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Cuando a Natalia Venturini le plantearon la idea de postularse para coordinar el área de Geociencias del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), ella era madre de una niña de seis meses. La idea llegó de un compañero hombre, y ella lo primero que pensó y expresó en voz alta fue: “Tengo un bebé chiquito en mi casa”. “Bueno, pero eso es un detalle”, le contestó su compañero. Esas palabras quedaron dando vueltas en su cabeza y pensó en cómo una oceanógrafa como ella no se iba a tirar al agua. “No fue fácil”, admite Venturini a Búsqueda. Dos años después, integra la primera dupla femenina de coordinación del área de Geociencias del Pedeciba junto con Ofelia Gutiérrez.
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Venturini responde con una risa nerviosa a la pregunta de si siente que rompió el “techo de cristal”. Prefiere no usar esos términos y elige otros: “Por lo menos dejé un ‘sí se puede’”, opina, pero advierte que no alcanza con “empoderar” o demostrar que se puede llegar. En su camino tuvo que postergar algunos proyectos porque no podía con todo al mismo tiempo. Hace falta “tomar medidas concretas que viabilicen y faciliten ese camino para las mujeres y las futuras niñas y jóvenes que serán coordinadoras de las distintas áreas y estarán en distintos ámbitos de relevancia y de decisión en el ámbito académico”, opina.
El área de Geociencias del Pedeciba está integrada por algo más de 50 investigadores residentes en Uruguay, los que se definen como “efectivos”, y otros 20 “asociados”, que residen en el exterior. En la actualidad hay unos 50 estudiantes y más o menos la misma cantidad de egresados de maestría. Se trata de un área que nuclea las disciplinas que estudian los procesos bio-físico-químicos relevantes para explicar el funcionamiento del planeta Tierra en todos sus estados —líquido, gaseoso y sólido— y en todas las escalas espaciotemporales —desde segundos hasta miles y millones de años—.
Entre los investigadores del área que coordina Venturini hay más hombres que mujeres, pero entre los estudiantes de posgrado la proporción se invierte. El género masculino es mayoría en el área en general, pero es una tendencia que la oceanógrafa espera que se revierta o se equipare en los próximos años. El año pasado egresaron las dos primeras personas del doctorado en Geociencias que comenzó a dictarse en 2014 en Uruguay. Ambas fueron mujeres.
La brecha de género existe en Geociencias y se refleja en cifras, aunque a veces no se percibe dentro del ámbito académico, según la coordinadora. Pero de a poco se empiezan a ejecutar algunas medidas para disminuir esa brecha y facilitarles a las mujeres la posibilidad de formarse. Ejemplo de esto es el uso cada vez más frecuente de las licencias por paternidad de los hombres para que puedan dividirse con las mujeres las tareas de cuidado de los hijos.
Las licencias por maternidad y paternidad son una medida y existen otras, pero “no son suficientes”, opina Venturini. “A mí me gusta decir que la ciencia no distingue entre géneros, entonces creo que nosotros tampoco deberíamos distinguir”, añade. Para la coordinadora de Geociencias del Pedeciba, el “techo de cristal” no existe solo en su área, sino en muchas otras. Sin embargo, observa con ilusión cómo eso “está cambiando” y recuerda que hace poco tiempo no se veían mujeres en niveles jerárquicos de decisión.
Desde el Pedeciba se promovieron y se siguen pensando medidas para reducir la brecha de género. Según Venturini, la “inercia” para cambiar las cosas en las áreas científicas es “menor” que en otros ámbitos. Destaca además que el apoyo a la mujer tiene que provenir de todos los ámbitos: desde el hogar hasta la universidad y el trabajo. En ciencias, muchas mujeres deciden postergar su maternidad, según la oceanógrafa, por las dificultades que implica combinar eso con su carrera académica o profesional. Muchas incluso deciden no ser madres.
Exportación de científicos
Además de las desigualdades de género, un problema que atañe a las ciencias desde los tiempos más remotos es la dificultad para retener a los profesionales en Uruguay. Según Venturini, el país invierte “muchísimo” en formación, pero los egresados muchas veces no encuentran “inserción laboral”. Es frecuente que los científicos que se quedan en el país trabajen dentro del ámbito académico, pero es un sector que no tiene capacidad para “absorber a todos esos recursos humanos altamente calificados”. “Los exportamos, lamentablemente”, dice la coordinadora de Geociencias.
Venturini culminó sus estudios de grado en 1998 y en ese entonces no había posibilidad de realizar un posgrado en el área de oceanografía, en la que ella se había formado, dentro de Uruguay. “Ya sabía, como muchos de mi generación, que me tenía que ir del país”, recuerda. Y ella también fue uno de esos recursos humanos exportados durante casi 10 años, en los que vivió fuera de Uruguay. La realidad actual es un poco diferente, porque ahora sí existen posgrados en oceanografía y otras áreas a escala nacional, pero se mantiene el déficit en lo que refiere a posibilidades de inserción laboral. “Es mucho peor, mucho más grave el problema, porque es algo que el país pierde luego de haber invertido muchísimo” en formación, opina la científica.
A esto se suma que Uruguay, según opina Venturini y comparten muchos científicos de todas las áreas, invierte “muy poco” en ciencia y tecnología.
Cambio climático
“En Uruguay nunca pasa nada” es una frase que se repite mucho. No hay terremotos que causen estragos como en otros países, no hay tsunamis, no nieva. Pero Venturini intenta refutar esa frase para defender la importancia y relevancia de las geociencias en el país, al que define como “bastante diverso”. Recuerda que hace unos años se extendieron los límites territoriales desde las 200 hasta las 350 millas náuticas, lo que generó que el país quedara con más territorio bajo el agua que encima de ella. Y eso lo usa para resaltar la importancia de su área de especialización en particular: la oceanografía.
“Tenemos soberanía sobre recursos minerales que pueda haber en el subsuelo marino u oceánico. Todos hemos escuchado hablar sobre perforaciones en nuestro margen continental hace algunos años y todos hemos escuchado, por ejemplo, de la problemática que hay de sobrepesca en nuestras aguas”, ejemplifica. Y aclara que, por supuesto, esos son problemas que atañen a las geociencias.
Otros eventos que son materia de estudio para las ciencias del planeta Tierra y que están afectando al país son las olas de calor, las lluvias intensas y las inundaciones. También la contaminación de las aguas, tanto por la actividad portuaria como por otras cuestiones. El área se ocupa también de estudiar el cambio climático, un fenómeno que se debate en órganos de relevancia internacional y congresos y que ocupa las portadas de muchos medios en la actualidad. Los científicos de esa área estudian, entre otras cosas, sus causas y consecuencias. A escala nacional, Uruguay es emisor de algunos de los efectos del cambio climático pero también “sufre las consecuencias”, resalta Venturini. Con el desarrollo de la ganadería, el país genera CO2 y metano, gases de efecto invernadero que perjudican al medio ambiente. A su vez, sufre las olas de calor, lluvias, temporales e inundaciones, que son consecuencia de ese cambio, según la científica.
Pero el combate al cambio climático implica percibir “al planeta como un todo”, sostiene Venturini, porque se trata de procesos que se dan “a escala planetaria”, aunque causen efectos en la región. Un informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de 2021 afirmó que el mundo está atrasado en la toma de medidas para combatir ese fenómeno y que se están tomando medidas que debieron tomarse hace unos 10 años. “Fue como un ultimátum. El mundo tiene que promover medidas concretas para atacar los impactos del cambio climático. Y Uruguay no es ajeno”, advierte.