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    La odisea de salir de Venezuela rumbo a Uruguay: miles se lanzan a la aventura para escapar a la crisis en su país

    Una camioneta grande, 12 personas y un perro a bordo, una mujer embarazada, cruzar la frontera, llegar a Brasil, subirse a un barco cinco días, emprender otra vez la ruta, un camino complicado, plagado de contratiempos: una correa de distribución que se rompe, una bomba de agua que ya no funciona más. Casi dos semanas varados en medio del calor húmedo de Mato Grosso, a dos horas del pueblo más cercano, durmiendo como se pueda en un parador perdido en la ruta, tirados en hamacas o en los asientos de la locomoción trancada. La espera por los repuestos. Cruzar los dedos para que el parto no sea en esas tierras extrañas, lejanas de todo. La camioneta que se arregla. A rodar otra vez. A rodar con un electroventilador que no le andará en lo que quede del viaje a esa Mercedes Benz modelo MB 140 demasiado cascoteada. A recorrer todo lo que quede hasta Uruguay a una velocidad de poco más de 50 kilómetros por hora. ¿Qué estarías dispuesta a hacer para salir de Venezuela?, se preguntó Priscilla Verdes, de 38 años, mientras dejaba atrás su país.

    En marzo del año pasado, Priscilla, hija de inmigrantes uruguayos en Venezuela, y licenciada en educación integral, se enfrentó por primera vez a esa pregunta. Su hijo mayor, de 18 años, estaba por entrar en la Universidad Nacional Experimental Politécnica en Guarenas, una ciudad dormitorio a 20 minutos de Caracas. Tras una reunión con el director, que le alertó de la “inseguridad y peligros” que rodeaban al centro educativo, volvió rumiando la idea de emigrar. Era algo que ya venía dando vueltas en su cabeza. Justo ahí le empezaron a llegar notificaciones de un grupo de venezolanos en Uruguay con el que estaba en contacto hace un tiempo. “Empiezo a leer y le digo a mi esposo: me voy para Uruguay con los niños, ¿te vas conmigo o te quedas?”, contó Priscilla a Búsqueda. Uruguay fue el destino.

    Manejaron otras opciones como Perú, Ecuador o Panamá, pero todas “presentaban bastante trabas a la migración de venezolanos”. Como hija de uruguayos se amparó en la ley de retornados, así obtenía la ciudadanía y además se le permitía traerse el vehículo, lo que hacía más económico el periplo. El resultado de la suma dio Uruguay. Y empezó la tarea engorrosa de sacar papeles, reunir los dólares necesarios, planificar el viaje.

    ¿Por qué había necesidad de salir de Venezuela? Priscilla no duda la respuesta. “Tenía que resguardar el futuro de mis hijos: el factor seguridad y el factor alimentación se nos hacían cada vez más cuesta arriba. La inflación era algo que te comía semanalmente. Todos los productos aumentaban de un día para otro”. Su esposo tenía un negocio de transporte de cargas, un trabajo que fue mermando sus ganancias progresivamente. El 19 de abril, el núcleo familiar más la novia embarazada de su hijo mayor, y varios amigos que se sumaron, cruzaron la frontera rumbo a Uruguay. Llegaron a mediados de mayo. A los ochos días, su nuera parió en el Hospital Pereira Rossell. Priscilla se estrenó como abuela de una niña en Uruguay.

    Más de dos mil venezolanos este año. 

    El subsecretario de Relaciones Exteriores, José Luis Cancela, informó en el Parlamento que la inmigración de los venezolanos a Uruguay aumentó en los últimos años. La información está recogida en un informe realizado por el programa “En Perspectiva”. En 2016, de las residencias solicitadas al gobierno uruguayo casi la cuarta parte correspondía a venezolanos. En 2017 se espera que arriben unas 2.400 personas desde el país caribeño, anunció el subsecretario. Cancela contó que muchos de ellos están empezando a llegar vía terrestre, luego de cruzar por Brasil.

    El tema fue ampliamente debatido durante una reciente comparecencia de Cancela en el Palacio Legislativo. Allí el diputado nacionalista Jaime Trobo mencionó que el asunto de la migración venezolana es ya una cuestión regional. “Es bueno señalar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha hecho una exhortación a los países de la región. Esa exhortación de la comisión refiere a la necesidad de extremar las medidas de protección a las personas que son emigrantes venezolanos”, dijo. Y leyó un comunicado de la CIDH en el que se puntualiza que “la migración de personas de nacionalidad venezolana a los Estados de la región ha venido aumentando de forma exponencial en los últimos años” y que se observa “con suma preocupación el aumento exponencial en el número de solicitantes de asilo provenientes de Venezuela”.

    Trobo también denunció que han existido “problemas” con ciudadanos venezolanos que tienen “dificultades” para acceder a su pasaporte. “Este es un problema de Venezuela pero no debe ser ajeno a nuestra visión. Además, en muchos casos, las apostillas con las que vienen los documentos son falsas o no son reconocibles, en el sentido de que son emitidas en forma fraudulenta, no sé si por las autoridades o por alguien que se encarga de conseguirlas, y cuando llegan aquí no se puede reconocer su veracidad”.

    Los eternos (y caros) papeles para salir. 

    Daniela, que vive en Los Teques, una ciudad en las afueras de Caracas, puede dar fe de lo complicado que es obtener los papeles para salir de Venezuela y de los gestores que “estafan” o “falsifican” documentos. Daniela tiene 20 años y vive con sus padres, tres hermanos y la abuela. Desde hace dos años está en trámites para poder venirse a vivir a Montevideo. La decisión ya está tomada, pero todavía no lo ha podido concretar. Dice que quiere “escapar” de Venezuela porque “no se puede vivir del miedo que hay” y de la “falta de oportunidades” para seguir estudiando o trabajando. “Se necesita tener los documentos legalizados antes de poder apostillarlos, para legalizar notas y título de universidad pública se debe pedir cita e igualmente legalizar la firma de la máxima autoridad”, contó la venezolana en diálogo con Búsqueda.

    Todo esto podría parecer un trámite burocrático pesado aunque normal. Pero dijo que “cuesta” conseguir las citas con las autoridades y que “hay gente que hace negocios” con ellas. Si pagás buena plata, conseguís una audiencia más rápidamente. “Pagás y te la consiguen, pero es dinero que se va”. Y el dinero es importante tenerlo ahorrado para salir. Según los cálculos de Daniela, necesita unos 1.700 dólares para viajar. Dólares que no son fáciles de conseguir. “Yo no debería comprar dólares en el mercado negro porque es ilegal, pero el gobierno no los da”. Cada dólar cuesta 6.480 bolívares en el mercado clandestino, aseguró Daniela. “No existe un lugar fijo donde se puedan comprar, y entonces ¿cómo haces? Por eso me ha costado conseguir dinero, me estoy moviendo entre mis contactos, con gente que tiene dólares y los vende”. Dólar a dólar. Para llegar a Uruguay.