Autos y choferes.
Las autoridades de la Utec pretenden consolidar “una institución educativa moderna con capacidad para tener una fácil comunicación con el Estado”. Para ello “debemos eliminar una serie de cosas” inherentes a la burocracia, comentó Silveira el 17 de mayo pasado en la Comisión de Educación y Cultura del Senado.
El consejero ejemplificó que en la universidad no existen departamentos de arquitectura ni de jurídica. Tampoco hay choferes ni autos, porque —según cálculos internos— cuesta entre 15% y 25% más mantener una flota de vehículos que alquilar un coche cuando se necesita, explicó.
Para Silveira, “el secreto” de la Utec consiste en ser “una organización flexible: que tiene que ser muy chata y poco burocrática”. “Este tipo de cosas es nuestra identidad”, afirmó.
La segunda universidad pública tiene un promedio de diez alumnos por docente y 34 por funcionario. “Eso permite hacer un seguimiento muy cercano del estudiante”, destacó este doctor en Medicina y ex presidente del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu).
Ante los legisladores Silveira informó que la deserción, entre todas las carreras de la Utec, es de un 28%.
Su colega Chilibroste dijo a Búsqueda que ese porcentaje es “un poco alto”, y explicó que en ello incide que la mayoría de los alumnos trabaja —siete de cada diez— y no puede cumplir con la carga de estudios. Utec llega a una población “débil”, con “conocimientos desparejos”, añadió. Hay alumnos que dejaron de estudiar hace 20 años y otros terminaron el liceo en 2016.
“El objetivo es conseguir un 75% de retención”, apuntó Chilibroste, profesor de la Facultad estatal de Agronomía en Paysandú.
La Utec es una institución pensada para impulsar la educación tecnológica con una fuerte presencia en el interior del país; entre un 10% y 15% de su matrícula proviene de Montevideo.
Según su Memoria Anual 2016, el 100% de sus carreras, el 96% de la infraestructura —más de 10.000 metros cuadrados edificados en Fray Bentos, Durazno y Rivera—, el 95% de los docentes y el 70% de los funcionarios administrativos, técnicos y profesionales están fuera del área metropolitana.
La edad promedio del 65% de los estudiantes de grado está por fuera de los rangos de la Unesco, de 18 a 24 años. La mayoría tiene más de 24 años, porque un gran porcentaje abandonó sus estudios terciarios o nunca los inició. Más del 80% accede a la enseñanza universitaria por primera vez en su familia y solo 20% proviene de hogares con niveles de formación alta.
La oferta educativa de la Utec está focalizada en las sedes de los Institutos Tecnológicos Regionales (ITR) e incluye, aparte de las carreras —que van de Licenciatura en Ciencia y Tecnología de Lácteos e Ingeniería en Energías Renovables a Tecnólogo en Jazz y Música Creativa—, programas obligatorios de Biología, Química, Física y Matemáticas, con tutorías virtuales.
Los mandantes.
Persecución laboral y abuso de poder, falta de transparencia en llamados públicos que incumplen normas, sueldos y compensaciones extrasalariales onerosos —algunos rondarían los $ 200.000—, y funcionarios sin contrato de trabajo, entre otras irregularidades. Esas son las denuncias que desde noviembre de 2016 ha planteado Fernando León Moloney, ex profesor de Utec y coordinador de la carrera de Tecnólogo en Mecatrónica, en conflicto administrativo con la universidad por la renovación de su cargo.
Las acusaciones de este ingeniero son apoyadas por la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza del Uruguay (CSEU) y el Plenario Intersindical del PIT-CNT en Río Negro (Búsqueda N° 1.897).
“El problema de fondo es que la Utec se maneja como una empresa privada en la que sus consejeros hacen y deshacen a su antojo, cuando se trata de un ente de enseñanza pública dirigida especialmente a los trabajadores del interior. Y nada de lo que denunciamos pasaría si existiera, como debería, un cogobierno universitario”, afirmó León a Búsqueda.
León dijo que es “perseguido” por criticar la gestión de las autoridades, “por denunciar cosas muy graves que nadie controla y muchos callan por miedo”, por suscribir la carta de renuncia que presentó la ex consejera María Antonia Grompone, en 2013, y por alentar la formación de un sindicato de profesores y funcionarios de Utec.
Sus reclamos fueron atendidos por la Comisión de Legislación del Trabajo y también de Educación y Cultura de Diputados. Pero, según León, “en el Parlamento solo escuchan, no controlan ni investigan, y luego se tragan lo que dicen los consejeros (de la Utec). Entonces esto es palabra contra palabra. Por suerte, tengo pruebas”. Su caso por la renovación del cargo está ahora en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
Según la ley de creación de la Utec, la institución funciona como ente autónomo y deberá regirse a través de un Consejo Directivo Central (CDC) integrado por un rector, dos delegados de los docentes, dos de los estudiantes, un representante de los trabajadores, otro de los empresarios y los directores de los ITR, con voz pero sin derecho a voto.
Ese Consejo aún no se formó y entretanto funciona uno provisorio integrado por Chilibroste, Silveira y Graciela do Mato, funcionarios de perfil profesional y con experiencia en áreas de la innovación y la tecnología. El Parlamento decidió en la discusión presupuestal de 2015 ampliar el período de ese interinato hasta marzo de 2019.
Atornillarse.
Los consejeros de la Utec niegan todos y cada uno de los cuestionamientos del ingeniero León. Y así lo hicieron saber en ambas cámaras legislativas. “Ninguna de las acusaciones tiene asidero. No hay evidencias de nada. Todo eso está traído de los pelos. Tenemos cien docentes y mil alumnos, y nada que ocultar”, dijo Chilibroste a Búsqueda, y pidió “no seguir cuestionando al aire”.
“Todas las respuestas las dimos y están en el Parlamento”, agregó.
En la comisión de Diputados del 17 de mayo, el consejero sostuvo que las acciones de la Utec son auditadas por el Tribunal de Cuentas e informadas al Ministerio de Economía, y que los temas del cogobierno, las compensaciones y la escala salarial están aclarados y documentados. La Utec tiene 164 funcionarios, de los cuales 178 ingresaron por concurso público, dijo Chilibroste. “Hay seis designaciones directas, tres están sentados acá”, aportó a su vez Silveira.
“Cumplimos con nuestro deber, pero parece que libremente cualquiera levanta la mano y nos pega”, protestó Chilibroste, y añadió: “Lo que nos puso acá fue una propuesta del ex presidente Mujica y del doctor (Tabaré) Vázquez después, junto con una venia parlamentaria. Nuestros mandantes están acá y lo tenemos muy claro”.
La consejera Do Mato terció: “El ingeniero León planteó que nuestras carreras se consolidaban mirando al empresariado de este país, y no estamos de acuerdo. (…) la robotización, las energías renovables, el riego y las tecnologías de la información son necesarias para las empresas, que son donde nuestros jóvenes van a trabajar”.
Silveira también salió al cruce de las críticas en la comisión del Senado: “Escribir una universidad teórica a esta altura es una papa. En un rato puedo escribir en el teléfono cómo se hace una universidad; ahora, implementarla es otra cosa”.
La Utec “es muy importante porque ha sido una gran revolución para nuestro país y es lo que nos permite ahora ir por la Universidad de la Educación”, apoyó la senadora oficialista Constanza Moreira.
Horas antes, la presidenta de la comisión de Educación de la Cámara de Representantes, Graciela Bianchi (Partido Nacional), también felicitó a los consejeros: “Ustedes están llevando a cabo la segunda gran reforma educativa en el Uruguay, después de la de José Pedro Varela”. Y completó: “Sigan así. Esta es una opinión del sector ‘Todos’”.
Luego de mostrarse confiado en obtener un presupuesto “razonable” para la Utec en la próxima Rendición de Cuentas, el consejero Silveira auguró: “En el 2019 los tres que estamos acá —por Do Mato, Chilibroste y él— no vamos a seguir, porque nadie quiere eternizarse ni atornillarse en los asientos”.