo, Moreno asegura que “de ser exitoso quizás se puedan conseguir financiaciones a través de la industria en sí misma”, algo en lo que el equipo ya tiene experiencia.
En dos años, entonces, los investigadores podrían verificar “el potencial” de la respuesta inmune generada por vacunas orales basadas en Salmonella atenuada “como protección contra la transmisión y la infección” por Covid-19. Para la última etapa contarán con colaboración de Canadá, donde reside la especialista en virus uruguaya María Navas. Allí se probará la vacuna, primero en ratones y, en caso de que el ensayo sea exitoso, se aplicaría luego a animales de experimentación clínica de ese país.
La idea de utilizar la Salmonella no es nueva, sino que es una herramienta con la que el Departamento de Desarrollo Biotecnológico trabaja desde comienzos de la década del 90 para el diseño de vacunas. Así desarrollaron, por ejemplo, una contra el parásito que causa la hidatidosis, para administrar a los perros. En ese caso, los estudios previos se hicieron en Uruguay y el ensayo final en África. Ese fue, para Moreno, un caso de éxito.
El equipo de la Facultad de Medicina de la Udelar se prepara para llegar al primer día de abril con los conocimientos al día respecto a las variantes del Covid-19 y sus comportamientos y cómo podría contemplarlas su vacuna oral. En este aspecto la utilización de Salmonella atenuada también contaría con una ventaja: “es muy fácil de modificar a posteriori en caso de que surjan otras variantes y que haya que usar otro tipo de antígenos. Es adaptable”, aseguró la inmunóloga.
El proyecto tiene, además, un objetivo mayor: “Demostrar que Uruguay tiene potencial para desarrollar vacunas para distintas patologías o enfermedades”, dijo Moreno. Esto podría fortalecer la iniciativa que surgió a mediados del año pasado de desarrollar un instituto de producción de vacunas en el país.