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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace poco más de un año le escribía en estas páginas al Ec. Ernesto Talvi, felicitándolo por su resultado en las internas y a la vez cuestionando sus ataques hacia otros incipientes líderes y partidos políticos que tildaba de “unipersonales”.
Llamaba entonces a una autocrítica de cómo era posible que no encontrasen un espacio dentro del partido y en cambio fuera preferible encarar un desafío tanto más complejo. En las palabras del presidente Batlle Berres, recordadas en un reciente boletín colorado: “El que tenga sentimientos de izquierda, que venga con nosotros; el que tenga sentimientos de centro, que venga con nosotros, y el que tenga sentimientos de derecha, que también venga, y todos juntos construiremos el país”.
Aventuraba entonces una razón: el proceso de endofagia en que estaba sumido el Partido Colorado. La endofagia (devorarse hacia dentro) se manifiesta en dos formas. Primero, en las luchas intestinas que resultan cuando impera la lógica del reparto. Al igual que experimentamos desde hace décadas en el plano social y económico, el foco no pasa por cómo hacer crecer la torta, sino cómo se reparte el núcleo duro de votantes colorados, los menguados escaños y luego los cargos. Segundo, todo lo que se devora hacia dentro expulsa hacia fuera lo que va descartando y a la vez, por diseño, rechaza nuevos ingresos con los que repartir.
Principal responsable es el nefasto sistema de configurar el orden de prelación de una lista única con base en los votos de las distintas agrupaciones en la interna. Entiendo que hace que el esfuerzo económico sea más moderado, pero hace que se priorice la interna, las agrupaciones se movilizan en torno a la interna, pugnan dentro de la misma pecera, y después ya está todo el pescado vendido. Entre julio y octubre te quedas sin nafta. En 2014 se votó peor que en 2010 y en 2019 peor que en 2014. En ambos casos tras la interna se podía vislumbrar un 18-22%, pero, como sabemos y hemos visto reiteradamente, la lógica del reparto conduce inexorablemente a que se achique la torta. Es un juego de suma negativa, resta.
No había pasado un mes de esa carta cuando se volvió a poner de manifiesto esta lógica perversa. El senador Pedro Bordaberry se mostró dispuesto a reconsiderar su retiro y la respuesta fue fulminante. Ya estaba todo el pescado vendido, reabrir el juego en agosto sería injusto con los que ya avanzaban hacia octubre en piloto automático. En ningún momento parece haber sido relevante que en octubre se eligen representantes y que los ciudadanos tenían el derecho de poder votar a quien considerasen que mejor los representa.
El problema radica en que las prioridades se han invertido. Durante años hemos repetido cual mantra que primero está el interés de la República, luego el del partido, después las agrupaciones y finalmente el interés personal. Conflictos entre agrupaciones siempre hubo y siempre los habrá, pero eran conflictos basados en la pluralidad y multiplicidad de ideas y causas. Desde hace años el conflicto es por demostrar quién es más batllista que el otro y así definir quién se queda con la torta. Las agrupaciones y lo personal están primando sobre el interés del partido.
No es un problema de Talvi, o de Sanguinetti, ya en 2014 estaba instalado entre la 10 y la 15. Es un problema que viene de las mismas bases y es necesario erradicar porque el país precisa un Partido Colorado fuerte que engrose el centro y coma hacia ambos lados, no hacia dentro. En los últimos meses el proceso se venía agudizando por la paridad relativa de ambos sectores y la renuncia de Talvi crea una verdadera oportunidad de dejar atrás esa dinámica y concentrar todos los esfuerzos en cumplir con el mandato popular de participar y ejercer contralor, pero sobre todo apoyar a este gobierno de coalición por el cambio.
Estaremos atentos.
Antonio Terra Rompani
CI 2.561.715-