La cosa está que arde

Por Kid Gragea 
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El clima está complicado, no hay duda. Pasamos de los incendios a las inundaciones, del calor asfixiante al calor no asfixiante, pero no es ese el clima al que me refiero.

Estábamos tomando un café con unos amigos hace unos días y, como siempre, hablábamos de todo lo que pasa, lo que sale en las primeras y en las segundas planas de los diarios, en los noticieros que ve Fortunato y en las múltiples radios que tratan de todos los temas cotidianos (las que no pasan reguetón, que son unas cuantas).

—Esto de los incendios es una maniobra política, terrorista, propia de estos resentidos del Frente que lo único que quieren es que le vaya mal al gobierno —dijo uno, que es claramente de la coalición republicana.

Uno hubiera esperado que el frentista, amigos como son desde la niñez, le dijera a su contertulio que no se puede decir una barbaridad semejante, que con el calor que hacía era bastante posible que se prendieran fuego algunos campos, que en la Argentina hay montón de incendios también y que es cosa del verano caliente que nos ha tocado.

Pero no. El amigo reaccionó con ira y manifiesto rencor y le dijo que, claro, no podía esperar otra cosa de él:

—Ustedes los fachos multicolores anduvieron tapando las bocas de tormenta con basura que llevaban en las 4x4 en pleno diluvio el otro día para que las calles se inundaran y los contenedores anduvieran flotando, y además tenían a la agencia de publicidad que gobierna al país filmando los autos tapados de agua a la deriva para después hacer memes con Carolina Cosse en una góndola por Concepción del Uruguay, manga de atorrantes.

Obviamente, el clima se fue caldeando porque hay uno de los de esta mesa que es de Cabildo Abierto y terció diciendo que esperaba que ninguno de estos casos que ellos estaban denunciando fueran a parar a la Justicia, porque los jueces flechados infiltrados por la izquierda sin duda inclinarían la cancha exonerando de culpa a los injustamente acusados partidarios del Frente y les cargarían todas las tintas a los de las camionetas que repartían basura en toneladas para lograr que los desagües no se tragaran toda el agua y anegaran las casas de los más humildes, mientras los poderosos descansaban en Punta del Este viendo cómo los pobres perdían todas sus posesiones a la vez que ellos tomaban champagne en los yates anclados en la bahía de la isla Gorriti.

El del Partido Independiente, que es un tipo moderado, equilibrado y razonable, debió (eso esperaba yo, al menos) sacarle presión al tono de la conversación y recomendarnos a todos bajar la pelota al piso, porque con este tono íbamos a terminar todos a las piñas.

Pero miren lo que dijo:

—¡Manga de reventados, de un lado y del otro, no sean tan pelotudos y ubíquense, por el amor de Dios! —Hasta ahí, bastante esperado, sobre todo la invocación a la divinidad, fruto de sus antecedentes pedecistas. Pero siguió—: A todos ustedes habría que meterlos en una licuadora, poner un poco de creolina adentro y darle poder 10 a la perilla para que les lave los cerebros y piensen que las cosas no se arreglan insultando y devaluando lo que ustedes dicen. Porque lo que han dicho son reverendas estupideces, extremistas de miércoles, a ustedes habría también que mandarlos desnudos a la Amazonia y ver cómo se amigan para defenderse y defender al prójimo y evitar que alguna araña ponzoñosa les pique las partes íntimas (en eso siempre ha sido muy pudoroso); si tuvieran que ayudarse —prosiguió—, la cosa sería muy diferente, ¡manga de tontos de capirote, nabos de cuarta, chotos pretenciosos, iluminados de bolsillo, tarados! —culminó.

Otro de los asistentes a este café tan inesperadamente convulsionado es (dice él) socialdemócrata y pertenece al grupo seregnista que fue duramente revolcado en las internas por los bolches y los tupas. Hace tiempo que se mantenía callado en nuestros encuentros, por obvias razones, pero el clima estaba tan caldeado que, sin saber de dónde, sacó fuerzas para terciar en la charla.

—Vos (aludiendo al frentista), decías que los fachos repartieron basura para tapar las cloacas, pero acá la cloaca que habría que tapar, y cuanto antes, es la garganta profunda del Boca Andrade, un tipo que está aniquilando la izquierda moderada, empujando el carro en la bajada de la izquierda ultra, intolerante, estalinista y trasnochada…

—Pero, claro —lo interrumpió el frentista mayoritario—, si no fuera por el Boca no se habrían juntado las firmas para el referéndum, pero por supuesto —agregó— vos seguramente preferís que la LUC no sea derogada porque así arreglás con los que mandan, como lo hacía Astori cuando arreglaba con los blancos y los colorados…

Pero el colorado le gritó que Astori había sido comunista y que ahora está callado porque sabe que…

—¿Callado? —dijo el blanco— ¡Si fue el primero que dijo que el Frente había perdido por los errores de los 15 años de desastre frentista!

—¡Nunca dijo desastre, dijo errores! —gritó el seregnista, y ya casi nadie escuchaba lo que el otro decía.

Uno a uno se fueron levantando de la mesa, pagando su consumición y yéndose en distintas direcciones, casi sin despedirse.

Nos quedamos uno, que hasta ahora no había dicho nada, y yo, que también había guardado silencio. Nos miramos con preocupación y casi con resignación.

—¿Vos qué pensás? —le pregunté.

—Mirá lo que pienso —me dijo con filosofía—. Viste que no sé en qué hospital del mundo le injertaron a un tipo el corazón de un cerdo.

—Sí —le dije—, lo leí en los diarios.

—Bueno, lo que yo pienso es que voy a seguir de cerca cómo le va al tipo ese. Si anda bien, me voy a hacer injertar un corazón de chancho. En fija que voy a sufrir menos que si sigo latiendo con este que tengo, en medio de este desencuentro…

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2022-01-19T22:04:00