Un factor clave en este tema es la percepción del consumidor respecto a los productos transgénicos y de ahí el interés en algunos países en la adquisición de raciones no transgénicas para alimentar a cerdos, pollos y vacas.
Unos cinco millones de toneladas de soja no transgénica fueron importados por la Unión Europea en 2014, de los cuales 20% fue a Alemania, 16% a Italia y 15% a pasíes escandinavos.
Aunque el volumen que demanda es bajo, Suecia solo demanda soja no transgénica, comentó el investigador español Emilio Rodríguez Cerezo, del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, el viernes 8, durante el taller sobre coexistencia entre sistemas de producción, que organizó el gabinete de Bioseguridad y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Rava, que expuso en ese evento sobre el tema “Capacidades para la producción de soja no OGM (Organismo Genéticamente Modificado) en Uruguay”, dijo que en la agricultura local “hay tanto producción de soja en régimen de contraestación de semillas genéticamente modificadas como de orgánicas”.
A partir de datos de las empresas privadas que ya están exportando soja no transgénica al mercado estadounidense en régimen de contraestación, esa técnica señaló que “producir soja no transgénica tiene un costo adicional por segregar ese producto, por cuidados de limpieza para evitar la contaminación con transgénicos y conseguir un nivel de tolerancia y un umbral de presencia menor a 0,9%”, que estableció la Unión Europea (UE) en su legislación.
El costo estimado por técnicos del MGAP es de U$S 93 por tonelada adicional a lo que cuesta una soja transgénica, que se encuentra entre U$S 500 y U$S 600, dependiendo del manejo.
Detalló que de esos U$S 93 el 40% corresponde a gastos adicionales en chacra, 40% a costos de logística y 20% a la certificación del proceso.
“Vemos viable el proceso con una exportación en contenedores, para evitar la contaminación; en caso de que se trate de un volumen importante se requeriría un barco para no perder trazabilidad y poder garantizar el nivel de tolerancia requerido”, indicó.
El único productor de la oleaginosa que no es genéticamente modificada, que es reconocido por el MGAP, planta entre 300 a 400 hectáreas de ese cultivo y tiene la expectativa de llegar a sembrar 1.000 hectáreas, y los granos son exportados a Estados Unidos.
Se trata de la empresa Barraca Erro, que se encuentra en Soriano y que figura entre los mayores exportadores de soja transgénica, dijeron a Campo operadores agrícolas. En Uruguay se plantan 1,4 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, que casi en su totalidad corresponden a soja y el resto a maíz, según datos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias del MGAP.
En el marco de la visita que realizó a Uruguay el ministro alemán de Agricultura, Christian Schmidt, en agosto, hizo algunas consultas respecto a si Uruguay estaba capacitado para producir soja no transgénica, que “Alemania busca un proveedor confiable”, con “garantías de marco regulatorio” y que “realmente sea no transgénica y que se cumplan todos los protocolos”, comentó Rava.
Afirmó que “la respuesta es que sí, hay que dar en el precio, hay productores interesados que si el negocio les cierra están dispuestos a plantar”.
“Hay transparencia en la normativa y fortalecimiento institucional con el gabinete gubernamental de Bioseguridad”, integrado por los Ministerios de Ganadería, de Industria, de Economía, de Salud Pública, de Relaciones Exteriores y de Medio Ambiente, y “la certificación del Instituto Nacional de Semillas” (Inase), explicó.
Respecto a los valores, esa técnica dijo que “no hay estadísticas oficiales” de precios de soja no transgénica, existen “encuestas a importadores en la Unión Europea sobre los valores que pagan, pero no hay una bolsa de Chicago”.
Pero reconoció que “el precio debería tener un plus porque la producción de soja orgánica tiene costos adicionales”.
Respecto al precio en Brasil, Rava contó que eso fue indagado por técnicos del MGAP y averiguaron que se arregla entre privados y depende del nivel de tolerancia que exige el mercado europeo en cuanto al porcentaje de contaminación con semillas transgénicas.
El precio de la soja no transgénica históricamente ha estado entre 5% y 10% por encima del valor que tiene esa oleaginosa en el mercado de Chicago, señaló.
Indicó que a partir de 2012 y 2013 el valor de ese grano dio un salto a 20% y 30%, que a los precios actuales de la soja serían entre U$S 70 y U$S 100. “Pero (el precio) es muy volátil”, dijo.
Para los técnicos de Ganadería “no hay estudios claros” para ver de qué depende el valor de ese tipo de soja, que cotiza en la bolsa de cereales de Tokio.
Rodriguez Cerezo dio un panorama sobre el negocio sojero y productos derivados en la Unión Europea, que tiene pocos importadores de soja no transgénica, que son entre 30 y 50, mientras que las fábricas de piensos y harinas son cientos. El volumen de importación de soja es de unos 12 millones de toneladas anuales,
La UE produce un millón de toneladas, e importa 18 millones de toneladas de tortas de harina de soja y produce 9 millones de toneladas adicionales con la soja importada. El consumo total anual de la UE es de 28 millones de toneladas de soja. Ese producto se utiliza como insumo para la alimentación de cerdos, pollos y vacunos.
Un 8% de la soja importada ingresó certificada como no transgénica, que en volumen representó un millón de toneladas, y dos millones de toneladas de tortas de soja, que significó 11% de las importaciones, informó.
Aclaró que el bloque europeo “no es un mercado nicho, por el volumen que se comercializa”.
Otros datos y comentarios vinculados a la operativa sojera europea indican que el 100% de la soja que importa Suecia no es transgénica, aunque en tamaño no es un volumen importante: cerca de 200.000 a 300.000 toneladas, según ese técnico.
Destacó que el segundo mayor importador es España, pero no se especializó en segregar la soja no transgénica. El principal importador es Holanda, que segregó 14% unos siete millones de toneladas; Alemania 15% segregada, Francia, 10%. La industria del pienso compuesto es muy importante en Europa y la mayor demanda es para alimento de pollos, que representa 50 millones de toneladas, comentó.