Jubilación obligatoria a los políticos

Y es comprensible que luego de la más desastrosa gestión presidencial que se recuerde, cunda la alarma ante la posibilidad de que vuelva a concursar por la primera magistratura el vanidoso, irresponsable y más brillante demagogo populista que haya producido el país.

Lo interesante es que eso puede solucionarse con resultados revolucionarios con un acto legislativo de singular brevedad.

J.B.S. Haldane, en un artículo-conferencia incluido en el libro titulado La Desigualdad del Hombre, hace una propuesta que me ha resultado de enorme interés desde que la leyera hace más de 40 años1: “Una de las reformas eminentemente deseable sería la privación de los derechos cívicos a personas que pasen los 65 años de edad”.2

En verdad, la propuesta de Haldane (tan radical que incluía también la prohibición de votar) me volvió a la memoria cuando vi el anuncio de que José Mujica consideraría la posibilidad de ser nuevamente candidato a la Presidencia de la República, “a condición de que le permitan elegir a su candidato a vice” (MPP + P. Comunista = “Mujica-Andrade” un solo corazón).

Seriamente creo que bloquear la postulación indefinida de los gerontes es una reforma estimable, en tanto así como no acceden los ciudadanos a su derecho a votar hasta que cumplen los 18 años, la posibilidad de ser candidatos a cargos electivos perfectamente puede estar limitada a ser menor de 65 años al momento de asumir, de manera que al final del período deban jubilarse obligatoriamente por ser septuagenarios.

Con una norma así, a partir del primero de Marzo de 2020 pasaría a retiro una enorme cantidad de gerontes de dudosa capacidad, que no solo no quieren dejar sus cargos, sino que son los grandes promotores del nepotismo que agobia la planilla estatal.

La propuesta de Haldane está fundamentada en que la mayoría de los mayores de 65 años está fuertemente comprometida con problemas y errores del pasado, que no solo interfieren gravemente en la resolución de los problemas del presente, sino que además bloquean la discusión del futuro por parte de la sociedad.

Y parece que tiene razón, en tanto seguimos discutiendo si el golpe de Estado de 1973 fue en febrero o en junio, cuando todos sabemos que empezó realmente en 1963, cuando un grupo de jóvenes militantes socialistas, sintiéndose privados de futuro electoral, resolvieron que habrían de acceder al poder por la vía de la revolución armada.3

Ni que hablar de los “derechos humanos” retrospectivo-selectivos de hace más de cuarenta años, que tanto preocupan al actual gobierno de la coalición de las izquierdas, cuando poco se habla y hace acerca de garantizar el primer derecho humano (estar vivo) de los actuales ciudadanos del Uruguay, que en el pasado mes de enero superaron largamente el terrible promedio de un muerto por día.

El mismo Mujica, que nos espanta con la idea de que pueda volver a concursar y ganar la presidencia, dijo que los odios y reproches de las décadas del 60-70 solo se resolverán cuando estén todos ellos muertos, que es cierto pero excesivo.

En lugar de seguir esperando el desenlace biológico de esta serie de personajes cuya obsolescencia física y mental es tremenda, lo mejor sería aplicar el mecanismo de la “edad tope” poniéndolos como al carro de El Chaná, en situación de “fuera de concurso”.4

La jubilación masiva de los gerontes que nos gobiernan, junto con sus ideas, prejuicios y odios obsoletos, produciría una renovación extraordinaria y liberaría al país del brete ideológico en que está encerrado.

Es posible que con la primera oleada de renuevo no se note demasiado la mejora, en tanto los candidatos probables son tributarios de los actuales, pero los resultados serán acumulativos y sus beneficios tendrán un desarrollo algebraico en la renovación general del país; y siendo una solución francamente radical, tiene el encanto de que no hace falta que muera nadie.

M.J. Llantada Fabini

PD: Como los políticos uruguayos, cuando se trata de sus “carreras”, planifican a largo plazo y quieren que su permanencia en el cargo sea “hasta la muerte”, no saldrá del Parlamento ningún proyecto en este sentido. Habría que impulsarlo por iniciativa popular y aprobarlo por referéndum, tarea que habrán de encarar los jóvenes, si quieren liberarse de la tiranía esclerosada y hacerse cargo del presente para empezar a construir su futuro.

1) Quien esto escribe ya cumplió 70, por lo que no puede ser sospechado de intereses discutibles en el asunto.

2) Haldane, J.B.S.: La Desigualdad del Hombre, Libros del Mirasol, pág. 30.

3) Sobre esto vale la pena leer Historia de los Tupamaros de E. Fernández Huidobro y La revolución imposible de Alfonso Lessa.

4) El carro del café El Chaná era una carroza alegórica formidable que, a fuerza de ganar el primer premio en los desfiles de Carnaval, fue declarado “fuera de concurso”; podía desfilar, pero no le tocaba premio.