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    Esperanzada por un cambio “real” en Cuba, Yoani Sánchez aspira a ayudar “desde la prensa” a “formar ciudadanos y no soldados”

    Cuba está viviendo el “amanecer” hacia la transición y el fin de un régimen que duró más de cinco décadas. Habrá momentos “muy duros” y “enfrentamientos de visiones” en la creación “desde cero” de un país democrático, pero la resolución del interrogante acerca de cómo seguir cuando Fidel y Raúl Castro ya no estén, “será de los cubanos todos” y no de los “inquilinos” del Vaticano o la Casa Blanca.

    Estos fueron algunos de los conceptos centrales que la bloguera y periodista cubana Yoani Sánchez expuso durante su conferencia en el ciclo “Personalidades”, organizado por Búsqueda en Kibón el jueves 19.

    Sánchez es considerada por varias organizaciones internacionales como una de las principales referentes locales de la lucha por las libertades civiles en la isla caribeña. En 2008 la revista “Time” la eligió como una de las 100 personalidades más influyentes del mundo y su blog, “Generación Y” (desde donde plantea una visión crítica del régimen cubano), fue seleccionado entre los 25 mejores del planeta.

    Historia de la Y.

    Durante su exposición en Montevideo, Sánchez comenzó hablando de su historia personal. “Nací en 1975. Un año en que ya se había concretado la subordinación a la Unión Soviética. Una de las grandes cuestiones es cuándo murió la revolución cubana: algunos dicen que fue nada más al nacer. Otros en 1968 con la entrada de los tanques soviéticos a Praga y el aplauso de La Habana. Yo creo que murió el año que nací. Fue el año del primer Congreso del Partido Comunista, donde toda la espontaneidad murió. Nací el año en que la revolución moría”.

    “No obstante —prosiguió— a mi generación se le prometió una utopía: la utopía de prosperidad con oportunidades para todos, donde viviríamos en medio de una excelente producción de la industria, de relaciones internacionales exitosas, la posibilidad de tener una vivienda digna, un salario decente. Esa fue la Cuba prometida. Para habitar esta Cuba se intentó que mi generación fuera el ‘hombre nuevo’. Pero ni siquiera llegamos a ser un hombre bueno”.

    Sánchez explicó que ella caracteriza a su generación con la letra “Y” porque, como ella, miles de cubanos fueron bautizados con nombres “originales” de influencia soviética. “En una Cuba donde todo estaba controlado, donde uno sabía qué comía el vecino porque era lo mismo que uno tenía en el plato, hubo una parte que quedó fuera del control: el acto de nombrar a los hijos. Entonces apareció esta generación de los Yoani, los Yosumi y toda una serie de nombres que rescaté cuando en el año 2007 intenté abrir mi blog y continuar el ejercicio de la libertad de expresión”, dijo.

    En los 80, esa generación vio cómo sus padres “pasaban del aplauso a la crítica; de la fidelidad al sistema pasaron a rechazarlo”.

    La “última cuota de ilusión” de aquello “que se llamó revolución” se evaporó en 1994, cuando comenzaron las oleadas de balseros cubanos que huían de la isla, sostuvo Sánchez.

    Apatía actual.

    La periodista dijo que hoy en Cuba “la apatía es una de las características fundamentales. Una apatía de donde no habrá rebeldía ni surgirá la nueva revolución, pero también es una apatía corrosiva para el Estado, porque el sistema cubano necesita que las personas se comporten como soldados: necesita tenerlos movilizados aplaudiendo”.

    “La apatía domina sobre las personas más jóvenes y el discurso ideológico se ha debilitado, en particular porque falta el gran hipnotizador. Era un discurso que precisaba a ese hombre en la tribuna y que hablaba por largas horas y mantenía al país en un estado de hipnotismo. Ese máximo líder que todos conocen se llama Fidel Castro. En julio de 2006, con su salida del poder, se rompe ese hipnotismo, que su hermano Raúl Castro no puede mantener”, agregó.

    Sánchez mencionó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba —que estaban rotas desde 1961— y dijo que el 17 de diciembre de 2014 fue el momento “donde se abrió una rendija de esperanza”.

    “Será una fecha que siempre recordaremos. Se volvió a tener esperanza en un cambio. Se fracturó para siempre el discurso del sistema cubano que, a falta de resultados, se ancló en la confrontación contra Goliat, tratando de buscar la unidad a través del miedo al otro”, añadió.

    Sostuvo que “el discurso oficial pasó de ‘yankees go home’ a ‘yankies welcome’”, pero advirtió que “todavía no podemos decir que tenemos ni más comida en el plato, ni más libertad en las calles. Tenemos más esperanza, pero ese es un sentimiento que caduca”.

    “¿Qué ha pasado en realidad? El colapso económico se profundiza. Es un colapso del día a día: estar en el ciclo de la supervivencia y despertarse cada día pensando ‘qué voy a comer hoy’. Aún no ha logrado superarse ese problema”, precisó.

    Socialismo en USB.

    “Me siento inmensamente feliz cuando veo a mis compatriotas saltarse el muro de la censura y en una pequeña memoria USB llevar toda la información prohibida y censurada por el gobierno. No pueden poner un policía en cada esquina para controlar quién lleva ese pequeño adminículo”, dijo Sánchez al abordar el tema de la censura en Cuba.

    “Creo que un día en Cuba tendremos que hacerle un monumento a la memoria flash. Nos ha hecho mucho más libres que cualquier intento de transformación por parte del gobierno”, agregó.

    Dijo que el surgimiento de una clase media en base a gente que recibe remesas es hija de “altos mandos militares” y aquellos que trabajan en el regulado sector privado “empujan” a nuevos cambios, porque “quieren más de lo que hay”.

    “No solo en términos materiales; quiere acceso a la información también, y está moviendo y empujando al gobierno a que abra espacios de Internet, de navegación inalámbrica, etc.”, explicó.

    La periodista, que tiene una publicación online llamada “14 y medio”, bloqueada por el régimen dentro de la isla pero que registra millones de visitas al mes en el resto del mundo, dijo que actualmente el gobierno “perdió el control sobre la formación de opinión en la sociedad”.

    “Durante muchos años fue una gran frustración ver cómo el gobierno manipulaba la información, la ocultaba. Hoy ya no pueden hacer eso porque hay mecanismos independientes de transmisión de información”, manifestó.

    Sin esa manipulación, “al gobierno le queda el miedo” para “controlar a la sociedad”.

    “El miedo permanente al otro, a la satanización social, el miedo a que el amigo, el vecino, sea un agente de seguridad, esté informando y vaya a delatarnos. Ese es uno de los elementos más paralizantes en la sociedad cubana”, agregó.

    Dentro de estos movimientos, los opositores al régimen han logrado crear espacios, dijo Sánchez.

    “Al gobierno le molesta muchísimo. Nos llama escorias, gusanos, nos llama en los peores términos. He encendido la televisión en el horario estelar de la noche y he visto mi rostro allí. Es una manera de matarnos, es un asesinato de la reputación y una manera de dar permiso a los violentos para que nos ataquen”, protestó.

    La periodista dijo que la oposición hoy “es como un matiz que está en todos lados” y eso genera “un robustecimiento” de la sociedad “muy necesario” para “el cambio que se viene”.

    El futuro por crear.

    Sánchez explicó que actualmente en Cuba se vive un cambio “que el gobierno intenta amañar de una manera donde nos den algunas libertades económicas manteniendo el control total a nivel político”.

    “Quieren trastocar sus uniformes verde olivo por el traje y la corbata. ¿Lo lograrán hacer? Depende mucho de la comunidad internacional y de la sociedad civil”, conjeturó.

    Dijo que Cuba tiene la “maravilla sin nombre” de que puede “crear desde cero muchas cosas”.

    “Mientras todos mis amigos escapan, mientras despido cada año a muchos de mis colegas, mientras esto ocurre, me llena de esperanza poder participar en la construcción de un país, en mi caso desde la prensa. Me llena de esperanza saber que voy a formar parte de otro laboratorio, pero para bien de la nación. De un laboratorio que no intentará formar soldados sino ciudadanos”, agregó.

    La ayuda internacional —prosiguió— será “muy importante” para que la “transición no fracase”.

    Según Sánchez, “que la transición cubana marche bien se lo debemos a América Latina, donde hemos irradiado una influencia muy negativa en la creación de guerrillas y autoritarismo. Ahora debemos convertirnos en un ejemplo promotor de la democracia”.

    “Pienso ayudar a mi país en dar información a los ciudadanos para que la próxima vez que voten, puedan votar no por el próximo dictador, sino por la próxima democracia. Ciudadanos que no se dejen hipnotizar por un dictador”, sostuvo.

    Para la periodista, Cuba precisa “administradores honestos que lleven al país por el camino del crecimiento”, y para ello “se precisan ciudadanos que no tenemos”.

    “Para ser un ciudadano usted tiene que conocer sus derechos, estar informado, estar dispuesto a defenderlos y enfrentar. Mi meta como cubana es ayudar a formar a esos ciudadanos que impidan que Cuba vuelva a caer otra vez en manos de una dictadura”, sentenció.

    Inquilinos.

    Al finalizar la exposición, Sánchez contestó preguntas del público. Dijo que hay una preocupación en cuanto a que Cuba se transforme en “otra China”, donde hay ciertas libertades económicas pero no políticas.

    “Eso intenta el gobierno. No creo que les salga bien porque Cuba es un país muy bien situado, demasiado cerca de Estados Unidos y con una comunidad de exiliados muy fuerte que también ayudará a resquebrajar el modelo de jaula bonita que quieren imponernos”, especuló.

    Tanto la corrupción —“más que de dinero, de formas de eludir las normas”— como un avance del narcotráfico, son temas que Sánchez marcó como “preocupantes” y que deben ser atendidos en la transición.

    Consultada sobre si podría haber reformistas “encubiertos” dentro del régimen actual, Sánchez dijo que es posible, pero que en todo caso “solo tienen que hacer dos cosas: permitir la libre asociación y permitir la libertad de prensa. Todo lo demás lo hacemos nosotros. Cuando nos den un micrófono y cuando la gente pueda encontrarse, es como un abracadabra: el sistema empieza a desarmarse”.

    La disertante hizo hincapié en esta idea: “los problemas de Cuba se resolverán dentro de Cuba, con ayuda internacional sí, pero no espero que el inquilino del Vaticano o el de la Casa Blanca venga a resolvernos nuestros problemas”.

    “Soy muy crítica con el embargo estadounidense, no cumplió ningún cometido y ha permitido que el gobierno cubano justifique todo el descalabro económico que tienen. Quiero ver qué pasará cuando esa justificación no esté”, añadió.

    Según Sánchez, “la polarización social durará mucho tiempo, incluso cuando llegue la democracia”.

    “Ese tipo de heridas demoran mucho en cerrar. Hay víctimas y culpables y creo que viviremos largos procesos de tribunales, justicia y públicamente habrá que exorcizar estos silencios. Será un proceso traumático, pero estoy esperanzada de que podamos elegir entre todos los procesos que ya se hicieron para hacerlo de la mejor manera”, dijo.

    Estimó que “habrá gente que dirá que antes estábamos mejor con los Castro. Muchos anuncian que cuando se termine este proceso habrá cambios negativos, como que se perderán los servicios públicos que tenemos hoy. Creo que los servicios que tenemos hoy son muy poco alpiste para tantas jaulas”.

    “Me imagino la nueva Cuba como un coro desafinado donde todos quieren decir y opinar, pero ya encontraremos nuestra propia melodía”, agregó.

    Sobre los extranjeros que siguen defendiendo al régimen, Sánchez les recomendó “viajar a Cuba pero no como turistas”.

    “No en ómnibus climatizado, ni con dólares en el bolsillo ni a orillas de la playa. Un viaje para vivir la realidad desde adentro con un salario en moneda nacional, haciendo largas filas para comprar el pan de cada día, siendo objeto de informes policiales... Creo que dos meses en esa circunstancias harían que muchos de ellos comprendieran lo que decimos y cambiaran de idea”, opinó.

    Sánchez también habló de las redes sociales, donde tiene una fuerte presencia (en Twitter la siguen casi 700.000 personas): “me considero agradecida infinita de las pequeñas personas que han hecho de mí la persona visible que soy hoy con un retuit o una respuesta. Trato de usar esa visibilidad para seguir adelante, luchando por la libertad y usándola como un paraguas protector, donde voy metiendo a mis amigos, a periodistas independientes a todos aquellos que tienen algo que decir”.

    “Ojalá el paraguas cubriera toda Cuba”, concluyó.