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Hay dos motivos para mirar Merlina. El primero es que la serie está dirigida por Tim Burton, el cineasta de los ambientes fantasmagóricos y seres extravagantes, y el segundo es que tiene una gran actuación de la actriz Jenna Ortega en el papel de Wednesday (su nombre en el original), la niña inteligente y lúgubre de Los locos Addams. La comedia de humor negro surgió como serie en los años 60 y tuvo un exitoso retorno en una película de 1991 dirigida por Barry Sonnenfeld (Hombres de negro) y protagonizada por Raúl Juliá como el patriarca Homero Addams (Gómez Addams en el original), Anjelica Huston como su esposa Morticia y Christina Ricci como Wednesday.
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Treinta años después de aquella recordada película, Merlina (estrenada en Netflix a finales de diciembre) llega con una trama bastante trillada: se desarrolla en un ambiente académico gótico, los alumnos son frikis con poderes especiales, hay una sociedad secreta, varios misterios y un bosque cercano donde cada tanto un monstruo descuartiza sin piedad a quien camina por allí, sobre todo si es de noche.
Aunque la trama no se destaca por su originalidad, sí le permite a Burton desplegar su magia: el acentuado uso del contraluz, la proyección de sombras gigantes y una criatura maldita de ojos enormes y saltones que parecen tener vida propia. Si hay algo potente en esta seriees la estética Burton.
Lo que sí es novedoso es que Merlina se independiza de su familia, algo que ha enojado a los fanáticos de la historia. Pero los Addams no siempre fueron una familia. Nacieron en un cómic con personajes que no tenían nombre ni ninguna relación entre sí. La tira, que carecía de título, apareció por primera vez en 1938 en la revista The New Yorker y fue creada por Charles Addams, un humorista gráfico estadounidense que decoraba las paredes de su casa con instrumentos de tortura medievales. De esa cabecita salieron personajes de estilo gótico y humor macabro, protagonistas de situaciones que parodiaban la forma de vida de los estadounidenses.
En 1964, David Levy le compró a Addams los derechos para una serie televisiva. Entonces sus criaturas, que mantuvieron la apariencia de la historieta, se integraron en una familia, tuvieron una personalidad definida y un nombre. Y todos fueron los Addams.
La serie en blanco y negro de los 60 no tuvo demasiado éxito y duró dos temporadas, pero en el recuerdo permaneció el humor fúnebre de sus personajes y su tema inicial, que incluía el doble chasquido de los dedos que los integrantes de la familia hacían cuando comenzaba cada capítulo. En ese momento, Wednesday era una niña un poco más agradable que sus sucesoras. Interpretada por Lisa Loring, tenía unos seis años, usaba trenzas largas y vestidos oscuros. El actor John Astin era Homero y Carolyn Jones, Morticia.
En los 70, Los locos Addams pasaron a una serie animada y también hubo una versión especial para Halloween, con la participación de los actores de la serie original. Pero su verdadero éxito llegó con la película de Sonnenfeld y una Wednesday más sombría e implacable. Una actuación de Ricci genial y recordada.
En Merlina, Jenna Ortega acentúa las características de la protagonista. La actriz de 20 años interpreta a una adolescente fría, inteligente y despiadada, que encima está enojada con sus padres. Además, tiene poderes psíquicos que le permiten predecir el futuro inmediato (que siempre es horrible).
Ortega, de padres con ascendencia mexicana y puertorriqueña, le da un toque especial al personaje, de una oscuridad elegante y atractiva. Los guiños a sus raíces aparecen en algunos capítulos, por ejemplo, cuando en una escena está escuchando La llorona, de Chavela Vargas.
La serie comienza con su expulsión del liceo por defender, con métodos poco ortodoxos, a su hermano Pericles, víctima del acoso de estudiantes mayores. “¿Qué vas a hacer?”, le pregunta Pericles, cuando su hermana lo encuentra atado y con una manzana como mordaza. “Lo que mejor hago”, le contesta Merlina. Y Pericles sabe que se viene algo tenebroso, que en este caso implica mucha sangre en una pileta de natación.
Entonces sus padres deciden internarla en Nevermore, el colegio al que ellos asistieron. A pesar de que no aparecen demasiado, los personajes de Morticia (Catherine Zeta Jones) y Homero (Luis Guzmán) tienen su peso en la trama. Zeta Jones interpreta con gracia a la sensual Morticia, siempre enfundada en su traje negro que como un tubo se le pega al cuerpo. Guzmán no tiene nada de elegante, pero se parece bastante al personaje del cómic, un tipo bajito y grotesco, de raya al medio y nariz porcina.
“Su nombre viene de una línea de mi canción de cuna preferida: ‘Y un sombrío día, nació Merlina’”, le explica Morticia a la directora de Nevermore, que pregunta por qué la joven se llama Wednesday. De paso nos enteramos por qué en español se llama Merlina.
El nombre del internado es una de las tantas alusiones a Edgard Allan Poe. Filmada en gran parte en un castillo rumano de estilo gótico, la serie tiene muchas referencias a obras de terror o de misterio, como a la novela La dalia negra. Nevermore es el lugar ideal para los bichos raros, para los excluidos. Allí conviven vampiros, lobizones, sirenas, gorgonas y psíquicos como Merlina.
Ortega compone a una adolescente que nunca ríe ni expresa emociones. Para ello, según ha contado en entrevistas, siguió las indicaciones de Burton, que le pidió que no pestañara al mirar a los demás. A ella le llevó mucho tiempo acostumbrarse a tener los ojos bien abiertos pero sin exagerar, y estudió la mirada de otras personalidades, especialmente la de Stanley Kubrick, que le pareció muy intimidante. Aprendió además a caminar sin mover los brazos y a mantener la espalda muy recta.
Con esos ojos y postura toca en el violonchelo unas muy buenas versiones de Paint it Black de los Rolling Stones y de Invierno de Vivaldi. Y en una de las mejores escenas se manda un baile “quebrado” en el que mezcla algunos movimientos “a gogó” de los 60 con otros inventados. Un poco recuerda el baile de Uma Thurman en Pulp Fiction, pero el de Ortega es sin parpadear, como poseída. Un baile que vale por toda la serie.
Entre los personajes hay otras sorpresas. Una es la aparición de Christina Ricci, la única normi de Nevermore, un pequeño homenaje a la antigua Wednesday. Pero la mejor es la presencia de Dedos, la misteriosa mano sin cuerpo de los Addams, que aquí adquiere categoría de protagonista con una increíble expresividad.
La historia de Merlina se extiende innecesariamente durante ocho episodios. Y no hay que esperar al Burton de La leyenda del jinete sin cabeza, ni de El extraño mundo de Jack ni de El joven manos de tijera, pero el director y los guionistas, Al Gough y Milles Millar, lograron una comedia negra y juvenil entretenida, con diálogos irónicos y personajes atractivos. Todo está listo para que haya una segunda temporada. Ojalá que tenga baile.