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El “mito” —desde lo local— es que cuando una gran empresa se instala va a generar beneficios importantes en la economía del lugar, “pero en realidad, su principal preocupación es lograr ganancia, no desarrollar el territorio”, dijo a Búsqueda Adrián Rodríguez, investigador del Instituto de Economía (Iecon) de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República.
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Por eso, para Rodríguez en aquellos territorios donde hay un “débil” entramado de empresas es probable que el arribo de una inversión de gran porte (al estilo de las fábricas de pasta de celulosa que se instalaron en los últimos años y como la que proyecta UPM para uno de los márgenes del Río Negro) tenga un impacto mucho más regional que local.
A partir de una caracterización industrial por regiones del Uruguay —que Rodríguez y Florencia Beder, también del Iecon, publicaron este mes—, el investigador señaló que en los últimos años la producción fabril se ha ido orientando a un modelo de empresas más grandes, sin que ello haya implicado un fortalecimiento del tejido productivo a su alrededor. Planteó que el boom del precio de los commodities que se registró pocos años atrás y los problemas de competitividad comercial favorecieron las industrias de gran porte y “deprimieron” la actividad de las más pequeñas.
No obstante, Rodríguez destacó como una “oportunidad” o condición necesaria para que el tejido industrial de las localidades se beneficie el hecho de que las grandes empresas se hayan ido instalando en el interior del país. “Pero de ahí a que se beneficie el desarrollo a nivel local, hay un trecho grande”, advirtió.
El tejido industrial.
Uruguay tiene 16,2 industrias con más de cinco empleados por cada 10.000 habitantes. El tejido industrial se concentra principalmente en Montevideo, donde se ubican seis de cada 10 fábricas. Ese mapeo forma parte de la localización geográfica de las plantas y su complementación con datos demográficos efectuado por Rodríguez y Beder.
Los investigadores construyeron una base de industrias con cinco o más empleados actualizada a 2013. Para ese año contabilizaron 5.063 unidades fabriles, de las cuales 78% eran pequeñas, 18% medianas y algo más de 4% de gran tamaño.
Los departamentos con mayor cantidad de industrias en relación con su población es Montevideo (23,7 cada 10.000 personas), seguido por Florida y San José (con 17,4 y 16,8 respectivamente).
Por el contrario, Artigas, Salto, Rivera, Tacuarembó, Durazno, y Treinta y Tres, son los que menos tienen.
San José, con 154 industrias, y Colonia, con 60, se destacan por su diversificación fabril y la presencia —en términos relativos— de grandes firmas.
A partir de este directorio de firmas, los expertos del Iecon encontraron que la elaboración de productos alimenticios es la actividad con mayor peso relativo en la industria a nivel nacional (27% del total de las unidades productivas). En casi todos los departamentos esa rama tiene una “presencia importante”, señalan en su estudio.
Identificaron una distribución heterogénea del perfil industrial del territorio nacional: en el noreste (Rivera y Tacuarembó) se destaca la producción de madera sólida; en el litoral norte (Artigas, Salto y Paysandú) sobresale la conservación de frutas y vegetales; en la región centro-este (Treinta y Tres, Rocha y Cerro Largo) la molienda, almidón y aceites es de las más representativas; el sector lácteo tiene alta participación en el suroeste (Colonia y San José); y rubros como el textil, vestimenta y cuero caracterizan la actividad fabril del centro-sur (Canelones, Flores y Florida).
En Montevideo, Canelones y San José, el desarrollo industrial es más “diversificado y potente”, con un peso particular de las ramas química, farmacéutica, caucho y plástico, elaboración de alimentos, productos de metal, maquinaria y vehículos, procesamiento de carne, textil y vestimenta, entre otros, según el estudio.