Uno de los argumentos a los que adhiere Vivo es que las guerras hubieran sido menos frecuentes si las personas que deciden iniciarlas arriesgaran su propia vida en la batalla, o la de sus familiares más cercanos. “Es la irresponsabilidad directa lo que hace que se repitan los mismos paradigmas bélicos una y otra vez”, afirma el autor.
“La premisa fundamental de esta obra es que la raza humana no puede ya darse el lujo de seguir justificando su costumbre perniciosa de involucrarse en la violencia masiva y la inaceptable glorificación de la guerra como algo no solo necesario sino también deseable en la vida de la sociedad mundial”, advierte, agregando la sentencia que puede sonar apocalíptica de que las conflagraciones amenazan “la mismísima existencia del ser humano sobre la faz de la Tierra”.
Vivo se pregunta si esta es una especie que no puede vivir en paz o si lleva una violencia sin control “corriendo por sus venas”.
El libro informa que hacia la I Guerra Mundial nueve de cada 10 muertos eran militares, dado que las luchas se daban en un campo de batalla, en tanto que hoy el conflicto se desarrolla en zonas habitadas, por lo que esa cifra se invirtió radicalmente y actualmente más del 90% de las víctimas corresponde a civiles. En la I Guerra las muertes civiles ascendieron a un 11% del total, en la II Guerra Mundial pasaron a ser el 50%, en Vietnam fueron el 86% y a partir de los años ‘90 las bajas corresponden casi todas a la población civil.
Para sustentar esta tesis, Vivo se refiere a que en otras épocas era inimaginable calificar de moral y éticamente cuestionables prácticas como la esclavitud, la tortura y el racismo. Y señala que los críticos del movimiento pacifista que argumentan sobre las dificultades para acabar con la guerra “no toman en cuenta que hoy la esclavitud se encuentra universalmente condenada como práctica criminal y perversa y es punible bajo las disposiciones de los códigos penales en todo el mundo. Su argumento también olvida que aun cuando la tradición esclavista haya durado miles de años, es solo en los últimos dos siglos que ha comenzado a ser vista como una actividad criminal”.
La tortura, en tanto, también se considera hoy como “una conducta aberrante e ilícita” y “un delito grave”, aunque durante siglos se aceptó en muchas culturas como una táctica válida y eficaz con diferentes objetivos, como obtener información o disuadir.
Al considerar estas prácticas, usuales en otro tiempo, Vivo confirma que “los ‘ideales’ de hoy tienden a convertirse en el derecho usual internacional de mañana, derivado de la amplia repetición de las conductas ‘idealistas’ por parte de un número de Estados suficiente como para eventualmente tornarse prácticas de Estado institucionalizadas”.
El racismo, asegura, es la práctica que más incidencia ha tenido en el origen de luchas armadas y es “el que más camino deberá desandar” porque se sustenta en tendencias básicas humanas como son la ignorancia y el miedo. La creencia irracional de que una raza es superior a otra ha originado dinámicas que llevaron a conflictos a lo largo de la historia, con uno de sus máximos exponentes en el nazismo y la elaboración del concepto de raza aria.
Gratuito y genocida
Como antídoto a la tendencia a guerrear, el autor propone la celebración de la tolerancia frente a lo que es diverso, superando la “barrera psicológica que ha movido a la humanidad durante siglos a temer a lo desconocido. Así, lo distinto, lo ajeno, que inicialmente se percibe como amenaza y produce desconfianza e incluso temor, se convierte ahora en un bien. Se hace deseable”.
La conclusión de Vivo es que la comunidad internacional no puede permanecer indiferente ante las matanzas y las atrocidades que las guerras legitiman y que la posibilidad de actuar no debe ser una decisión unilateral, debido a que no hay potencias que sean dueñas del derecho a intervenir: la decisión tiene que ser multilateral y si la ONU no es exitosa, habrá que “evolucionar”, sostiene.
Los enfrentamientos han cambiado durante el siglo XX y el actual (ver recuadro) y no volvieron a existir acciones y decisiones militares y políticas del voltaje de la del ex presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, cuando ordenó los bombardeos nucleares a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki sobre el final de la II Guerra Mundial, en momentos en que la Alemania nazi había claudicado pero el imperio japonés se resistía. Estas bombas atómicas en el momento tuvieron efectos catastróficos sobre la población civil, que luego continuó viviendo sus consecuencias en generaciones posteriores de personas que nacieron con defectos genéticos. “La bomba lanzada sobre Nagasaki fue, en el mejor de los casos, (un acto) gratuito, y en el peor, genocida”, señaló Martin J. Sherwin, historiador estadounidense ganador del Premio Pulitzer.
Según Vivo, falta recorrer un “largo camino” para que la Corte Penal Internacional (CPI) tenga jurisdicción y “poder de policía” para cumplir cabalmente con su misión. Se creó en el año 2002 y tiene 122 estados adheridos al Estatuto de Roma, que apuesta a conseguir acuerdos multilaterales ante los conflictos.
Cabe consignar que el autor reconoce haber basado sus argumentos en el libro “El crimen de la guerra”, del autor argentino y ex embajador en Europa, Juan Bautista Alberdi, escrito en la segunda mitad del siglo XIX.
El libro de Vivo contiene un prólogo del ex fiscal de la CPI, Luis Moreno Ocampo, y palabras preliminares del ex presidente Julio María Sanguinetti. Profusamente documentada, la obra cumple con la misión básica que se plantea, que es la de difundir y comunicar los principios con que el autor concuerda, que llegan a interpelar al lector, quien por momentos estará de acuerdo o disentirá.
El capítulo 1 se refiere a “La violencia y el hombre”, describiendo los efectos devastadores de la guerra, los grandes flagelos producidos por el hombre, la teoría de la “guerra justa” y su superación, entre otros puntos. El capítulo 2 repasa los mensajes de paz que todas las religiones han postulado, describe las historias de convivencia en paz, da ejemplos modernos de convivencia y reseña cuál fue la tarea y la función de la Liga de las Naciones y de la ONU.
El capítulo 3 se explaya sobre dos tipos de sociedad: cerrada y abierta, y las posturas ideológicas que implican, sobre el fundamentalismo y el secularismo. El capítulo 4 entra más directamente en el tema en cuestión y se titula “El crimen de la guerra” y relata los derroteros que siguió la práctica de la esclavitud, la tortura y el racismo. Habla de los fundamentos legales del llamado “crimen de agresión” y estudia el rol ambivalente de Estados Unidos, el papel de la justicia y de la CPI.
Roberto Vivo fue hippie en su juventud, militante colorado y fundador de empresas en diversos ramos. Actualmente reside en Buenos Aires y dirige una empresa de medios de comunicación social. Antes publicó el libro “Negocios en Red. El management de la nueva economía”.
En El crimen de la guerra logra describir sucesos históricos de una manera objetiva, apelando especialmente a argumentos precisos, como datos estadísticos y ejemplos concretos. Y sin ocultar para nada su postura e incluso su activismo en favor de la paz y en contra de cualquier guerra, Vivo se pliega a los criminólogos modernos que en las últimas dos décadas han trabajado para que la guerra se considere un crimen contra la humanidad.
En uno de los capítulos el investigador concluye de la siguiente manera: “La guerra es aberrante desde el punto de vista sensible, porque se dan en ella todos los horrores físicos y morales de los que es capaz el ser humano. Pero es aberrante también —y principalmente— desde el punto de vista ético y jurídico, porque la guerra implica siempre muertes violentas de inocentes: la aniquilación de todos los derechos de quienes no pueden defenderse”.
Vivo asegura que la única manera de frenarla será poniendo fin a las consideraciones ambiguas y discrecionales, apostando a la educación en la tolerancia y al cambio de mentalidad.
El libro no se vende aún en Uruguay, pero se encuentra en Argentina, donde fue editado. Para ampliar información se puede visitar la web robertovivo.com.
“El crimen de la guerra. Una poderosa voz a favor de la coexistencia pacífica”, de Roberto Vivo. Distal, 2013, 256 páginas.
Vida Cultural
2013-12-12T00:00:00
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