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El Parlamento acaba de aprobar la Ley de Creación de una Universidad Tecnológica en el Interior del país. Nos preguntamos: ¿es éste el momento adecuado? ¿No alcanzan las universidades actuales? ¿Cuál es su estructura organizativa y su relación con la Universidad de la República? ¿Y con la UTU? ¿Cuántas y qué carreras cubrirían? ¿Dónde se instalaría su sede? ¿Y la tecnología educativa?
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Creemos que ha llegado el momento de replantearnos el sistema educativo en forma global, antes de dar entrada a una nueva universidad. Miremos hacia atrás. Suele decirse que la actual Universidad pública, en sus principios, era elitista. Formaba profesionales que respondían a las necesidades de una época. Doctores en leyes, en medicina, arquitectos, ingenieros, contadores, etc., se formaron en sus facultades, constituyendo parte de las clases alta o media alta de la sociedad industrial uruguaya. Se utilizaba el clásico dipolo tiza-pizarrón en salones de clases sincronizadas a la hora entrada-salida, como el resto del sistema educativo. Por décadas fue la única en formar profesionales de nivel terciario.
La sociedad progresaba y necesitaba otro tipo de profesiones. Por ejemplo, formar técnicos especializados y mano de obra. Aparece así la Universidad del Trabajo (UTU). Después, las facultades debieron crear otras profesiones para darle pronto acceso al mercado laboral a profesionales de enfermería, agrimensura, analista de sistemas, etc. Se otorgaron títulos de otro nivel y crearon escuelas para ellos. El sistema estatal parecía no ser suficiente en sus distintos niveles y el sector privado debió participar aumentando la oferta con sus universidades y escuelas. Hoy resulta difícil a un adolescente elegir profesión, independiente o en función de su situación económica.
La revolución de la informática nos está llevando hacia una sociedad en la que los sistemas procesarán más información que energía y el “capital” tiene un gran competidor en el propio “conocimiento”. Como antes lo tuviera el factor “tierra” frente a aquél. El sistema educativo de esta época de transición debería tenerlo en cuenta.
Por eso es necesario dar determinados pasos previos. El primero es terminar de popularizar la nueva tecnología acercándola al alumno en todas sus etapas, asegurándose de que el Plan Ceibal haya llegado a todos los niveles y en todo el país. Otro sería extender las redes informáticas a todo el interior, además de los barrios de la capital, de modo de poder adaptar la nueva tecnología a la educación a distancia y destinar canales de cable a la educación. Pero, tal vez, el más importante sea efectuar un relevamiento de las ofertas (públicas y privadas) por un lado y las necesidades educativas de las organizaciones de la sociedad por otro. El sistema de educación debe tener, entonces, un área de estudios de mercado a esos efectos.
Finalmente, es de puntualizar que, a lo largo de todo el proceso, se debe tener en cuenta que todo el sistema educativo es una organización de servicios y se funda sobre cuatro pilares: el alumno (materia prima a moldear) y su hogar, las organizaciones (usuarias de los servicios del profesional formado), los docentes (mano de obra directa del sistema) y la tecnología disponible (las redes y los demás elementos informáticos que sustituirán al dipolo tiza-pizarrón).
Finalizado este proceso, recién estaríamos en condiciones de pensar en la Universidad Tecnológica para el interior del país. Después del estudio del mercado, aparecerá más claro cuántas facultades se necesitan. Habría que dividir el Interior en regiones, por ejemplo, en cinco, tomando como ejes las distintas rutas nacionales y ubicando las sedes en puntos centrales. Por ejemplo, ULISUD (Univ. para el Litoral Sud), ULINOR (ídem para el Litoral Norte), UCESUD (Univ. para el Centro Sud), UCENOR (ídem para el Centro Norte) y UCESTE (para el Centro Este), facilitando al alumno los desplazamientos para llegar a la sede de la universidad de su región. Estos no serían muchos, si se adoptara la tecnología educativa a distancia, teniendo en cuenta que las clases las recibirían en su hogar. Las sedes o “ciudades universitarias” se elegirán teniendo en cuenta tanto su ubicación como su infraestructura educativa (liceos, escuelas industriales, centros de formación de docentes, escuelas e institutos privados, laboratorios del tercer nivel, etc.). Dichas sedes no estarían necesariamente en una capital departamental.
Recientemente, el presidente Mujica se reunió con su par mexicano Enrique Peña Nieto. Al presidente mexicano le interesó el éxito del Plan Ceibal y a Mujica la experiencia del país del norte en materia de universidades tecnológicas. Tratamos de informarnos al respecto. En el Distrito Federal existe la UNITEC, una universidad autónoma con cogobierno fundada en 1966, pero que actualmente pertenece a una red privada. Pero aquí estamos hablando de universidades a ubicarse en el interior, descentralizando la enseñanza terciaria. En este sentido existiría en México un conjunto de alrededor de sesenta “universidades tecnológicas”. Este sistema se habría creado porque, si bien los institutos de nivel superior (por ejemplo, la UNAM) debían formar profesionales competentes capaces de cumplir con las necesidades del mercado laboral, un gran número de egresados de la educación media no podían acceder a dicho mercado en breve plazo. Por eso se buscó un modelo que les diera una alternativa para lograrlo. Las UT existen desde 1991, hoy hay más de 60 de ellas, buscando que los sectores económicos más desprotegidos tuvieran ese acceso. Ellas habrían surgido cerca de los sectores productivos dado que sus egresados tenían habilidades y aptitudes para adecuarse rápidamente, por sus enfoques prácticos y sus equipamientos e instalaciones adecuadas. Sin embargo, los “técnicos superiores universitarios” egresados de las UT poseían una imagen desfavorable dentro del sector empresarial y se veían obligados a obtener la “licenciatura” y efectuar cursos de pos grado. En cuanto a la educación a distancia, sabemos que, en el propio México, se utiliza desde hace más de treinta años.
Esto nos hace pensar en la necesidad de ese estudio previo de la oferta-demanda educativa. Existen instalaciones y equipos que pertenecen o pertenecieron a la actual enseñanza técnica (UTU) que podrían utilizarse en las facultades locales. Incluso, podría pensarse en una reestructuración de la propia UTU para llevarla al nivel terciario. Esto, en rubros relacionados con la actividad industrial, en otros (por ejemplo, Medicina) podrían utilizarse equipamientos e instalaciones de los hospitales del interior o de la salud privada. Finalmente, puede la Universidad Tecnológica considerarse como un macrosistema que coordine los cinco desconcentrados anteriores. Su sede central estaría ubicada en otra ciudad, diferente a las señaladas —que comprenden las distintas facultades— y, por supuesto, de Montevideo.