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En una noche de llanto y festejo, Martínez emuló lo que hizo Vázquez en 1994: no reconocer la derrota y apelar al conteo final
Hubo integrantes del comando que le recomendaron asumir que había perdido
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“Queda esperar la evolución del escrutinio y saber el número de votos observados. Por lo tanto pedimos (…) esperar con serena calma los resultados finales”. “Nosotros vamos a esperar los resultados finales”. “Cuando esté definido quién ha ganado saludaremos a quien sea… si no somos nosotros”.
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Las frases salieron una tras otra de la boca del hoy presidente Tabaré Vázquez entrada la noche del 27 de noviembre de 1994. En aquel momento el candidato por el Encuentro Progresista había perdido por escaso margen con el colorado Julio Sanguinetti y apelaba a los votos observados como la última esperanza para revertir un resultado ya virtualmente definido. Vázquez no reconoció la derrota esa noche. Recién lo hizo luego de unos días de descanso que se tomó en el campo.
Casi 25 años después, el Frente Amplio se encontró con la misma situación. Aunque por caminos diferentes. Cuando Vázquez perdió, tenía la ilusión de por primera vez en la historia llevar al Frente Amplio al gobierno. Este domingo Daniel Martínez cargaba con una derrota pronosticada por todas las encuestadoras por amplio margen y, de esa forma, la salida de la coalición de izquierda del Poder Ejecutivo. Pero en ambos casos el Frente Amplio perdió por unos pocos miles de votos. Y los dos candidatos optaron por no dar por concluida la contienda electoral hasta días después.
Pasadas las 23:30 horas del domingo 24, Martínez subió al escenario golpeándose el pecho con una euforia desbordante. La clara derrota que vislumbraban las encuestas pasó a ser un ajustado triunfo para el blanco Luis Lacalle Pou y el candidato oficialista liberó la presión acumulada durante días. Todos los dirigentes apostados en el hotel que consultó Búsqueda reconocían para ese momento que el Frente Amplio había perdido la elección, pero la sensación era de felicidad por haber logrado una remontada inesperada.
Pero al igual que Vázquez, Martínez prefirió poner suspenso. “Hay que esperar todavía para saber cuál es el resultado final”, dijo. Incluso, al día siguiente publicó en su cuenta de Twitter un mensaje similar a lo que dijo el actual presidente años atrás. “Cuando se confirme que él es electo voy a ir personalmente a saludarlo”, escribió en la red social.
Sin embargo, entre la dirigencia que discutió con qué discurso salir el domingo sobre la medianoche hubo varios que recomendaron reconocer el resultado. Finalmente, primó la opción de esperar lo que confirmara la Corte Electoral entre otras cosas para controlar cuál podría ser la reacción de los militantes frenteamplistas que aguardaban en la avenida 18 de Julio.
Del llanto al festejo
Los ojos de la señora se llenaron de lágrimas. Eran las 20:30 horas y el primer mensaje que llegó fue el anuncio de la directora de Cifra, Mariana Pomiés, informando en Canal 12 que el próximo presidente será Luis Lacalle Pou. Aferrada a la valla que separaba el escenario de la militancia frenteamplista, la mujer (rubia, de unos 40 años y bandera en los hombros) se puso a llorar. Con un mal cálculo de quien colocaba música, por los parlantes comenzó a sonar la canción Chau de No te Va a Gustar y a los segundos un veterano enardecido les gritaba a los sonidistas: “¡Poné lo que hay que poner!”. Inmediatamente se escuchó el jingle de campaña.
Horas antes, cuando cerca del mediodía Martínez llegó a la Universidad ORT del barrio Pocitos para votar. El clima era de una tranquilidad que ya no reflejaba la euforia con que arribó un mes atrás, el 27 de octubre. Sin embargo, el seguimiento que hicieron las encuestas durante los últimos días mostró que el Frente Amplio llegaba al día de la elección con una desventaja menor –unos tres puntos debajo–. Era alentador. Pero la posibilidad real de ganar no estaba en el pensamiento de ningún dirigente frenteamplista.
Entre la dirigencia que discutió con qué discurso salir el domingo sobre la medianoche hubo varios que recomendaron reconocer el resultado.
Cuando se empezaron a conocer los resultados de las encuestas a boca de urna, la sorpresa inundó los pisos del Hotel Cristal Tower. Un allegado a Martínez estaba por empezar a llorar cuando un dirigente se le acercó y le dijo que esperara, que no estaba todo perdido. Aparecieron datos que adelantaban un final ajustado. Opción dio a Lacalle Pou ganando, Factum proyectó un empate, Equipos prefirió aguardar y la diaria pronosticó el triunfo de Martínez. El Frente Amplio hizo sus propios sondeos y, según dijeron fuentes oficialistas, cerró con Martínez ganando con una ventaja de 1,8 puntos porcentuales.
Varios dirigentes, que estaban reunidos en el primer piso, bajaron a la calle con una incrédula felicidad. Nadie sabía qué había pasado, pero el Frente Amplio podía ganar la elección. El publicista Claudio Invernizzi no contenía su emoción y festejó la remontada frente al televisor. El resultado era tan inesperado que para muchos la explicación no podía ser otra que el video del líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, que había circulado durante esos días invitando a las Fuerzas Armadas a no votar al Frente Amplio. El diputado Fernando Amado, enfundado en una camiseta con el rostro de Batlle y Ordóñez, decía que “pase lo que pase, van a tener que arrestar a rigor a Manini”.
Lo que se pronosticaba que sería un trámite se convirtió en una pelea voto a voto. El tiempo pasaba y sobre las 23 horas la diferencia era de pocos miles de votos. Ni Martínez ni Lacalle Pou salían a hablar públicamente y era todo espera. Tanto que las hijas y los nietos del candidato oficialista decidieron bajar e ir a pasar el rato en el escenario porque los más pequeños querían hacer otra cosa más que ir de un lado a otro en los corredores del octavo piso. Pidieron pizzas para acompañar la espera.
Finalmente, el escrutinio mostró una leve ventaja para Lacalle Pou (48,7%) sobre Martínez (47,5%). La diferencia de votos era de unos 30.000 y la cantidad de observados superior a los 35.000, por lo que virtualmente el resultado final era abierto. Aunque sería algo inédito que el 90% de los votos observados fueran para el candidato oficialista.
En el séptimo piso del hotel los miembros de comando de Martínez junto a algunos referentes del Frente Amplio se reunieron para analizar el panorama. Se valoró de forma muy positiva la remontada, el hecho de que la diferencia fuera muy poca, que Lacalle Pou no alcanzara el 50% de los votos, lo que se resumió en una señal de respaldo al proyecto progresista. En este escenario, algunos de ellos eran partidarios de que Martínez reconociera el triunfo de Lacalle Pou en su discurso esa noche, dijeron presentes en la reunión a Búsqueda. Sin embargo, primó la posición de afirmarse en esperar los datos finales de la Corte Electoral sin transmitir a la gente falsas esperanzas. Así se lo comunicaron luego al propio Martínez, quien coincidió en aguardar a que se revisaran los votos observados.
El presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, llamó al senador Álvaro Delgado para comunicarle oficialmente que Martínez saldría antes que Lacalle Pou a hablarle a su público y que no reconocería la derrota esa noche.
El presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, llamó al senador Álvaro Delgado para comunicarle oficialmente que Martínez saldría antes que Lacalle Pou a hablarle a su público y que no reconocería la derrota esa noche. Luego el candidato oficialista bajó al primer piso donde aguardaba la dirigencia frenteamplista. “Se siente, se siente, Martínez presidente”, le gritaron ni bien entró. Y luego de saludar durante unos minutos recibió la llamada de Vázquez para saludarlo. Unos minutos después salió rumbo al escenario para hablarle a la militancia que llevaba cuatro horas allí.
Martínez subió e invitó a la dirigencia frenteamplista a acompañarlo. Algunos celebraban agitando banderas uruguayas. Otros, como Miranda, lloraban emocionados. Pero ninguno con la euforia del candidato. “La diferencia no va a ser superior a los votos observados. Por lo tanto hay que esperar”, dijo. Y agregó luego: “Intentaron enterrarnos, lo que no sabían es que somos semillas”.
Al terminar su discurso los dirigentes fueron bajando del estrado. Martínez se quedó unos minutos más saludando mientras en los parlantes comenzó a sonar Salir al Sol de Fito Páez. Revoleó una bandera uruguaya, la besó y luego la tiró al público. De fondo se escuchaba al cantante argentino: “Hay que volver a empezar, hay que volver a soñar. (…) Hay que salir a pelear, hay que salir a luchar”.