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    Intendencia de Paysandú contrató por un millón de dólares a estudio internacional de urbanismo para proyectos en la costa

    Rem Koolhaas es un arquitecto holandés que estudió durante años en Inglaterra y luego se mudó a Estados Unidos, donde se puso a pensar la ciudad de Nueva York desde un punto de vista bastante distinto al que la academia arquitectónica y urbanística había planteado hasta ese momento, fines de la década del 70.

    Escribió su tesis de maestría, que luego publicó en un libro icónico titulado Delirio de Nueva York, un manifiesto retroactivo de la zona de Manhattan. Allí hizo una revisión del avance de la arquitectura del siglo XX desde una óptica inexplorada, diferente. Sostenía, a partir de estudiar el proceso histórico de la construcción de los rascacielos y su lógica funcional y simbólica, que la ciudad de Nueva York había sido desestimada por la cultura arquitectónica. Marcelo Danza, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República, conoce al detalle la obra de Koolhaas. Dice que su tesis sobre Nueva York lo posicionó desde el punto de vista intelectual como un número uno del mundo. Le empezaron a llegar encargos de diversos proyectos, se presentó a los más variados concursos internacionales, ganó premios. Obtuvo el Pritzker de Arquitectura en el año 2000. “Siempre tenía proyectos absolutamente revolucionarios”, señala Danza a Búsqueda.

    El proyecto de Koolhaas para hacer la sede de la biblioteca de Francia, frente al río Sena en París, fue uno de ellos. No lo ganó. “Pero tenía un concepto sobre cómo almacenar la sabiduría que cambió la forma de concebir la arquitectura. Todo el mundo académico hablaba de ese proyecto”, cuenta el decano. Desde entonces se mantuvo siempre en el ojo de la atención por sus desarrollos urbanísticos. Tomaba para sí temas que estaban fuera de la atención de los arquitectos. Siguió de cerca el desarrollo de ciudades que explotaban y crecían descontroladamente en Asia y África.

    “Siempre veía ahí una lógica de generación de ciudad que no estaba comprendida por la cultura urbanística. Siempre fue metiendo temas nuevos, por eso siempre fue tan atractivo”, apunta Danza. Koolhaas siguió publicando libros que sacudían el ambiente. En uno llamado Mutaciones, cuenta los cambios que están sufriendo las ciudades contemporáneas, que ya no pueden ser interpretadas de la misma forma que antes con la nueva lógica de las comunicaciones y el empuje del capital que las transforma. Hay casos de estudio en sus proyectos urbanísticos. En una ciudad del norte de Francia llamada Lille, se planteaba la disyuntiva de si el tren de alta velocidad tenía que pasar lejos o no de la zona urbana. El arquitecto holandés propuso llevarlo al centro de la ciudad y hacer de un problema una oportunidad. El tren conectaba a Lille, en un espacio de dos horas, con tres capitales de la Comunidad Europea como París, Londres y Bruselas. Y con el tren ingresando al corazón de la ciudad se construyó un polo de negocios que funcionó con prosperidad.

    Con el paso de los años, Koolhaas bautizó a su estudio como OMA (Oficina de Arquitectura Metropolitana, por su sigla en inglés). “Eso fue también una revolución importante”, señala el decano. “Un arquitecto ya no es más un lápiz creativo que hace líneas más o menos inspiradas. Es un equipo de gente trabajando con un cierto liderazgo, es un colectivo”.

    OMA, este grupo de evidente prestigio mundial, fue contratado por la Intendencia de Paysandú para que presente una propuesta innovadora para darle potencial a la ribera del río Uruguay, una franja costera que los sanduceros ven como históricamente desaprovechada. El estudio tendrá el respaldo y supervisión del arquitecto estrella holandés. “¡Es el Mick Jagger de la arquitectura!”, dice, entusiasmado, el intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, en diálogo con Búsqueda. El costo de la contratación de esta firma internacional, a cargo del gobierno departamental por compra directa, es de alrededor de un millón de dólares, informó el propio Olivera.

    Una delegación de profesionales de OMA irá hasta Paysandú en los primeros días de marzo para hacer los primeros trabajos exploratorios en el terreno. Tendrán un tiempo de seis meses hasta entregar un Master Plan que deberá incluir cuatro productos para el desarrollo y la mejor utilización de la franja costera, un espacio de 350 hectáreas sobre el río Uruguay, que se extiende desde el puente internacional José Artigas hasta la desembocadura del arroyo Sacra. El arquitecto Jason Long, otro de los principales referentes de OMA, será quien lidere el proyecto de la firma en Paysandú que podrá incluir lineamientos en áreas tan diversas como la cultura, los deportes, el desarrollo inmobiliario, la innovación y el conocimiento. Hay un campo vasto para los arquitectos y urbanistas de OMA.

    Olivera explicó que esta idea fue una de sus plataformas electorales y surgió gracias al interés de un grupo de empresarios y gente vinculada a clubes deportivos que tuvieron el mérito de haber mantenido el tema de la costa arriba de la mesa durante años. El intendente hizo un repaso histórico sobre el desarrollo de una ciudad que creció de espaldas al río. Dijo que a mediados del siglo pasado se construyó una matriz social y productiva preponderantemente industrial. Y que en esa etapa de florecimiento de la industria láctea, textil, cervecera, el río era visto como algo “residual”. Al punto que los bancos que están sobre la costa están ubicados mirando a la ciudad y no al agua.

    “Nunca se vio al río como una fuente de oportunidades. En el mundo las tierras que más valen están frente al agua. En Paysandú, no. Estaba todo asociado a lo no bueno”. Tras el apagón industrial, argumentó Olivera, “no hubo reflejos para cambiar los huevos de canasta. Nos costó mucho tiempo asimilar el golpe y giramos sobre la noria de reflotar el modelo industrial”.

    Para el intendente, “llegó el momento de pensar en otras cosas. Hay que dejar de insistir en un modelo que ya no es. Y obviamente ahí hay que dejar de pensar adentro del cubo y abrir la cabeza”.

    El intendente señaló que en la campaña electoral hubo un consenso político en que la costa necesitaba ser explotada de otra manera. “Todos entendimos que era necesario ir hacia un plan maestro en la zona. En eso estábamos todos de acuerdo, después el resultado puede ser controversial”, señaló sobre el diálogo con la oposición. Olivera destacó la contratación de OMA. “Es una planificación en serio de gente de primera línea que viene acompañada por un grupo de asesores de calidad que sabemos tiene un efecto: donde ellos pisan, después nace algo. Esto te pone en el mapa”.

    El plan maestro definirá y sugerirá usos y funciones en el terreno explorado, con normas constructivas para las distintas zonas y obras proyectadas. Olivera destacó que el estudio trasciende “urgencias coyunturales” y tiene el objetivo de “dar forma a una ciudad de Paysandú posindustrial” y también generar un proceso de desarrollo con inversión, empleo y oportunidades para la capital y el departamento.

    “Estamos convencidos de la importancia de contar con un plan que trascienda en el tiempo, más allá de una o varias gestiones de gobierno”. La presentación formal del proyecto será el próximo martes 15 en Paysandú. Koolhaas estará acompañando el evento de forma virtual desde Holanda.

    Nicolás Olivera

    Idea “interesante”

    Olivera entiende que uno de los posibles usos del suelo puede tener un destino académico. En ese sentido, ya estableció contactos con la Universidad de la República con la idea del diseño de un edificio universitario.

    El intendente mantuvo una reunión con el decano de Arquitectura, donde lo puso al tanto del proyecto. Danza dijo que por ahora no es más que eso, una idea “interesante” en un proyecto que aún no se ha presentado. Valoró que se trata de una “noticia renovadora”. “Nos interesa la posibilidad de interactuar, aportar ideas y nutrirnos”, cerró el decano.