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    La mano invisible

    N° 1917 - 11 al 17 de Mayo de 2017

    , regenerado3

    Autoridades del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP) celebran el “enorme crecimiento” de la matrícula estudiantil de la institución en los doce años de gobiernos del Frente Amplio, período en el que pasó de 59.000 a 100.000 registros. Un hecho que, remarcan, se ha dado sin que haya habido un “trasvasamiento automático  o lineal” de estudiantes procedentes de Secundaria al CETP.

    Plenos de optimismo consideran que este “éxito” permitirá alcanzar la meta fijada para el quinquenio por el presidente Vázquez: incluir en el sistema educativo a todos los jóvenes de entre 12 y 17 años.

    Según Miguel Venturiello, integrante del CETP,  “asistimos a un cambio de mentalidad”. En 2005, agregó, la ex Universidad del Trabajo “era vista como la salida rápida y casi única del pobre que no tenía donde ir para conseguir un oficio. Hoy esa imagen cambió radicalmente. La UTU dejó de ser la segunda opción y crece sobre todo en educación terciaria, con tecnicaturas y carreras nuevas. Pasó en una década de 12 o 13 ofertas educativas a 73, (…) por lo que es mucho más atractiva e inclusiva” (Ver Búsqueda Nº 1.916).

    Entre las nuevas opciones educativas del CETP destacan las tecnicaturas y carreras de Administración y Servicios, Turismo, Gastronomía y Hotelería, demandas por casi la mitad (49%) de los matriculados. Pero muchos jóvenes se han inscripto en opciones como  Audiovisual, Entretenimiento y Deportes. Como un signo de los nuevos tiempos y de la incorporación de nuevas tecnologías, decae la matrícula en Electrónica a favor de Telecomunicaciones o Robótica.

     “Uruguay se vuelca a la orientación tecnológica”, afirma con satisfacción Venturiello. Y tiene razón.

    Pero como suele ocurrir en otras áreas del sistema educativo, mientras las autoridades del CETP exhiben un vaso lleno, dirigentes sindicales lo ven medio vacío y advierten sobre los “problemas de crecimiento”.

    Reconocen y valoran el aumento de la matrícula estudiantil, pero a la vez señalan infraestructuras edilicias deficitarias, denuncian clases “masificadas”, falta de personal docente para atender el crecimiento “exponencial” de la matrícula, deserción de alumnos y hasta conflictos “tribales” entre alumnos de distintos barrios. Por ello consideran “lógico” que tras el feriado de Semana de Turismo algunos estudiantes hayan dejado de asistir a los cursos. “La superpoblación desestimula al alumno y al docente”, recuerdan.

    “La matrícula se disparó y nos pasó por arriba”, afirman sindicalistas, quienes destacan que ha habido “falta  de planificación y de control” producto de una “mala gestión”. Esa es “la realidad”, añaden, que no debe confundirse con “expresiones de deseo”.

    Las autoridades del CETP han ordenado estudios sobre la respuesta que el mercado de trabajo (puestos, salarios, etc.) está en condiciones de ofrecer al previsible mayor egreso estudiantil de la institución. Se quiere ofrecer a los futuros alumnos una proyección estadística a la hora de optar por su formación.

    Sin perjuicio de uno y otro punto de vista, ambos suponen una clara constatación de que cuando se abren opciones educativas atractivas, capaces de generar razonables expectativas de inserción en un mercado laboral en permanente evolución, las respuestas de los jóvenes y de sus entornos familiares están en consonancia y no demoran en llegar.

    Demuestra que la preocupación de los padres sobre el futuro de sus hijos, sobre su inserción y desarrollo laboral, es siempre importante.

    La respuesta obtenida por las nuevas ofertas educativas del CETP confirman la existencia de “la mano invisible del mercado”, metáfora que empleó Adam Smith para referirse a la capacidad de los ciudadanos de procurar su propio bienestar, contribuyendo así, a través de decenas, cientos, miles de decisiones personales, al máximo bienestar social.

    Esta nada sorprendente respuesta del mercado a la renovada oferta educativa del Consejo de Educación Técnico Profesional, como la que está teniendo la oferta de la recientemente creada Universidad Tecnológica (Utec), contradice la absurda e irracional oposición librada hace casi un cuarto de siglo por los gremios docentes y los sectores más militantes e ideológicos de la izquierda a la reforma educativa que impulsara Germán Rama durante la segunda presidencia de Sanguinetti.

    Una reforma que fue calificada de “neoliberal” pese a que tanto en su espíritu como en su normativa era, conceptual e instrumentalmente, estatista.

    Sus objetivos proclamados procuraban “consolidar la equidad social”, “mejorar la calidad educativa”, “dignificar la formación y la función docente” y “fortalecer la gestión institucional”. Promovió la educación inicial (4 y 5 años), creó escuelas de tiempo completo emplazadas en zonas de contexto crítico con conocimiento de una segunda lengua, desarrolló un programa de alimentación escolar que multiplicó el servicio en las escuelas públicas,  y fomentó actividades recreativas y de expresión. En la educación media cambió los planes de estudio del Ciclo Básico, reagrupó las asignaturas por áreas de conocimiento, creó un centro de lenguas extranjeras, y en materia de formación docente estableció Centros Regionales de Profesores ubicados en el interior del país.

    Aun cuando la reforma se basaba en principios, ideas y propuestas sostenidas por los gremios docentes y por sectores del Frente Amplio fue duramente combatida y bombardeada desde la izquierda.

    Se cuestionó que tenía un “espíritu economicista”,  que carecía de un “modelo de hombre a formar” (¿cuál debería ser el modelo de hombre a formar?) y que desatendía la formación de los estudiantes en su condición de ciudadanos, limitándose a prepararlos para su inserción en el mercado laboral.

    Más allá de lo cuestionable que toda reforma educativa pueda ser, esta actitud obstruccionista era parte de la estrategia de “acumulación de fuerzas” que en su etapa opositora llevaba adelante el Frente Amplio y del objetivo compartido de controlar la educación como parte de consagrar un dominio cultural de la sociedad, según el diseño que concibió en el primer cuarto del siglo pasado el teórico comunista italiano Antonio Gramsci.

    Ahora, en el gobierno, las responsabilidades son otras. Conservar el poder requiere ser pragmático. No atarse a estrategias útiles en el pasado y, sin renunciar a la ideología, tratar de resolver los problemas a la gente. ¿Hipocresía? Ciertamente. Es parte del juego político. La prioridad hoy es defender intereses, posiciones y cuotas políticas conquistadas.