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    Go cry in the little room

    No es broma

    Ustedes estaban todos mirando el conteo (y el goteo) de los votos por No o por Sí y se perdieron la ceremonia de la entrega de los Premios Oscar.

    Pero no se preocupen.

    Yo les voy a contar lo más importante que pasó en la ceremonia, más allá de la entrega de las estatuillas al Mejor director, Mejor actor, Mejor actriz y Mejor película.

    Ello ocurrió en un momento en que la transmisión se cortó y estuvo un ratito interrumpida hasta que se recuperó la señal. Pero logramos recuperarla para dar la importante información de lo que ocurrió entonces durante el corte.

    Fue el momento en que se premió al Mejor cortometraje extranjero, una producción neocelandesa titulada Go cry in the little room, cuyo título, como de costumbre, fue traducido al español de manera surrealista como La frustrada pero gloriosa embestida, pero que, en su traducción literal, quiere decir “Andá a llorar al cuartito”.

    Con la magistral codirección de Stefan Valent y de Pelad O’Livera y la brillante actuación de estrellas como Ferdinand Pereir, Josephlo Loopis y Caroline Cozy, este drama existencial cuenta una interesante historia.

    En un pueblecito de la campiña neocelandesa, llamado en lengua maorí U-ru-guahí, los ciudadanos zurdos del lugar, fuertemente opuestos a todos los diestros, programan derrocar al gobernador a como dé lugar.

    El gobernador, un joven diestro llamado Louis Thestreet, promueve iniciativas resistidas por los zurdos, que lo acusan de querer atropellarlos por no saber firmar con la mano derecha.

    Juntan firmas (todas escritas con la mano izquierda) y logran llevar a cabo un referéndum para derogar todas las leyes que obligan a los ciudadanos del pueblo a firmar con la mano derecha.

    La recolección de firmas es considerada por los zurdos un éxito significativo, ya que esta es llevada a cabo en plena pandemia, cuando los pobladores estaban refugiados en sus chozas para evitar contagiarse del Covid-19.

    En más de una ocasión, los zurdos eran obligados a dispersarse de las aglomeraciones para evitar el riesgo de los contagios, ocasiones en las que la policía local lograba disuadirlos amablemente, recomendándoles que volvieran a sus casas. Pero los zurdos decían, una y otra vez, que la policía los golpeaba y los maltrataba, sin que jamás lograran presentarse pruebas de ese maltrato policial.

    Estas acusaciones se multiplicaron cuando se aproximaba la fecha del referéndum y los zurdos denunciaban una y otra vez que cada vez que se les acercaba un policía era machete en mano y a los golpes.

    Es más. Para los zurdos, cualquier cosa que hacía la policía, ya fuera en los contactos con ellos o en cualquier otra ocasión, era maltrato policial, gatillo fácil, prisión indebida o violación de los derechos humanos.

    Ya casi sobre la fecha de la votación, los zurdos dijeron que una inspección de rutina en los vestuarios de un equipo de fútbol, previo a un encuentro deportivo, en procura de explosivos, armas u objetos no autorizados, se transformó en un operativo de represión antiterrorista, buscando material del grupo rosado (los zurdos manifestarían su voto con una papeleta rosada, mientras que nos diestros lo harían con una celeste) para lo cual habrían incendiado los bolsos de los jugadores, estrangulado al director técnico e incendiando la cafetería del club. Nada de ello pudo probarse, pero la denuncia impactó fuertemente en la publicidad de los zurdos previa al acto electoral.

    No obstante, toda esta alharaca zurda tuvo escaso impacto en la opinión pública del pueblo, ya que la contienda había despertado escaso interés entre sus habitantes.

    En efecto, los relevamientos de los rankings de los programas más vistos en la televisión arrancaban con los de entertainment, tales como Box U-ru-guahí, un programa en el que se elegía al mejor boxeador del pueblo, The eight steps, un entretenido juego consistente en subir ocho escalones de una plataforma sin tropezarse, Who wants to be a millionaire, un entretenimiento que consistía en contestar correctamente preguntas de múltiple opción, como, por ejemplo: “¿Dónde están la pirámides de Egipto? Opciones: a) en Paraguay, b) en Suecia, c) en Moldavia y d) en Egipto”. Los programas duraban horas, porque este tipo de preguntas daban la chance de pedir comodines, ayuda a los sabios de la tribu y sorteos opcionales en caso de que ni así lograran saber la respuesta correcta.

    El resultado fue que los que votaban rosado y celeste eran los únicos interesados en esta instancia electoral de democracia directa, y cuando les tocó a todos ir a votar, porque el voto es obligatorio, lo que los ciudadanos hicieron fue ir a las urnas y repetir el mismo porcentaje de votos que habían sacado los zurdos y los diestros cuando, dos años antes, los diestros habían ganado las elecciones, llevando a Louis Thesrteet al poder.

    Como era de esperarse, contadas las papeletas y concluido el escrutinio, los diestros ganaron por el mismo pequeño margen con el que habían ganado las elecciones anteriores y todo el mundo volvió a ver los programas tan interesantes que exhibían los canales de televisión del pueblo, los que, además, incluían desgarradores dramas turcos, apasionantes telenovelas brasileñas o mexicanas con títulos tales como Mi amor no es imposible, Tu hija no es tu hija, El infinito torbellino de pasiones y otros atractivos títulos por el estilo. Y los apasionantes informativos de tres horas de duración, con una hora dedicada a las noticias policiales más truculentas.

    Tras recibir la estatuilla como Mejor codirector, Stefan Valent declaró a la prensa que piensa exiliarse en su Sicilia natal, ya que estima que allí tiene un territorio más fértil para seguir produciendo cine dramático, mientras que Pelad O’Livera, el otro codirector, al recibir la suya, dijo que se tomaría un año sabático para terminar los cursos de profesor que dejó inconclusos cuando perdió el primer examen de primer año de profesorado.

    La película no se exhibirá en U-ru-guahí porque no se han encontrado salas de cine interesadas en proyectarla, pero se adelanta ya que la presentarán en el festival de cine de Managua, porque esperan obtener el Premio Comandante Daniel Ortega. La producción de la película recibió un telegrama de felicitaciones del presidente nicaragüense, invitándolos a asistir al evento.

    No hay duda de que ganarán de nuevo.

    El premio, pero no la elección.