Nuestro presidente es un ejemplo para el mundo.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDe los cuatro confines del planeta llegan comentarios elogiosos acerca de su estilo de vida austero, de su florida verba costumbrista y coloquial, de su intransferible perfil paternal, afable, plural y constructivo.
Ejemplo de ello son algunas crónicas tomadas de diferentes periódicos de lejanas tierras, que reproducimos a continuación para vuestro deleite y orgullo.
El diario sueco “Despistenssen Tageblatt”, que se reparte gratuitamente en los orfanatos y hogares de ancianos de Estocolmo, publicó recientemente una columna, firmada por Braulio Empedenssen Fernández, en la que relata una entrevista con el presidente José “Pepe” Mujica. Este joven periodista sueco-uruguayo es hijo de un equilibrista sueco, internado en un hospicio gratuito estatal por una adicción incurable al alcohol, y de una guerrillera uruguaya que se exilió en Suecia en tiempos de la dictadura. Según dice en su nota, Empedenssen Fernández estuvo recientemente en Uruguay, visitando parientes, y gracias a las conexiones de su madre con los viejos ex guerrilleros tupamaros, hoy casi todos cómodamente instalados en puestos públicos que van desde el gabinete ministerial hasta las presidencias y gerencias de entes estatales, logró mantener una conversación con el primer mandatario.
En un tramo de su reportaje, dice Empedenssen Fernández: “Me recibió en su humilde morada, una cabaña hecha de barro cocido con el techo de hojas de palma, tomadas por él mismo de los cocoteros que abundan en los esteros y sabanas de esta bendita tierra oriental, así llamada porque se encuentra al oriente de los yacimientos petroleros venezolanos, que tan generosamente el Comandante Chávez les ha facilitado a los uruguayos para que extraigan de ellos todo el petróleo que necesitan para hacer funcionar los camiones que transportan las cosechas de papayas y de guayabas, base de la economía del país. Mujica me trató como a un hijo, y me ofreció beber con él un alcohol refinado por la empresa estatal Ancap, al que denominan Espinillar, ya que su esencia está hecha con espinillas de chirimoya, otra fruta que crece abundantemente en los pantanales uruguayos del norte. Pude ver cómo vive este hombre tan extraordinario. Fíjense ustedes que se trata del presidente, del primer mandatario, y sin embargo vestía un chiripá hecho con bolsas de arpillera que él mismo recogió de uno de los tantos basurales que se cultivan como atractivo turístico en Montevideo, y que cosió con amor y con hilos de cáñamo (extraídos por ella misma de los plantíos vecinos, para ahorrar dinero y no gastar en la mercería del barrio) la propia primera dama, doña Lucía Topolansky. Le pregunté si él vestía así de entrecasa, pero me respondió —sirviéndome una vez más otra copa de Espinillar— que así vestía también para ir a su trabajo en la Torre Ejecutiva, al que asiste manejando su propio charret, tirado por un viejo caballo percherón que le obsequió su íntimo amigo Juan Carlos López Mena”.
Si bien se supo, tras la publicación de esta nota, que Empedenssen Fernández en realidad nunca viajó al Uruguay para la entrevista, la aclaración que publicó el “Despistenssen Tageblatt” informó que la nota había sido redactada por el autor en base a datos obtenidos de familiares uruguayos que le habían relatado que, efectivamente las cosas eran tal cual las consignó el periodista.
Por su parte la revista mensual “Reportovik Boludostok”, de Azerbaijan, publicó en su último número una nota sin firma, comentando las costumbres del presidente Mujica, y poniéndolo como ejemplo de austeridad y sacrificio, contrastando con las de las autoridades locales.
Dice la misma, en un tramo: “Mientras nuestros gobernantes gastan sin límites en su confort y comodidad, abusando de las finanzas públicas, el presidente José Mujica, del Uruguay, es reconocido en el mundo por un estilo austero y ahorrativo, que debería servirles de ejemplo a quienes nos gobiernan. Por ejemplo, se sabe que Mujica se baña solamente una vez por semana, y mientras está bajo la ducha, en el momento de enjabonarse desenchufa el calefón para ahorrar energía, y lo vuelve a encender cuando se enjuaga. Se sabe que en Bakú (NdeR: Bakú es la capital de Azerbaijan) circula una iniciativa de levantarle un monumento al presidente Oleyev, el cual se haría con fondos públicos. Pues vean lo que ocurre en Uruguay: a Mujica le ofrecieron hacerle un estatua para perpetuar su memoria, y él lo rechazó, aceptando solamente que hagan una escultura de su cabeza, y que la coloquen luego en lugar de la cabeza del David de Miguel Ángel, que está en la entrada del Palacio Municipal de Montevideo. Dijo Mujica que así se ahorraba dinero, y se aprovechaba una estatua ya existente. Eso es un ejemplo de austeridad y dignidad, para ser imitado” —afirma la nota.
El semanario “Kechotombo News”, de Kampala, Uganda, se solaza asimismo con la ejemplar conducta del primer mandatario uruguayo, describiendo su modo de vida y sus costumbres. Dice en una reciente edición este semanario: “Mientras Yoweri Museweni (N de R: tal es el nombre del presidente ugandés) vive como un príncipe en el palacio de gobierno, hemos sabido que el presidente del Uruguay, don José Mujica, habita en una gruta cavada con sus propias manos en la ladera de un barranco que se encuentra en los arrabales de la capital, Montevideo. Su cueva no tiene luz eléctrica, y se alumbra con candiles de aceite de búfalo, que él mismo extrae de los animales que caza con su esposa y otros integrantes de la etnia tupamara, a la que pertenecen este hombre ejemplar y sus adláteres. Mujica caza búfalos con conducta ambientalista, ya que sólo los mata para alimentarse y extraer el aceite del hígado del animal, que usa con los fines antedichos y asimismo como licor digestivo, mezclándolo con una bebida alcohólica llamada Espinillar, la cual él mismo prepara fermentando espinillas de ágave en los cráneos de los búfalos. Mujica no utiliza el auto oficial, y se desplaza hasta la casa de gobierno en una balsa hecha con troncos de ombú, que él mismo fabricó, navegando desde su barranca hasta el puerto de Montevideo por las barrosas aguas del Río de la Plata. Eso es un ejemplo de austeridad y economía, y no la vergüenza que tenemos aquí en Uganda, donde el gobierno gasta a mano abierta”.
Realmente es un placer leer estas notas tan elogiosas. Como decía mi abuela, repitiendo un viejo refrán en español antiguo, “a luengas distancias, luengas mentiras”.