No obstante, el empleo de la marihuana como droga de uso “recreacional” se incrementó en la sociedad occidental y fue entonces retirada de la farmacopea. En ese momento, se aprobaron las leyes que prohíben su uso.
Uruguay se plegó a esa corriente prohibicionista ya desde comienzos de la década de 1930 durante la cual se dictaron las primeras reglamentaciones.
“El alcohol, la morfina y la cocaína son los grandes proveedores de la miseria y el sufrimiento humanos” proclamó en 1934 el doctor Leopoldo Nieto, entonces conferencista del Ministerio de Salud Pública, según una investigación del periodista Guillermo Garat.
Casi ocho décadas después, el Observatorio Uruguayo de Drogas, un organismo dependiente de la Presidencia de la República, reveló que en 2009 el 16,2% del total de los estudiantes (el doble en los montevideanos) había experimentado con marihuana y el 42% de ellos lo habían hecho antes de los 15 años. Cuatro de cada diez que probaron la seguían consumiendo.
Otra encuesta encargada por la JND en 2011 dio cuenta —en un panorama donde el alcohol es la sustancia de mayor demanda— de un descenso del consumo de tabaco entre estudiantes de enseñanza media, que pasó de 30,2% en 2003 a 13,1%, en coincidencia con la nueva normativa sobre el consumo de esa sustancia legal. “En contrapartida —sostiene el informe oficial— la marihuana presenta un incremento desde el año 2003, pasando del 4,3% al 7,5% en 2011”.
En la segunda encuesta, el 62% de los estudiantes que probaron marihuana, la sustancia ilegal de mayor demanda, lo hicieron antes de los 16 años.
Otro dato significativo es que entre aquellos estudiantes con menos de un año de consumo, un 14% fumaba semanal o diariamente pero entre los que llevaban más de dos años la cifra de consumo frecuente trepó al 43,8%.
Sin embargo, la aplicación de la escala Cannabis Abuse Screening Test (CAST) validada por el Observatorio Europeo de Drogas arrojó que solo el 10,1% de los estudiantes que usaron marihuana en 2011 presentó “alto riesgo de consumo problemático de la sustancia, lo que representa a un 1,2% del total de estudiantes”.
El informe del Observatorio uruguayo, que dirige el sociólogo Héctor Suárez, advierte que “el consumo de marihuana presenta características que alertan de riesgos importantes” ya que la ampliación de la base de consumo “podría estar dando cuenta de la progresiva normalización (y legitimación) del uso de la marihuana”.
El Observatorio también llamó la atención respecto a que “la circulación de la información no basada en evidencia científica en relación a esta sustancia en los últimos años hace que hoy en día las percepciones sociales en relación a ella estén más desajustadas a la realidad en lo que respecta a su impacto en la neuroplasticidad del cerebro, particularmente en edades donde se constituyen un conjunto de funciones de relevancia, y la dependencia psicológica que puede generar”.
En 2011, con la sustancia en la ilegalidad, el 82% de los estudiantes que declararon no haber consumido dijo que le sería fácil conseguir marihuana, en tanto 16% afirmó que accedería sin problemas a cocaína.
El 48% de los no consumidores (unos 36.000 estudiantes) estaban expuestos a factores de riesgo como facilidad de acceso, oferta directa y consumo en el entorno.
“Estos fenómenos ponen en evidencia que los factores de riesgo (…) deben estar presentes en el diseño de las políticas relativas a la regulación, tanto de la demanda como de la oferta de drogas” concluyó entonces el informe de la JND que dirige el sociólogo Julio Calzada.
La faceta empresarial.
En abril pasado, aún sin un marco legal, la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay (AECU), lanzó el primer club de autocultivo de marihuana, que ya tiene más de 300 socios y cuenta con personería jurídica.
Durante el 2012, en la semiclandestinidad, se realizó la primera edición de la copa cannábica. Juan Andrés Palese, conocido en las redes con el seudónimo de “Guano”, fue el primer ganador del trofeo con una planta cultivada en tierra a partir de una semilla blim burn seeds “importada” de España.
Palese declaró a Búsqueda que, lejos de esconderse, se proclama “orgulloso de ser cultivador desde hace siete años”.
Junto al estudiante de ciencia política Juan Luis Varela, Palese es propietario del primer grow shop (tiendas de cultivo) que ofrece insumos para plantar. Ambos socios, luego de vender sus productos durante un año y medio en Internet, en diciembre pasado decidieron abrir un local en la galería Trocadero.
Muy cerca de allí, en la galería del Virrey, está Yuyo Brothers, una tienda de ropa e insumos cannábicos de los hermanos Tubino que lleva 11 años en Montevideo y ocho en el balneario La Pedrera.
“Me encantaría poder ofrecer en vidriera las diferentes variedades de cannabis”, dijo Enrique Tubino a Búsqueda. Pero, por ahora, debe conformarse con una foto de diversas variedades de plantas.
La edición chilena de la revista holandesa “Soft Secrets” circula desde hace algunos meses en Uruguay, Chile y Argentina. Es de distribución gratuita y en la última edición en Uruguay tiene 43 anunciantes, en su mayoría bancos de semillas y grow shops.
Solo en Europa funcionan más de 400 bancos de semillas semiclandestinos.
La primera copa cannábica se realizó en junio de 2012 con más de 300 asistentes y 72 concursantes, mientras que la edición de este año duplicó el público y concursaron 116 cultivadores.
La aprobación en Diputados de la ley de regulación de la marihuana despertó también el interés de cultivadores locales y del exterior.
Calzada, de la JND, dijo a Búsqueda que en la estación experimental del INIA La Estanzuela (Colonia) y en otro campo ya se están haciendo pequeñas plantaciones experimentales con plantas de cáñamo en base a la ley vigente. La JND ya recibió ofertas de uruguayos que viven en Estados Unidos, Nueva Zelanda e India, y de otros que residen en Uruguay, para actuar como licenciatarios en las futuras plantaciones de marihuana.
Los consumidores de marihuana uruguayos compran, en su mayoría, el llamado prensado paraguayo en el mercado negro. Un gramo de esa marihuana, que tiene una buena parte de desechos, cuesta hoy unos 30 pesos. El cogollo (la flor de la planta hembra), que proviene sobre todo de excedentes de autocultivadores, se vende a unos 90 pesos el gramo.
La agencia argentina Telam, citando a Calzada, dijo que se vendería en farmacias a unos 55 pesos el gramo, una cifra intermedia entre ambos, aunque el prosecretario de la Presidencia y presidente de la Junta, Diego Cánepa, sostuvo que eso es “un disparate”.
El martes 6, luego de la firma de un acuerdo marco para el “abordaje integral de la temática del uso de drogas legales e ilegales” entre las empresas públicas y la JND, Cánepa afirmó que “es obvio que el precio no va a ser el doble de lo que está en el mercado negro hoy”.
Calzada dijo a Búsqueda que se buscará vender el cogollo al mismo precio que el prensado paraguayo para evitar el pasaje de un mercado a otro.
“Mal viaje”.
En general no hay intoxicados agudos por vía fumada de cannabis. Pero junto con los efectos “felices” obtenidos por los usuarios de marihuana, el consumo también puede ser causa de accidentes debido, sobre todo, a la disminución de coordinación motora, afectaciones sobre la vista y la noción de la distancia y, en general, de la percepción de la realidad que a veces producen lo que los propios usuarios llaman “un mal viaje”, explicaron a Búsqueda los profesores de la cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina, Alba Negrín y Antonio Pascale.
Los toxicólogos y los psiquiatras parten de algunos principios: toda sustancia química puede ser tóxica dependiendo de la dosis; no hay uso de drogas sin riesgos, sobre todo si hay humo, pero no siempre se presenta un uso problemático.
Los efectos perjudiciales en las personas dependen de cómo actúe el tetrahidrocannabinol (THC) en el sistema canabinoide endógeno de cada uno, pero a su vez aquellos pueden variar en la misma persona según el entorno, porque no es lo mismo consumir en una fiesta rodeado de amigos que deprimido y en soledad, explicaron.
¿Cómo actúa la marihuana en el organismo? Depende también del tipo de semilla, de las condiciones de cultivo y de almacenamiento y sobre todo de la concentración de THC, que varía entre 1% y 15%.
El consumo de marihuana puede provocar —aunque esto es poco frecuente— hipotensión ortoestática (al pararse) y taquicardia, pero también actuar como desencadenante de algunos cuadros psicóticos e incluso, según algunos autores, ser causal de ellos.
Sobre todo en situaciones de experimentación o en personas con alguna alteración previa, el consumo también puede llevar a trastornos de ansiedad, como pánico y fobias.
Pero especialmente cuando hay un uso prolongado de altas dosis, comenzando a edad temprana, la marihuana también es capaz de provocar trastornos crónicos como complicaciones neuropsíquicas, cardiovasculares y óseas. Respecto a la relación con la esquizofrenia existen distintas posturas científicas, pero en general es aceptado entre los médicos que un uso abusivo está vinculado a pérdida de la memoria de corto plazo, dificultades para el aprendizaje de nueva información y problemas de tensión y respiratorios, entre otros.
Cuando Búsqueda preguntó a los profesores Negrín y Pascale si debido a esa lista de patologías eran contrarios a la regulación que cuenta con media sanción legislativa, ambos contestaron negativamente. “Contar o tener un nuevo marco regulatorio permite disminuir el riesgo de uso de esta droga”, sostuvo la profesora Negrín.
Pero no todos los médicos apoyan la regulación. Eso llevó al Sindicato Médico del Uruguay a emitir una declaración ambigua. La presidenta de la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay, Cecilia Idiarte Borda, se ha expresado de forma reiterada en contra del proyecto apoyado únicamente por el Frente Amplio y una declaración de esa sociedad científica junto con la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia sostuvo que “desde el punto de vista médico es desaconsejable toda acción que facilite el uso del cannabis. (…) Si desde el Estado se dan señales de que su utilización es inocua o aun positiva, se aumenta el riesgo de efectos nocivos para la salud pública”.
Ambas agrupaciones agregaron que “la marihuana puede desencadenar crisis de pánico y, en los dependientes, la prevalencia de trastornos de ansiedad es elevada”.
Entre los profesionales, sin embargo, las posiciones están divididas y muchos, por diversas razones, guardan silencio. Es el caso, por ejemplo, de Horacio Porciúncula, director de Salud Mental de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), que prefirió no responder a llamados de Búsqueda.
El ex prosecretario de la Presidencia durante el gobierno de Jorge Batlle, Leonardo Costa, está a favor de la regulación y apoyó con decisión la plataforma “Regulación responsable”.
En cambio, el penalista Alberto Scavarelli, que ocupó el mismo cargo que Costa entre 1995 y 2000, durante la Presidencia de Julio Sanguinetti, es un frontal enemigo. Scavarelli, actual vicepresidente del Sodre, fue redactor de la norma sobre drogas vigente, representó a Uruguay en Naciones Unidas y opina que “el golpe al narcotráfico será nulo” ya que la incidencia de la marihuana no es tan relevante pese a la cantidad y que, además, a lo sumo podrá aspirar a la mitad del mercado, porque el 47% de los usuarios son menores y para ellos el acceso seguirá prohibido.
“Estoy en contra de la disponibilidad porque provoca una banalización del consumo”, declaró a Búsqueda. El ex jerarca defendió el criterio de dejar en manos del juez la definición de si la droga incautada es para consumo o tráfico “porque no es lo mismo irse con 300 gramos a Valle Edén, donde no hay nadie, que estar con 10 gramos en la puerta de una escuela”.
Según Scavarelli, con la norma aprobada los narcotraficantes pasarán a la más benigna condición de contrabandistas y, al poner 40 gramos con una cantidad no punible, como dispone el proyecto aprobado por la Cámara Baja, se está facilitando el delito.
La opinión de Scavarelli es respaldada por el psiquiatra Fredy Da Silva. “Es una ignorancia brutal: la disponibilidad aumenta el consumo. Si hay más casinos, hay más ludópatas; está en la tapa del libro”, sostuvo el coordinador del posgrado en Drogodependencia de la Universidad Católica del Uruguay.
Da Silva dijo a Búsqueda que en 34 años de clínica nunca vio un caso donde el paciente haya comenzado con la cocaína. “Es una escalada”, explicó.
“En Uruguay, como en todo el mundo, las personas tienen policonsumos. ¿Cuál es el fundamento para pensar que podemos separar arbitrariamente una droga de otra a la hora de definir una política socio-sanitaria basada en las evidencias?”, se preguntó en un documento la Federación de Comunidades Terapeúticas.
Un ensayo “muy valiente”.
Por el contrario, el sociólogo Agustín Lapetina, que realizó un posgrado en políticas públicas sobre drogas en Londres y es asesor del ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, está abiertamente en la línea de la pro regulación.
“Las políticas públicas a veces generan más daño de lo que pretenden evitar; la prohibición causa más daño que la sustancia misma. Hoy la marihuana se puede conseguir igual que una aspirina, pero es ilegal. La duda solo está basada en el miedo”, opinó.
“Se ha creado una mitología de la droga según la cual el usuario no tiene ningún poder porque todo el poder estaría en la droga. No se cree incluso que podría haber un uso controlado, porque la sustancia dominaría a la persona. Esa percepción impide un tratamiento adecuado a las necesidades de los usuarios, y a ellos les impide incluso pedir ayuda porque se sienten rechazados”, dijo.
Lapetina reconoció que la decisión de ir en contra de la Convención de Viena de las Naciones Unidas sobre drogas “es muy valiente”, pero relativizó que Uruguay esté tan solo, porque “en definitiva muchos estados europeos como Gran Bretaña, Alemania, Suiza y Holanda, están en la misma postura de reducción de daños, aunque los compromisos que tienen con Estados Unidos les han impedido hasta ahora adoptar una política como la que se dispone a tomar nuestro país”.
Este especialista en políticas públicas sobre drogas que trabajó muchos años en la organización no gubernamental “El Abrojo”, de donde también proviene Calzada, opinó que lo que se propone hacer Uruguay “es un ensayo que sirve”. También, como el presidente José Mujica, advirtió que “es un experimento a ajustar, que va a llevar su tiempo”.