—Le toca asumir en días de fuertes cuestionamientos al sistema político. ¿Es el peor momento?
—Yo estoy acá desde el año 85, más cerca o más lejos, y no recuerdo un estado de ánimo de una parte importante de la población que haya estado tan molesta con el sistema político. Alimentada por algunas actitudes que van incluso más allá y que cuestionan al sistema político sin detenerse a pensar en el día después si esto no sirve. Es necesario detenerse en conjunto, asumir que estamos teniendo un problema con nuestros representados y que es necesario dar señales.
—¿Qué piensa del proyecto del senador colorado Pedro Bordaberry para atacar el nepotismo?
—No hay manera de combatir el acomodo tratando de regular las relaciones sanguíneas. El acomodo puede ser sanguíneo o no, lo que tenemos que combatir es el acomodo. Por eso no comparto el proyecto de Bordaberry. Entiendo la intención y comparto la preocupación, pero aun en el extremo que lo plantea hubiera quedado mucha gente afuera. Pongo un ejemplo claro, si el nieto de un hermano de Bordaberry hubiera sido suplente de edil en Durazno cuando Bordaberry fue designado ministro, Bordaberry no habría podido ser ministro. Y sin embargo, ese proyecto que va al extremo tan lejano de querer regular todo no impide que la novia del hijo del vicepresidente de ASSE quede comprendida en el proyecto porque no hay una relación que la defina. Yo regularía mejor el decreto que por vía legal está vigente.
—¿Hay mucho acomodo?
—Creo que sí.
—La percepción de la gente es que lo hay.
—Creo que hay muchas puertas abiertas para eso y después queda en cada uno. No quiero generalizar, porque conozco parientes de jerarcas que se merecen estar donde están y conozco otros que no, que están por el solo hecho de ser parientes.
—¿Y para combatirlo se necesita una ley?
—No, las leyes están.
—¿Y le consta que hace años hay acomodo?
—Yo vi durante años al señor Gustavo Torena, conocido como el Pato Celeste, utilizando una oficina del Estado en el séptimo piso en el edificio Libertad gestionando los negocios con Venezuela, gestionando cobros de empresas que no le cobraban a Venezuela, viajando Venezuela para cobrar usando la chapa de ser secretario del presidente de la República. Y de vender camisetas al costado de la cancha hoy es propietario de un complejo turístico y varias otras cosas. Yo digo, no es pariente pero por qué tiene que estar ahí sentado. Yo denuncié, pero no tengo mayorías para evitarlo.
Denuncié el doble juego y rol de quien fue secretario de la Presidencia del doctor Tabaré Vázquez en su primer período, que fue el doctor Gonzalo Fernández, que mientras era secretario de la Presidencia de la República, con rango ministerial, y amigo del señor presidente, ejercía el derecho penal y era titular de 42 causas penales en los diversos juzgados del país. Ese aflojamiento que se fue generando, va provocando estas cosas. Si Vázquez puede tener al hermano de ministro, yo puedo tener a la novia de mi hijo de secretaria.
—Ahora, el debate de la ética tiene en el centro hoy a los propios blancos.
—Tenemos problemas…
—Y ahí no precisa los votos.
—Es parte de nuestro debate interno
—Recién planteaba que se deben dar señales.
—Y bueno…
—¿El Partido Nacional está dando esas señales?
—Estamos haciendo el debate como lo tenemos que hacer.
—¿No es muy lento?
—Ah, puede ser. Puede ser. También es verdad que aparecen ahora estos reclamos que tienen un buen y largo tiempo. Nos referimos a los familiares de Caram en la gestión de la Intendencia de Artigas. Ahí está lo relativo de lo que yo digo: que la sobrina de Caram sea la directora de la intendencia a lo mejor tiene mucho más que ver con que sea su suplente y ocupe la intendencia cuando Caram se vaya a disputar la reelección que con que sea su sobrina. También la gente la eligió. No podemos medir todo igual y tenemos que medir consideraciones, sobre todo porque fue electa.
—Siete meses atrás el Frente Amplio estaba a la defensiva.
—El Frente salió a emparejar el partido. Como no pudo demostrar que el Frente era diferente, trató de demostrar que somos todos iguales. Una vieja técnica de emparejar para abajo. Y con esa técnica, lo que vamos haciendo es entreverar todo y en ese lodo salimos todos enchastrados.
—¿Tenía con qué demostrar que son todos iguales?
—Creo que no. Creo que lo de Sendic no tiene igual porque fue una gran mentira en sí mismo. Fue un montaje. Cuando se cayó eso a pedazos, el Frente salió a buscar cosas que estaban en los cajones para ponerlas sobre la mesa y demostrar, no que si se es de izquierda no se es corrupto, sino que somos todos iguales. Entonces cosas que antes podían hacerse ya no se pueden. Antes Astori podía nombrar a su pareja con la firma del doctor Vázquez como su asistente. Esto hoy sería imposible, absolutamente imposible. Y no porque haya una ley nueva, sino porque hay un estado de opinión pública que no lo permitiría. Hoy las cosas cambiaron. Y me parece que está bien, han subido la vara y hay tolerancia cero.
—El Frente Amplio insiste en que fueron ellos quienes subieron la vara desde la renuncia de Sendic.
— No, el Frente lo que hizo fue indignar a la gente. Sendic no cae por los US$ 800 millones de Ancap, Sendic cae porque se compró un colchón con la tarjeta corporativa, Sendic cae porque en reiteración real les mintió a la prensa y a los uruguayos sobre su título y consiguió cómplices que declararan haberlo visto, y todos sabemos hoy que ni siquiera existe esa carrera. Entonces, esa cosa indignó a la gente y eso es lo que tira al vicepresidente de la República: la falsedad. Y eso es lo que lleva a la gente a tener un comportamiento igual con los demás.
—¿La reacción de Vázquez de remover a la cúpula de ASSE no expone la lentitud de los blancos para resolver estos temas? ¿El presidente vio bien la señal de que esto no se tolera?
—No creo que haya sacado a todo el directorio de ASSE por lo de la novia del hijo del vicepresidente. Es un gran jugador, sobre todo de ajedrez, y aprovechó la circunstancia para, escondido detrás de esa apariencia, resolver un problema político más grande. Pero es cierto que eso presiona a los demás a tomar decisiones. El Partido tiene un debate todavía por resolver, que lo está dando, pero tiene que resolver, porque además se da en un área muy sensible que son las intendencias. No solo por la autonomía, sino porque los intendentes que están allí no necesariamente opinan lo mismo que nosotros desde acá. Les puedo asegurar que en Soriano se ve distinto el tema Bascou a como se percibe en el resto del país.
—Para Bascou la mitad del Partido quiso que la sanción fuera más dura.
—Guste o no, terminamos el proceso. Por eso lo separo del tema Sendic. El Frente Amplio nunca resolvió el tema y si lo hubiera resuelto, Sendic no podía ser candidato en la próxima, porque esa era la sanción que se le recomendaba al Plenario aplicar y que nunca analizó porque Sendic apareció y se fue antes de que lo echaran.
—¿Y si Bascou renunciaba?
—Y si Bascou renunciaba, renunciaba. Es como el muerto, se terminó, se archiva.
—Y lo mismo pasó con Sendic.
— Por eso mismo, el Frente no terminó con su proceso, nosotros sí.
— ¿Le dejó conforme la resolución del tema Bascou?
—A mí me dejó conforme.
—¿Cree que a los votantes del Partido Nacional también?
—Y bueno, no necesariamente. Pero es muy difícil estar en un lugar donde se toman decisiones y tomarlas según la encuesta. Hay que tomar las decisiones y hacerse cargo de ellas. Pueden gustar o no. A mí me marcó mucho el caso del exintendente de Colonia Walter Zimmer, que fue preso 74 días, se afectó su vida personal, su vida económica, su vida política, y resulta que después un Tribunal de Apelaciones no solo levantó la sanción, sino que además cuestionó la decisión del juez. ¿Qué pasó en ese ínterin? ¿Dónde estuvo el Partido? ¿Qué hizo el Partido? Ahora resulta que Zimmer es inocente y cómo le pagamos eso. Con el honor de las personas hay que tener cuidado. El Partido fue a Mercedes, se reunió con la departamental. En la departamental del Partido está todo el Partido, con todos los sectores, y la visión que tienen allí no es la que tienen acá. Por algo será.
—La visión de Luis Lacalle Pou está más alejada aun entonces…
—Nos faltó tino en el manejo. Cuando uno entra en un camino tiene que saber cómo sale; si no, mejor no entrar. Creo que el partido entró automáticamente en un debate interno sin saber cómo salía, y después ya se llegó a un punto donde cualquier salida era mala.
—Los desencantados que hay en el Frente Amplio son los que necesita conquistar el Partido Nacional para ganar las elecciones. Pareciera que en los últimos meses no han hecho mucho para favorecer ese proceso.
—Y bueno, en los últimos meses el Frente ha sido eficaz con su estrategia y nosotros nos hemos enredado con nuestros temas. El partido es consciente de eso, lo está debatiendo y sabe que, en buena medida, de revertir esto depende el éxito en el futuro. Y sabe que tiene intactas sus convicciones.
—En el ámbito político se comenta que cuando los blancos tienen chance de obtener un resultado electoral favorable comienzan las disputas internas y lo complican. ¿Comparte ese análisis?
—Sí, se dice eso. Pienso que todo partido que se aproxima a ganar una elección, descubre más problemas que si no lo hiciera. Es más fácil administrar la realidad desde un lugar en el que no vas a tener que responder por lo que prometiste. Y el partido hoy es el único que le puede ganar al Frente Amplio. Eso está claro. Y quizá eso intoxique las relaciones internas, porque está la posibilidad real de llegar al poder. Además, el partido compite de verdad. No lo decide en la cúpula y nadie puede decir quién va a ser el candidato.
—¿Qué dirigente del Partido Nacional puede captar a los desencantados del Frente Amplio?
—Estos desencantados no van a venir al Partido Nacional antes de la interna, van a venir, eventualmente, después. Van a mirar no la oferta de partidos, sino la oferta de personas. Mucha gente está buscando un liderazgo en el que creer. Reitero, un liderazgo en el que creer. Siempre los blancos terminamos en ese debate. En la interna los blancos buscamos elegir al mejor de los blancos, que no necesariamente es el mejor para ofrecerles a los que no son blancos y que son aquellos con los que podemos ganar la elección.
—¿Por qué Larrañaga y no Lacalle Pou?
—Porque me siento cómodo con Larrañaga, siempre pertenecí al wilsonismo, nunca integré las filas del otro sector. Y me parece que el partido gana si quienes estamos en el wilsonismo hacemos bien los deberes. Al partido le falta eso, consolidar el ala wilsonista del partido.
¿Comparte lo que dice Botana de que Lacalle Pou es el candidato perfecto para salir segundos?
— Ya dije cosas de las que me arrepiento, por lo tanto no voy a apoyar ninguna de esas. Sí creo que para un blanco no hay nadie mejor que otro blanco. Tengo que ser muy humilde. Porque no puedo criticar a quien me ha ganado, me tengo que criticar a mí mismo. Prefiero pensar que quien me ganó es muy bueno; si no, hablo muy mal de mí.
—Dentro del wilsonismo han aparecido figuras que quieren disputar el liderazgo de Larrañaga. ¿Cree que es bueno ese proceso?
—Esa energía desbordante que tienen los blancos es histórica. Y muchas de las veces viene del interior del país. Creo que es buena, porque la competencia es buena hasta un momento. Al final de este año veremos cómo se reorganiza el sector. Todos sabemos que si en el área wilsonista va más de un candidato, gana Lacalle Pou.
—¿Es posible que Larrañaga no sea candidato?
—Yo no lo veo viable, porque cuando Larrañaga larga, larga para llegar. No lo veo abdicando, más allá de cuál sea el resultado. Ni tampoco veo a los demás saliendo para llegar. Los veo tratando de averiguar cómo los ve la gente. Y por ahora avisan, pero ninguno largó.
—En política los liderazgo se miden con votos.
—Sí, pero a nadie le gusta pasar vergüenza. Por lo tanto, tenés que ser capaz de medir bien si estás dispuesto a ir a la competencia, porque hay cantidad de casos de gente que ha dado un paso más allá del que podía, no llegó y perdió lo que había conquistado.
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2018-02-22T00:00:00
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