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    García Márquez

    Sr. Director:

    Solicito la publicación de la siguiente carta abierta a Gabriel García Márquez.

    Antonio Romero Piriz

    Gabo: te escribe un lector uruguayo, desconocido para ti, pero que te ha visto en varias etapas de su vida y te lo va a contar, dondequiera que estés.

    Dicen que cuando alguien parte de esta vida un pedazo de nosotros también se va, y hay que guardar un respetuoso silencio.

    Pero a los 63, y habiendo perdido en el año pasado, el año de la yeta, un hijo (hace hoy exactamente un año, un 18 de abril) y un ojo, ya no puedo ser políticamente correcto y tengo ganas de decir lo que pienso porque creo en aquello de que “el que calla otorga”.

    Leí de un tirón ese libro sin oraciones que es “Cien años de soledad” cuando era un joven, no sé si feliz pero sí indocumentado, cuando creía que debajo de los adoquines de París estaba la playa, que estaba prohibido prohibir y que en Cuba había una revolución y un hombre nuevo. Y leí unas cuantas cosas más que escribiste.

    Luego te vi en el 82 en Estocolmo cuando recibiste el Premio Nobel y yo era un exiliado en Suecia porque en Uruguay había una dictadura militar. Me gustó que rompieras el acartonamiento de los suecos apareciendo de guayabera blanca y con una orquesta de música tropical a tus espaldas.

    Me gustó que criticaras a las dictaduras castrenses, pero hoy que escucho tu discurso de vuelta, queda claro que te “olvidaste” de la castrista, que tenía entonces 23 años y ya había fusilado, encarcelado y obligado al exilio a tantos.

    Luego vino la etapa de mi decepción, y tengo que decirte, Gabo, que desde entonces no me gustó nada verte tan amigo con el dictador Castro.

    Porque no se puede separar al cantante, al escritor, al intelectual en general de lo que son sus posturas políticas públicas. Porque si nos olvidamos de ellas, los que se benefician nos las van a recordar. No podemos entonces esconder la cabeza en la tierra como el avestruz.

    Últimamente no se te vio mucho con Fidel, quizá por tu enfermedad y el estado en que se encuentra él, o quisiera creer que fue porque tomaste distancia porque finalmente te diste cuenta de lo que significaba.

    Te van a usar, van a usar esa amistad con el dictador, el patriarca en su otoño, para llevar agua al molino de los que apoyan a los que barren a sangre y fuego a los estudiantes en Venezuela.

    Me hubiera gustado que antes de que te fueras hubieras tenido un gesto claro de distanciamento con la dictadura. Porque si no vas a ser considerado como Benedetti, hasta su último día un incondicional del genocida tropical.

    Te saluda deseándote que donde estés descanses en paz.

    Tu lector de hace décadas,

    Antonio Romero Piriz