Le agradezco la publicación de la presente en la que hago referencia a los cajeros automáticos instalados por el BROU en la fachada principal del Edificio 19 de Junio, tema sobre el cual no he leído ninguna opinión.
Le agradezco la publicación de la presente en la que hago referencia a los cajeros automáticos instalados por el BROU en la fachada principal del Edificio 19 de Junio, tema sobre el cual no he leído ninguna opinión.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá1.- No cuestiono en absoluto el derecho del Banco a reformar cualquier parte el Edificio, transcurridos 36 años de la inauguración de su hall central.
2.- No soy arquitecto, pero, como mero observador, y —obviamente— sin entrar a hacer una valoración arquitectónica del Edificio, me cuesta encontrar una justificación valedera para semejante intervención arquitectónica en el Edificio proyectado por mi padre —Arq. Ildefonso Aroztegui— en el año 1957.
Me permito no compartir la sustitución de la fuente proyectada originalmente (luego cambiada por las aguas danzantes y coloridas que instaló la dictadura, sin consultar al arquitecto) por los cajeros, que:
i) modifican severamente la idea arquitectónica original del proyectista;
ii) reducen la iluminación hacia el interior;
iii) entorpecen la visión de la plaza, en especial desde el entrepiso donde está la Sala de Actos y desde el primer piso del edificio al que concurren diariamente cientos de personas.
3.- Llama la atención que sea el BROU —que ha sido tradicionalmente muy sensible a las manifestaciones artísticas, propiciando y estimulando las expresiones del arte en sus diversas manifestaciones— el responsable de esta errónea intervención.
Ya se vio el despropósito de colocar cartelería publicitaria del Banco en los dos paneles de hormigón sobre las calles Minas y Magallanes así como sustituir las letras de bronce de las marquesinas de las dos entradas por 18 de Julio por carteles de chapa o similar, pintados.
Los paneles fueron previstos por mi padre para que el Banco —fiel a su tradición— llamara a concurso entre escultores que adosaran allí el producto de su creatividad. También los basamentos de granito existentes junto a las dos entradas tenían por finalidad la instalación de algunas esculturas. Lamentablemente, pasados tantos años, el Banco dejó de lado estas ideas del proyectista del edificio.
4.- Considero que este tema debería ser analizado y debatido entre los técnicos y especialistas en la materia (Municipio de Montevideo, Facultad de Arquitectura, Sociedad de Arquitectos, Comisiones de Preservación del Patrimonio, etc.) para procurar que el Banco corrija lo que —a mi modesto criterio— ha sido un error que debería ser rápidamente subsanado.
5.- Tengo noticias de que la Sociedad de Arquitectos —a la que envié una carta por el tema— hará oír su voz sobre el tema, advirtiendo —seguramente— que se trata de temas que refieren al rol del arquitecto como profesional y como persona, valores que el gremio de los arquitectos (que a través de la SAU agrupa a más de 2.300 profesionales) debe debatir y preservar con la misión de la “defensa de los ideales y los intereses morales y materiales de su profesión”, dictando “las reglas para el ejercicio de la profesión” y velando “por su observación”.
6.- Siempre escuché decir a mi padre que el proyecto de un arquitecto es el resultado de su creación artística y que, como tal, constituye su propiedad intelectual, que debe defender a ultranza.
Eran conversaciones que manteníamos justamente cuando él decidió retirarse de la obra del BROU bajo la presión que las autoridades que detentaban el poder en aquella época que nos tocó vivir (y sufrir) ejercían sobre su dignidad profesional, avasallando groseramente su condición de arquitecto (proyectista y director de la obra) y sus derechos emergentes de los contratos firmados.
7.- No es la primera vez que en un edificio público se desconoce la idea original de su proyectista. Ejemplo claro es la sede principal del Banco Hipotecario (18 de Julio y Fernández Crespo), modificando la idea de los 4 arquitectos proyectistas (Acosta, Brum, Careri & Stratta) que ganaron el concurso realizado en el año 1957 y también la sucursal del BROU en Punta del Este proyectada por el Arq. Mario Payssé Reyes, también ganador de un concurso público.
8.- En mi modesta opinión —no especializada— entiendo que en los edificios públicos —además de requerirse la realización de concursos para seleccionar al arquitecto (idea que mi padre siempre propuso y defendió)— más allá del derecho propietario —que no niego—, se debe defender el proyecto original, sobre todo cuando se trata de obras de envergadura e importancia, destinadas a durar siglos, como el caso del BHU y el BROU. Así ha pasado con otros edificios de valor arquitectónico representativos de las épocas en que fueron proyectados, como —entre otros— el del BSE, el de Ancap (Avda. del Libertador), el de UTE, el del BPS y la propia Casa Central del BROU.
9.- Reconozco que mis conceptos están impregnados del recuerdo de mi padre —fallecido hace casi 24 años—, quien seguramente, si viviera, vería con tristeza y desagrado los cambios introducidos por el Banco en la fachada del edificio al que dedicó, desde el año 1946 —fecha del concurso— hasta el año 1979 —fecha de la rescisión de su contrato con el Banco—, gran parte de su vida.
Dr. César I. Aroztegui
CI 1.035.149-5