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El repaso puede comenzar por el cuerpo técnico de la Selección Uruguaya recién eliminada de la Copa del Mundo. Antes de ser entrenador, Diego Alonso jugó al fútbol profesional durante 19 años, el ayudante Darío Rodríguez fue zaguero en cinco clubes y el entrenador de arqueros Carlos Nicola atajó entre 1995 y 2007. Si se miran los puestos de transmisión en Catar también se destacan los exfutbolistas: los históricos delanteros Diego Forlán y Sebastián Abreu, por ejemplo, comentaron partidos para la cadena estadounidense Telemundo. Pero los nombres de jugadores que continuaron vinculados al fútbol como actividad laboral cuando se retiraron son, en realidad, unos pocos: el 5%. En cambio, la inmensa mayoría, al dejar de jugar sufren “de inmediato el cese de los ingresos habituales”, según un informe realizado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres).
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Estos exfutbolistas tienen un “desafío mayor” al de cualquier otro trabajador para reinsertarse en el mercado laboral. “De hecho, muchos no lo logran y terminan en condiciones muy precarias”, agrega el estudio —al que accedió Búsqueda— preparado para la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales. Esta gremial contrató hace unos años al Ceres para trabajar en la creación de un fondo de retiro, en su costo y las fuentes de financiamiento.
La situación de los jugadores se vuelve “aún más crítica” por el régimen jubilatorio actual. Con la edad mínima de retiro establecida en 60 años —que se elevaría a 65 si se aprueba la reforma presentada por el gobierno—, la mayoría de los futbolistas están “muy lejos” de los 30 años de aportes cuando llegan a esa edad. La única alternativa que les queda, entonces, es la jubilación por edad avanzada.
La “imagen generalizada” que se tiene de los futbolistas “no es la realidad” de la mayoría, que carecen de una capacitación que les permita reinsertarse en otras actividades después del retiro, dijo el director del Ceres, Ignacio Munyo, al exponer este asunto en la comisión del Senado que estudia el proyecto de reforma jubilatoria.
Ante los senadores, planteó una propuesta basada en otorgar una prestación al terminar la carrera financiada con recursos derivados del fútbol, surgidos de cuatro vías: un “tributo” a las transferencias de los jugadores; un “impuesto” a los contratistas; una “tasa” a los ingresos de la Selección uruguaya y otra al juego de apuestas deportivas Supermatch.
Son cerca de 25.000 los jugadores que se retiraron y que todavía no cumplieron la edad mínima requerida para jubilarse, y hay otros 20.000 exfutbolistas en edad de retiro. Un jugador suele realizar su primer contrato profesional a los 20 años y la carrera no va más allá de los 35, salvo algunas excepciones.
El salario mínimo en Primera División es de $ 56.375 nominales, el doble que el de la Segunda División. Los rangos son “muy desparejos”: “Varios clubes” pagan ese piso, “otro conjunto” tiene salarios que multiplican por tres o por cuatro el mínimo, mientras que Nacional y Peñarol pagan “desde el salario mínimo” hasta valores cercanos a US$ 30.000, afirma el Ceres. Agrega que esas remuneraciones permiten a los futbolistas “mantener una vida digna”, pero “son muy pocos” los que pueden acumular un patrimonio que les posibilite “afrontar con sus ahorros” los años posteriores al retiro.
Tras dejar el fútbol profesional, hay tres formas de continuar la vida laboral. Un número “muy reducido” vive de ingresos derivados de rentas o inversiones que realizó gracias a “buenos contratos” cuando fue jugador. Otro grupo forma parte del 5% que continúa vinculado al fútbol, pero en cargos que son de oferta “muy limitada”. El resto “debe buscar empleos que no exijan una capacitación” que, por la dedicación a la competencia deportiva, no pudieron obtener.
Fondo.
La carrera profesional implica un “desgaste físico” y una “presión psicológica” que deja “secuelas” en el retiro. Para Martín Amorelli, asesor jurídico de la Mutual, esto es un argumento para que la actividad sea incorporada en los servicios bonificados, lo que implicaría que los futbolistas computen más años de servicios que los efectivamente aportados. Esa sería “la solución más simple”, según el Ceres. Sin embargo, los clubes profesionales están exonerados de los aportes patronales, por lo que sería “inviable” cumplir con una “contribución especial” que se exige por ley a los empleadores de estas actividades beneficiadas.
La “solución” elaborada por el Ceres y planteada por la Mutual es que haya una “prestación” al momento del retiro y mientras el jugador se prepara para una “nueva vida laboral”. Sería por tiempo limitado y con “importes decrecientes”, de ser posible. A esto se le suma un “plan de relevamiento de fortalezas personales y de inclinación laboral”, para darles capacitación a través del Inefop.
El subsidio sería una partida mensual para los futbolistas que se retiren en Primera y Segunda División, que estaría condicionado a su capacitación para una reinserción laboral.
La Mutual también plantea una revisión al régimen jubilatorio para que el futbolista se pueda retirar a los 60 años, aunque no haya llegado a los 30 años de aportes, dado que “muchos de los que tienen la suerte de conseguir una actividad posretiro lo hacen dentro del mercado informal”, afirma el centro de estudios.
Para acceder al fondo, el futbolista debe tener 30 años de edad, siete años de carrera profesional y estar inscripto o haber terminado una capacitación en el Inefop.
Tributos.
Para financiar los subsidios, la propuesta incluye la creación de un fondo, “tipo fideicomiso”, administrado por el Banco de Seguros del Estado, el de Previsión Social o una entidad regulada por el Banco Central.
La Mutual propone que se implemente un “tributo sobre el porcentaje de las transferencias de los jugadores”. Una tasa del 2% del 20% que corresponde a los futbolistas generaría una recaudación de US$ 200.000 anuales para alimentar el fondo, estima. También prevé un impuesto a la “intermediación” que sea un 1% del 10% que le corresponde al contratista cuando se concreta un pase. Por este concepto, el fondo recaudaría US$ 50.000 al año.
La participación internacional de la Selección produce ingresos que reciben los futbolistas “mejores pagos” y con su “vida económica resuelta”. Sería una “tasa muy baja”, que recaudaría unos US$ 300.000 anuales.
La cuarta vía de financiación afecta un 0,5% de la recaudación del juego Supermatch, lo que permitiría obtener US$ 400.000 anuales.
Por las cuatro vías, se obtendrían US$ 950.000 anuales, lo que permitiría otorgar un subsidio de un salario mínimo por un año al jugador, con la opción a medio salario mínimo por un segundo año. El Ceres hizo esa estimación considerando que anualmente se retiran 48 futbolistas.
La propuesta de la Mutual “muestra que se puede financiar la prestación” con recursos procurados “por los propios futbolistas, que son la esencia de la actividad económica y del espectáculo público, pero se deja abierta la posibilidad de algún aporte del Estado, como devolución de lo que genera este sector con base en lo realizado por los deportistas”, concluye el Ceres. Como planteo adicional, la gremial propuso la incorporación a los servicios bonificados.
El tesorero de la Mutual, Gonzalo Sena, dijo ante los senadores que hay futbolistas jóvenes que “no entienden lo que es una carrera ni estudiar para el después”. “Ven una pelota y piensan que es su salvación, que es por ahí, pero la realidad es que Suárez o Cavani hay muy pocos”. Y finalizó con una metáfora futbolera: “Debemos unir el primer tiempo, que es el fútbol, con el segundo tiempo, que es la vida laboral”.