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Como resultado de los relevamientos realizados en bordes de cultivos agrícolas, pudo verse que surgen especies vegetales, como los caraguatás, que sirven de punto de encuentro para abejas nativas. Esos cultivos se mantienen aislados desde hace un año y periódicamente se hace un relevamiento de la población de insectos para saber cuáles son los que colonizan esas zonas cercadas y en las que no se realizan laboreo de tierra o aplicación de productos químicos.
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Así lo señaló a Búsqueda la docente en Investigación Científica de la Facultad de Ciencias, Estela Santos, quien participa del programa denominado Paisajes Multifuncionales, desarrollado por la empresa Syngenta en alianza con esa casa de estudios estatal.
El impacto de la producción de granos, específicamente de soja, en la biodiversidad del campo uruguayo es uno de los asuntos de mayor preocupación para organizaciones ambientales, empresas y productores rurales y sectores del gobierno. El abordaje de ese tema suele generar polémica y debate en diversos ámbitos de la sociedad.
Para dar respuesta a las interrogantes que plantea la intensificación y extensión de la agricultura en el suelo de Uruguay, la firma en cuestión impulsa el programa que implica una serie de tareas de monitoreo y estudios en el terreno, específicamente en zonas reservadas al borde de los cultivos de granos, con un tratamiento diferente al resto.
Los investigadores observan cuál es la diversidad de flores que se genera en esas zonas en las que no se realizan cierto tipo de manejos de suelos o no se utilizan agroquímicos.
El trabajo “pone especial énfasis en los polinizadores, que son insectos claves en el ecosistema”, dijo Santos.
Comentó que se estudia “si esos polinizadores obtienen algún beneficio de esos bordes de cultivos, si les es beneficioso como sitio de anidamiento, de refugio o de alimentación”.
También se hace un “monitoreo de suelo para ver si otros insectos colonizan el lugar y pueden tener un valor para el ecosistema, ya que no solo está en los polinizadores, sino en un ambiente multifuncional”.
Otro de los resultados registrados es que esas áreas “son colonizadas por otro tipo de insectos, también, que cumplen otros roles en el ecosistema, como la degradación de suelos por ejemplo, o en muchos muestreos detectaron parasitoides de plagas”, contó.
La investigadora añadió que “en Uruguay se están investigando algunas cosas en ese sentido, para minimizar el uso de agroquímicos en el ambiente y controlar los insectos que son plagas de cultivos”.
“Cuando se manejan parasitoides, hay que proveerles áreas para que permanezcan, y estamos pensando que estos refugios de polinizadores también sirven de alojamiento para insectos parasitoides, que son beneficiosos para el ambiente en el combate de plagas”, advirtió.
Para Santos, la conformación de los espacios en los bordes de los cultivos “no es un problema para el dueño de la chacra”.
El impacto de la producción de granos, específicamente de soja, en la biodiversidad del campo uruguayo es uno de los asuntos de mayor preocupación para organizaciones ambientales, empresas y productores rurales y sectores del gobierno.
“(En esos lugares) se procrean diversidad de vegetales, han surgido plantas que no se estaban viendo y se ve que ahí en esos lugares hay un banco de semillas que queda latente para cuando el suelo deje de tocarse”, valoró.
Y consideró que esas “son fuentes para la manutención de una diversidad animal importante, especialmente polinizadores”.
“En uno de los últimos muestreos, pudimos ver cómo la especie de cardillas o caraguatás son un punto importante de encuentro para una especie de abejas nativas”, destacó.
Aseguró: “Pudimos ver cómo en estos bordes surgieron los caraguatás de forma natural y nadie los tocó y fueron un punto de sostén para una especie de abejas nativas, del orden de los alictidos que realizan una danza especial de apareamiento y pueden procrear y dejar descendencia en el ambiente”.
“Si no se dan esos huecos en los ecosistemas, entonces estas abejas nativas no se encuentran, no se reproducen y dejan de existir en los ambientes”, indicó.
“Paisajes Multifuncionales” es un programa que Syngenta aplica simultáneamente en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Entre los cuatro países ya hay 200 áreas en campos que son destinadas a la iniciativa con “muy buena aceptación por parte de los productores”, según esa compañía.
En los suelos uruguayos comprende hasta el momento a unos 15 lotes, que se encuentran en Mercedes, departamento de Soriano y en Florida, entre otros puntos.
Esa iniciativa forma parte de una estrategia de sustentabilidad implementada por la firma que se denomina The Good Growth Plan, que tiene el objetivo de promover la generación de la biodiversidad, mediante la generación de espacios con vegetación nativa en zonas no productivas, que puedan ser propicios para la reproducción de insectos que contribuyen a una mayor polinización de los paisajes y a la preservación de la flora.