N° 1872 - 23 al 29 de Junio de 2016
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Quiénes son los actores centrales de la interna colorada? Hay muchas respuestas posibles; la que sugiero usa estos criterios. Primero, se trata solamente de actores “centrales”; por lo tanto, pocos o muy pocos. Segundo, esa posición central resulta de cómo son vistos por las elites y activistas colorados, por las demás elites políticas, y por los medios. No depende de las preferencias ni de la voluntad de nadie en particular. Es una “construcción social” de los colorados y de observadores expertos.
Cada uno de los puntos que siguen puede ser fundamentado más cuidadosamente, pero esto no es un ensayo académico y el espacio disponible no lo permite. Abreviando mucho, entonces, en principio diría que hay tres actores centrales. En un extremo están los dos ex presidentes, Batlle y Sanguinetti. Nadie espera que sean candidatos a nada, pero para muchos, especialmente en tiempos difíciles para el Partido, su voz es una referencia importante. “Para muchos”: no hay unanimidades aquí. Seguramente no son pocos los colorados que preferirían que ambos emigraran y se instalaran lejos. Sin embargo, salud e internet mediante, ni siquiera eso afectaría dramáticamente su posición como uno de los actores centrales de la interna colorada. Seguirían siendo influyentes.
En el extremo opuesto, a dos generaciones de distancia, están los elencos que aspiran a reconstruir y potenciar el Partido. Son los herederos, y están en estado de ebullición al menos desde las elecciones de 2014-15. No son un actor homogéneo, y entre ellos se encuentran distintas ideas e inclinaciones. No es claro su rumbo, si es que hay algún rumbo común posible. Pero son lo que queda del viejo ejército (civil) colorado: sin ellos el Partido no existe. Son el Partido.
En algún lugar entre los dos anteriores (propiamente: en la “generación intermedia”), está Pedro Bordaberry (y su círculo más cercano de colaboradores). No es una figura consensual; tiene sus críticos. Pero, al margen de sus motivaciones personales, hoy es el único al que una mayoría de sus pares percibe como posible candidato presidencial colorado (aunque no les guste la idea). Esta imagen presidencial es consecuencia de la trayectoria personal de Bordaberry: de sus aciertos y errores pasados, de sus virtudes y defectos. No se puede improvisar. Por eso es difícil construir una figura alternativa antes de 2019.
Estos serían, entonces, los tres mosqueteros colorados. En su actual posición de debilidad, el Partido necesita sumar creativamente. Es probable que, si hay alguna vía de salida para los problemas del Partido, esa vía pase por alguna clase de entendimiento entre estos tres mosqueteros.
Pero: ¿hay solo tres “actores centrales”? Todo el mundo sabe que los tres mosqueteros no eran tres, sino cuatro. Eso es lo que ocurre aquí, y es precisamente ese cuarto mosquetero, Edgardo Novick, lo que hace que la interna colorada sea la más compleja de todas. Comenzando por el principio: ¿es razonable ver a Novick como un mosquetero colorado? Según los criterios anteriores, sí. Algunos ven a Novick como un ex colorado. Otros lo ven como un hombre de simpatías e inclinaciones coloradas. Para otros, es un colorado, a secas. Ahora está haciendo su juego, que en algún momento se destapará. Pocos lo ven como un no-colorado. Hasta ahora, casi todos los que se han sumado a su grupo en formación, legisladores incluidos, son (o vienen) del Partido Colorado. Desde todas estas perspectivas, el Partido de referencia para Novick es el Partido Colorado. Nadie ve esta clase de vínculos entre Novick y los blancos o los frentistas. Entonces: considerando además (algunos dirían: “principalmente”) su votación en las últimas departamentales montevideanas, sí, tiene sentido verlo como al cuarto mosquetero.
Sin embargo, hay una complejidad adicional que no se puede ignorar. Novick considera abiertamente la posibilidad de formar un nuevo Partido que lo lleve como candidato presidencial. Nada similar ocurre entre blancos o frentistas. Por lo tanto, no sabemos si su “grupo en formación” es, o terminará siendo, una fracción colorada, o si es la base de una escisión colorada fundadora de un nuevo Partido. Los dos caminos son incompatibles, y en algún momento antes (o bastante antes) de 2019 Novick deberá decidir. La opción del Partido nuevo, en particular, requiere mucho trabajo jurídico y organizacional; por eso los plazos aprietan.
Esta es la decisión crítica para Novick. No sabemos ni el camino que tomará ni sus razones. En términos puramente instrumentales (ignorando los afectos), algunos dirían que la mejor opción para Novick sería la que maximiza sus votos e influencia políticas. Es lo que hicieron Seregni y el Frente Amplio a partir de 1973: “acumular fuerzas”, como decían los comunistas. Requiere mucha disciplina política, e ignora las preferencias personales de Novick. ¿Quiere ser presidente ya, en 2020? Esto tiene su atractivo y sus riesgos evidentes. ¿Le bastaría con empujar la recuperación colorada, liderando una nueva fracción? Esto es compatible con gobernar Montevideo desde 2020, y también tiene un futuro abierto (aunque más lejano).
Solo los colorados pueden resolver sus problemas. El objetivo de estas consideraciones no es sugerirle caminos a nadie, sino mostrar una manera de ver lo esencial del problema, su centro, que está anclado en las imágenes y preferencias de la gente. No se lo puede ignorar porque está anclado en esas imágenes y preferencias. Hay distintas maneras de encarar estos problemas. Pero todas ellas deben tener en cuenta ese centro común. Un acuerdo colorado viable, con perspectivas de futuro, muy probablemente requiere que estos mosqueteros se reconozcan mutuamente y pacten entre sí.