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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEstamos asistiendo a la más clara expresión del desorden y la contradicción que campean en nuestra politica exterior. No sabemos si la dirige el presidente a través de su ministro de Relaciones Exteriores (como debería de ser), el Frente Amplio o algunos sectores de esa coalición política.
El ejemplo indiscutible es el triste episodio que protagonizan el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA) Luis Almagro, el gobierno nacional a través de su ministro de Relaciones Exteriores, el Frente Amplio y sectores de dicha coalición como el Partido Comunista, el MPP, Socialistas, etc.
Es bueno recordar que el ex ministro Almagro realizó una meticulosa campaña electoral para lograr su cargo en la OEA con el apoyo del gobierno de Chávez-Maduro, mientras lograba a su vez misteriosamente el de los Estados Unidos.
Ni bien llegó; empezó a cometer gruesos errores como desafortunadas declaraciones en el espinoso tema de Haití- República Dominicana y luego viajó a Brasilia para interceder públicamente a favor de la ex presidenta Dilma Roussef, excediendo claramente sus atribuciones.
Ahora, mientras el presidente Vázquez dice en una entrevista que se le realizó en Europa que “Venezuela es una democracia”, Almagro impulsa una declaración en la que se reconoce la existencia de presos políticos en Venezuela. Y para rematar esta serie de disparates en la política exterior del Uruguay, el comunismo, socialismo y la 711, todos sectores del gobierno, reclaman la renuncia de Almagro.
Este señor, nefasto ex ministro de Relaciones Exteriores no solamente nunca debió de ser secretario general de la OEA, sino que —y aquí coincidimos aunque por diferentes motivos con los mencionados sectores del FA—, debería irse ya de su cargo.
No es confiable en su proceder. Nadie sabe a ciencia cierta a quién responde. Si a la izquierda en quien se apoyó para llegar o a los Estados Unidos que lo sostienen en la actualidad.
Pide la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela y su gobierno se la niega. Es increíble pero es así.
Lo cierto es que, dadas las circunstancias, no debería seguir ocupando el cargo de Secretario General de la OEA.
Paralelamente, el Gobierno debería alinearse con su propia fuerza política y los sectores que la componen para no seguir dando esta lastimosa imagen internacional.
Arturo Heber Füllgraff