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    Inseguridad

    Sr. Director:

    Montevideo: una ciudad cada vez más peligrosa para vivir. El pasado lunes 18 de noviembre un amigo fue víctima de un asalto a mano armada en su negocio de la calle General Flores. Saldo: un ciudadano que pasaba por la vereda herido de bala por la espalda. El hecho se difundió ampliamente en la prensa. Los delincuentes están prófugos.

    El martes 19 de noviembre (sí, ¡al día siguiente!), a las 17 horas, mi propio primo recibió tres impactos de bala mientras ingresaba a un edificio en el barrio Parque Rodó. Móvil: el robo. De hecho, le robaron un portafolios en el que llevaba mayormente documentos de trabajo sin utilidad alguna para los delincuentes. Esta vez el hecho no se difundió en la prensa y, por supuesto, los delincuentes están prófugos.

    ¿Cuáles son los índices de violencia (los reales, no los que salen en los noticieros) como para que en dos días consecutivos dos personas de mi entorno, ambos hombres honestos, trabajadores, padres de familia, hayan sido víctimas de atentados con armas de fuego y heridos de bala? Ya no se trata de un caso aislado que le ocurrió a un amigo de un pariente del vecino… ¡nos está ocurriendo a cualquiera de nosotros, en la otrora tranquila Montevideo!

    Al Sr. Presidente le digo que la legalización del consumo de marihuana, la planta regasificadora, la minería a cielo abierto, el puerto de aguas profundas, la creación de una aerolínea de bandera nacional y otros asuntos actualmente sujetos de debate, son sin duda relevantes para una sociedad que viva en paz. Desgraciadamente para la nuestra, y en este momento histórico, la preocupación por la salvaguarda de la vida de las personas es un tema excluyente y allí deben canalizarse la enorme mayoría de los esfuerzos. ¿No le parece que es hora de tratar el problema con la urgencia y dedicación que la situación demanda?

    A la ciudadanía en general le recuerdo que el momento en que tenemos la posibilidad de presionar es durante el período preelectoral. Exijamos a nuestros candidatos planes coherentes y creíbles de control de la violencia. Leamos con especial atención ese punto en los programas de gobierno de los diferentes candidatos y votemos en consecuencia. Todos sabemos que hay problemas sociales profundos y que las soluciones definitivas pasan, entre otras cosas, por la educación, pero también sabemos que esas soluciones son tremendamente complejas y a muy largo plazo. Desgraciadamente los principios ideológicos quedan relegados a un segundo plano ante la contundencia de hechos tan dramáticos como los que estamos viviendo.

    Ni el desarrollo económico, ni las conquistas sociales (matrimonio igualitario, etc.) y ni siquiera la educación (Plan Ceibal incluido), tienen alguna importancia si nos matan antes de que podamos disfrutarlos.

    Adriana Geisinger

    CI 1.468.150-7