Los principales cargos del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) estaban ocupados por ex jerarcas de la Universidad de la República. Esto provocó que los intentos por articular las políticas entre ambas instituciones se multiplicaran.
Sin embargo, los índices de repetición y abandono en Secundaria siguieron creciendo, hubo decenas de conflictos sindicales con días de clase perdidos, y los problemas edilicios siguen siendo un dolor de cabeza para el gobierno. A fines del 2011, la situación de la enseñanza figuraba segunda entre las preocupaciones de la opinión pública según varias encuestas.
Con este panorama, en febrero del 2012 Mujica hizo uno de los primeros cambios en el gabinete; sustituyó a la viceministra de Educación María Simon (ex decana de la Facultad de Ingeniería) por el hasta ese momento director general de Primaria, Oscar Gómez. Dentro del gobierno la modificación fue vista como un intento por darle “una impronta más política y menos académica” al Ministerio. Maestro de profesión, Gómez es dirigente del Partido Comunista y como tal representó durante muchos años a su colectividad en la Mesa Política del Frente Amplio.
Ese mismo mes los líderes de los partidos políticos con representación parlamentaria y representantes del Poder Ejecutivo firmaron un acuerdo para aplicar algunos cambios en la enseñanza.
Uno de los puntos acordados era la creación de la Universidad Tecnológica, algo en lo que Mujica no estaba dispuesto a ceder y así se los hizo saber a los líderes políticos y a su fuerza política. El mandatario ya había intentado que se aprobara un proyecto de ley para separar a la UTU de la ANEP, pero no tuvo éxito (Búsqueda Nº 1.651).
Los acuerdos cayeron en agosto, por lo que el gobierno se sintió con las “manos libres” para actuar en esa área y prosiguió con los cambios de jerarcas, reclamados hacía tiempo por la oposición.
Ante la falta de mejoras en algunos indicadores y otros problemas de gestión pese a la mejora presupuestal que recibió la ANEP, el presidente decidió remover a los representantes del Poder Ejecutivo en su Consejo Directivo Central (Codicen), José Seoane (ex decano de la Facultad de Humanidades) y Nora Castro, algo que no había ocurrido nunca desde la creación del organismo en 1985. Mujica ubicó en esos cargos a quienes ocupaban entonces la dirección de la UTU, Wilson Netto y Javier Landoni.
El cambio perseguía dotar de mayor dinamismo a la ANEP y dejar en claro la centralidad de la educación tecnológica.
Consultado por Búsqueda sobre este viraje, Netto respondió: “Estas discusiones no han tenido la profundidad que deberían tener, hay una mala concepción del hacer y la teoría y la formación del individuo”.
“El diálogo entre la teoría y la práctica en la educación tiene que estar en juego en la educación. La adquisición de un modelo teórico sin aprender para qué sirve es aprender a medias”, dijo Netto, y agregó que “UTU ya logró esa integralidad que no disocia la teoría de la práctica”, mientras que Secundaria “tendrá que encaminarse hacia eso”.
Luego de que se alcanzaran acuerdos en la interna del oficialismo y que se aseguraran los votos necesarios de la oposición, el Parlamento aprobó por unanimidad en diciembre la ley que creó la Utec.
La creación de un nuevo ente en la enseñanza había sido descartado durante el primer gobierno del Frente Amplio por considerar que no se alcanzarían las mayorías especiales que exige la Constitución. En la votación de la Utec, fue clave el respaldo que dieron a la iniciativa los intendentes de los partidos tradicionales, quienes llamaron a los legisladores de sus sectores para que apoyaran el proyecto.
Comer “tobillos”.
Tanto Mujica como el vicepresidente Danilo Astori han criticado a la Universidad incluso antes de llegar al gobierno. Entre otras cosas, cuestionaron sus ritmos, su aislamiento y su falta de relacionamiento con el mundo real.
“Es indudable que la Udelar multiplicó su presencia en el interior del país en los últimos años debido a que Mujica le comió los tobillos para que lo hiciera”, sostuvo un jerarca cercano al presidente.
“Si no logramos que el interior se ponga las pilas en varios aspectos queda clausurada la posibilidad de ser un país desarrollado”, dijo Mujica a Búsqueda.
“Al principio pensé que quizás esta idea de la Utec podría haber salido de las entrañas de la Udelar, pero luego percibí que no podía salir”, añadió.
Uno de los principales operadores del presidente en este tema, explicó que Mujica “aprendió en Venezuela algo que inicialmente no le gustaba, pero que después entendió su lógica; y es que las instituciones del Estado, las instituciones establecidas, de larga data, generan una inercia propia, por lo que cambiarlas se hace una misión casi imposible. Los venezolanos entonces crearon las llamadas Misiones, que puentean el Estado viejo y en los hechos hacen o desarrollan una nueva institucionalidad, un nuevo Estado”.
El mandatario opinó que no es original en su estrategia y recordó que Tabaré Vázquez hizo lo mismo cuando puso en marcha el Plan Ceibal.
“Si Tabaré hubiera desarrollado el Plan Ceibal a través de la institucionalidad de la educación todavía estábamos discutiendo o directamente nada hubiera salido. Lo metió por la Presidencia y salió como taponazo. O sea un aprendizaje de que hay que dar respuestas nuevas ante fenómenos nuevos”, agregó Mujica.
Este “Estado paralelo”, ejemplificó un asesor presidencial, se puede ver “en otro casos como el de Julio Bocca al frente del cuerpo de baile del Sodre o el de Gerardo Grieco al frente del Auditorio del Sodre”. Ambos fueron contratados por la Corporación para el Desarrollo.
Hermana, celos y desaires.
Con la ley aprobada, Mujica les pidió a las autoridades de la Udelar nombres para integrar el consejo provisorio de la nueva institución. Tras recibir la lista —integrada por Roberto Markarian, José Vieitez y Pablo Monzón— el Poder Ejecutivo designó previa venia del Senado a Pablo Chilibroste, María Grompone y Rodolfo Silveira, todos con una fuerte experiencia en áreas de innovación y tecnología.
En sus declaraciones públicas las nuevas autoridades dijeron que intentarán no replicar el funcionamiento de la Udelar, ni competirán con esa casa de estudios porque quieren dictar carreras que no sean “generalistas” y que formen “emprendedores y no empleados”.
A la interna de la Udelar el proceso de creación de la Utec es considerado como “una perla más” del distanciamiento entre el gobierno y la casa de estudios. El gesto de no nombrar a ninguno de sus candidatos es una clara “señal política”. “No están soltando la mano”, dijo un consejero de la institución.
Algunos de los nombres aportados por la Udelar serán tenidos en cuenta a la hora de cubrir la dirección de los centros regionales de la Utec, supo Búsqueda de fuentes oficiales.
Además de criticar en varias oportunidades su gestación por hacerse “a las apuradas” y por dejar “agujeros negros”, las autoridades de la Udelar temen que con la nueva institución universitaria pública, que rompe su monopolio de 160 años, haya menos recursos y atenciones para la Udelar.
Algunos miembros del Consejo Directivo Central (CDC) dijeron a Búsqueda que se percibe que el rector, Rodrigo Arocena, “perdió los favores” del Poder Ejecutivo y que la postura frente a la Utec “solo profundiza los distanciamientos”.
De hecho, el martes 19 en el primer CDC del año, la Utec ocupó gran parte de la reunión. En esa oportunidad varios consejeros realizaron fuertes críticas contra el gobierno y la nueva institución, cuya creación obligará a la Udelar a revisar su estrategia de crecimiento en el interior.
El decano de Humanidades, Álvaro Rico, argumento que esa nueva institución terciaria pública “tiene un horizonte marcado por un objetivo político y no académico, que son las elecciones del 2014 y llegará a esa fecha con una o dos materias definidas”.
“Critico que estos consejeros designados por el poder político (en referencia a Silveira, Grompone y Chilibroste) hagan marketing sobre la Utec a costa de las dificultades o de los errores que tiene el sistema nacional de la educación pública”, agregó (ver Nº 1.702).
En el Parlamento evalúan la situación de manera distinta, según las consultas realizadas por Búsqueda. Para el diputado oficialista Juan Carlos Mahía (Asamblea Uruguay) desde la Udelar “existe cierto temor porque se cierra el ciclo del exclusivismo en materia de formación universitaria pública”.
Mahía, miembro de la Comisión de Educación de la Cámara de Representantes, dijo que estas “aprehensiones” de la Udelar son “lógicas porque es una hermana mayor que se pone celosa”.
“Son las crisis de crecimiento ante una propuesta alternativa que no nace del cerno universitario, que es distinta y transformadora, vinculada más hacia la educación media y con un fuerte consenso político”, sostuvo.
“Es un punto de ruptura porque es una apuesta a lo tecnológico que no parte de lo académico universitario sino desde la educación media”, agregó.
Según Mahía, uno de los representantes del FA en los acuerdos multipartidarios de educación, “hay cosas que están mutando en la tradicional visión de la izquierda sobre la educación”.
“La relación de la izquierda con la Udelar no es la relación clásica que existió durante años; ha cambiado”, concluyó.
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2013-02-28T00:00:00
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