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    Haciendo boca

    Historia de la sensibilidad en el Uruguay (o “casi un año con Diyab”)

    La Duda.

    Primero fue el escepticismo. Cuando el gobierno comunicó la idea parecía otro bolazo más de Mujica destinado a naufragar. Pero no: era otro bolazo más de Mujica de los que se concretan.

    El Miedo y el Enredo mujicantinflesco.

    Era un favor a Obama, hasta que apareció el temor y los cuestionamientos, ahí Mujica nos dijo que era un gesto humanitario: hay que ser generosos y pensar en el otro y el que no quiere a un preso de Guantánamo es un alma podrida que no quiere a la madre y va a arder en el infierno de los indolentes que es un 192 lleno con Viglietti a todo volumen y al fondo así suben los escolares con mochilas. Y después el hit: presos por naranjas. Visto a la distancia, para que este problemún en el que nos metió el rey del Facebook valga la pena, Obama debería comprarnos naranjas a precio de diamantes por los próximos 20 o 30 años, hasta convertir Salto en Abu Dhabi.

    La (in)Tranquilidad.

    Todavía recuerdo a Mujica leyendo un comunicado de tres renglones del gobierno estadounidense, sentado en la mesa del PIT-CNT, ladeado por sus representantes, que decía escuetamente “no son peligrosos, que los disfruten”. Si hay algo que ha demostrado EEUU es que no tienen idea de qué trae adentro un musulmán. A Bin Laden no lo consideraban peligroso, tampoco al califa que fundó el Estado Islámico: fue prisionero en Irak durante 4 años y lo soltaron.

    El Elogio de la Libertad.

    Eso en caso de que estén libres. Nunca supimos la condición en la que fueron enviados, el gobierno hablaba de refugiados y la Embajada de EEUU que venían bajo custodia. Pregunta: ¿en calidad de qué trajimos a estos presos? Respuesta: en calidad de amigos. Acá los esperaba la libertad, y el PIT-CNT con una casa y una garrafita de 5 kilos.

    La Compasión (autocomplaciente).

    Llegaron en diciembre, y los cubrimos con un manto de piedad colectiva. Fueron estrellas, nos conmovieron sus historias, pero más nos conmovió nuestra propia emoción compasiva ante sus historias. Orgullosos de ser uruguayos.

    El Límite.

    Gracias a Diyab, descubrimos el límite de nuestra sensibilidad colectiva. Estábamos en un “pobre hombre, pasó 12 años en Guantánamo sin razón alguna, en un infierno, lo torturó la CIA, ¿te das cuenta de lo que le pueden hacer a una persona inocente estos animales? Menos mal que hay pueblos como el nuestro que le ofrecen volver a empezar en un nuevo hogar, amable, hospitalario, humilde-ah no te gusta Uruguay, ¡no quiere vivir acá, el desagradecido este!, te hubieras quedado en Guantánamo que estaba buenísimo, ¡infeliz!, ¿te cae mal la comida uruguaya? Seguro es más rica la que te metían por el ano en Guantánamo, ¿verdad? No vengas acá a hacerte el traumadito, ¿sabés? La del pobrecito que quiere plata para viajar a Siria no, eh? ¡Contestá, no te hagas el deshidratado ahora! Ese es el límite de nuestra sensibilidad, lo pudimos palpar: en cuanto nos dicen que Uruguay es una porquería, nuestra compasión se transforma en odio. Con los demás todo bien, casi no se quejaron, se ve que les gustó el I Phone 6 y el wi-fi que (imagino) les dimos. Gente agradecida.

    La Ineficiencia Oriental (I).

    Un día amanecimos y nos dijeron que Diyab no estaba. Se nos perdió un tipo que anda en muletas y no habla español. EEUU preguntó por él y respondimos: “Está en el Chuy, nadie encuentra nada en el Chuy así que no tiene sentido buscarlo, pero está ahí, tranquilos”. A la semana apareció en el Consulado uruguayo en Caracas.

    Cómo será de rompebolas Diyab que los venezolanos, con lo que les gusta el escándalo, prefirieron el perfil bajo, no hacer barullo, ¡el Estado bolivariano!, que le ponés una carta en el buzón de quejas y te hace una teletón 24 horas seguidas en cadena dedicada a contar lo mierda que sos como persona y como país. Sin embargo, con Diyab, lo mandaron de vuelta calladitos (¡la Delcy y Maduro y Diosdado calladitos!), como si nunca hubiera pasado por allá. Quizás nunca llegaremos a saber qué o quién es/fue Diyab, pero como ciudadano tiene un máster en lugares deprimentes: Beirut, Siria, Guantánamo, Montevideo, Caracas. Montevideo en esa lista es Honolulu.

    La Ineficiencia Oriental (II) y su Parecido con la Desidia.

    Diez meses reclamando irse, de todas las maneras posibles, huelga de hambre incluida, y en todo ese tiempo no le conseguimos una visa, no le trajimos parientes, no llamamos a Obama a decirle “negro, hay uno complicado acá, todo hace pensar que se quiere ir, no hay ayatolá que lo haga entrar en razón, es de los duros, ni nos come ya, ¿qué hacemos? ¿Lo mandamos de vuelta a Guantánamo, le conseguís un país árabe amigo de Occidente para que se mude, le regalás un viaje a Disney con los gastos pagos para él y su familia? Estamos juntos en esto, si sale mal te hundís, no te salva ni Di Caprio”. De alguna manera se nos pasó por alto que este problemita nos iba a explotar en la cara. Ayer entró en “coma superficial”. Nin dijo que vamos a llamar a Obama. Lo que no pudo Guantánamo lo consiguió la Ineficiencia Oriental.