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    La industria se contraerá en 2019, tras una “década perdida”

    La industria uruguaya tiene lazos fuertes productivos con las cadenas de la región, porque hace negocios en mercados donde hay preferencias arancelarias y, por su cercanía, paga menos costos de transporte y logística. Aunque las ventajas a veces se esfuman por los vaivenes políticos y económicos de los socios comerciales que interponen restricciones de acceso, lo cierto es que actualmente la demanda regional “no está tironeando” la actividad de las fábricas locales. De hecho, la actividad manufacturera “seguirá rezagada”, como en la última década, si se compara su desempeño con las de algunas economías latinoamericanas, aseguró a Búsqueda el asesor económico de la Cámara de Industrias (CIU), Sebastián Pérez.

    “Salvo si nos comparamos con los peores en el concierto mundial, no estamos tan mal. Pero deberíamos aspirar a más, porque países como Brasil, que acumulan una caída de 16% entre 2010 y 2018 y han destruido mucho valor y riqueza, sería compararse con el peor”, comentó.

    En Uruguay, el índice de volumen físico de producción industrial —sin considerar la refinación de petróleo— creció 12% entre 2010 y 2018. Pero si, a su vez, se excluye la actividad de las plantas de celulosa y de la fábrica de concentrados de PepsiCo —que se realiza en zonas francas— el incremento es de 4%. “Eso muestra que las tasas anualizadas darían cero, prácticamente, lo que es muy poco. Es una década perdida, un período donde prácticamente no hubo crecimiento”, dijo Pérez.

    Para este año, el asesor de la CIU estimó que la actividad del “núcleo duro” fabril —dejando de lado la refinería y las grandes industrias en las zonas francas— se reducirá 1%. “No visualizamos señales de mejoría. Los sectores que pueden ayudar este año no son los vinculados a la industria, el mercado interno está retraído y Brasil y Argentina no repuntan. El escenario es complejo y el problema está más derramado”, evaluó.

    El problema de baja demanda fue señalado también por un sondeo, difundido el martes 25 por la CIU, según el cual las ventas fabriles (medidas en unidades físicas) disminuyeron 3,3% en enero-marzo frente a igual período del año anterior. El informe constató que las expectativas de los industriales continuaron siendo negativas en cuanto a la economía en general, la empresa propia, así como el mercado interno y externo.

    Pérez adelantó que en la última encuesta de la gremial que releva la utilización de la capacidad instalada en las plantas se ubicó en 62% en el primer trimestre. En el marco de ese sondeo, los industriales del sector alimentos y bebidas —especialmente— advirtieron que se incrementaron los problemas de oferta nacional de insumos. “Hay más empresarios que señalan falta de materia prima para procesar”, con lo que “se suma otro factor nuevo que aleja la idea de repunte” de la producción fabril, añadió.

    Desajuste “grosero”

    Para el período 2010-2018 la CIU calculó la variación del índice de volumen físico industrial para siete países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Perú, Chile, Colombia, Ecuador y México.

    En la comparación con la actividad del “núcleo duro” fabril, Uruguay se ubicó antepenúltimo (solo mejor que Argentina y Brasil) y acumulando un crecimiento de 4%. Y si se incluye la actividad industrial en esos enclaves supera además a Perú, con un incremento del volumen físico de 12% (contra el 9% que registra ese país), y empata con Chile.

    Las industrias de Ecuador y México fueron las que más crecieron (ambas 23%), seguidas por la colombiana (15%).

    La posición de Uruguay mejora si se incluye en el análisis la producción fabril en regímenes especiales, porque permiten competir en mejores condiciones.

    Para el asesor de la CIU, los problemas estructurales que hacen a la competitividad de la industria argentina y brasileña no son tan distintos que los que afectan a Uruguay.

    “Si se analiza el comportamiento de los sectores del Producto Bruto típicamente empresariales, la evolución de la producción se muestra muy alineada a la de la región, particularmente con Argentina”, apuntó, cuestionando la visión de “desacople” que a menudo el gobierno utiliza para relativizar el estancamiento de la economía uruguaya. “Al final, parecería que no nos va tan distinto a nivel productivo” porque los problemas de competitividad “tampoco difieren mucho”.

    Entonces, Pérez aludió a lo que a su juicio es el desajuste “grosero” en los “fundamentos” del negocio industrial en el país, como los “altos precios de los combustibles, el atraso cambiario, la presión tributaria y el mal funcionamiento del mercado laboral”.

    Reforzando la idea de que la problemática no es tan distinta, el director de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de la Federación de Industrias de San Pablo, Alberto Pfeifer, dijo a Búsqueda que en Brasil la incertidumbre sobre la economía, el alto costo de producción y financiamiento, el exceso de burocracia y la competencia de manufacturas chinas, continúan afectando al sector fabril de ese país. Sin embargo, arriesgó una “perspectiva positiva” para el resto del año y defendió reformas impulsadas por el gobierno de Michel Temer, como la “modernización” laboral.

    Recuadro de la nota

    Uruguay proveedor de servicios y “una isla”