Hace algunos años ocurrió un episodio político que en lo personal me conmovió como una tragedia país cuando la informada ciudadanía honra a un anciano guerrillero con el más encumbrado de los honores: ser presidente de la República.
, regenerado3Hace algunos años ocurrió un episodio político que en lo personal me conmovió como una tragedia país cuando la informada ciudadanía honra a un anciano guerrillero con el más encumbrado de los honores: ser presidente de la República.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMe hice entonces tantos cuestionamientos para tratar de entender cómo un sujeto plagado de antecedentes penales comunes (dijera Jorge Azar: el primer motochorro de la historia), antecedentes policiales múltiples, educación ausente, antecedentes laborales precarios (recordado el episodio donde no pudiera votar en las elecciones del BPS), severas limitaciones higiénicas (quién no recuerda sus uñas encarnadas bajo la mesa), filosofo de boliche y otras tantas más, tuviera el arte de seducir a la mitad del electorado de entonces.
Lo primero que pensé es en la historia. Intenté recordar la presencia de personajes bizarros o polémicos de nuestro pasado y la verdad es que los hay, pues tuvimos varios generales, abogados, brigadieres aéreos, comisarios, ingenieros, médicos, etc., algunos de ellos con fuertes condenas revisionistas (Venancio Flores, Gregorio Álvarez).
Lo segundo que pensé fue en la evolución de los movimientos de masas populares que ya en las elecciones de 1971 mostraban un incipiente 18% de votantes evolucionando lenta y paulatinamente hasta alcanzar el poder.
Lo tercero que pensé fue en el emblemático episodio del Peluca Valdez, un marginal devenido en candidato político que pretendía ingresar a las filas del Partido Colorado con un programa de retorno a las raíces delictivas con códigos honorables. Su paso fue efímero y terminó en suicidio, pero no dejó de ser emblemático de la irrupción de la cultura marginal finalmente exitosa cuando en 2010 alcanza la presidencia el primer ciudadano plancha de nuestra historia.
Lo cuarto que pensé fue en la caída libre de la educación por arte de varios factores, entre los cuales puedo mencionar la intervención de los docentes en los organismos de decisión, la mala gestión de la educación a pesar de la duplicación de fondos, el cambio del paradigma educativo en aras de redes sociales plagadas de energúmenos ociosos, el asistencialismo estatal que desplazó el esfuerzo individual de quien quería romper su círculo vicioso de vida.
Lo quinto que pensé fue en el romanticismo delirante de los uruguayos que desde los 60 vieron en la Revolución cubana el arribo de la igualdad, de la solidaridad, del compañerismo, del amor libre, de la droga recreativa, de los enemigos imaginarios (el imperialismo, las multinacionales, el neoliberalismo, la tradición, la banca dominante).
Lo sexto en que pensé fue que la agrupación de mentes abiertas tiene socios similares al guerrillero demócrata y los ejemplares como Daisy, Marita, el Boca, la Tronca, el Pato Celeste, el Fogata, el Toshiba, Raulito, el Ratón y varios más presentan una topología antrópica que cualquiera puede entender sus igualdades.
Lo séptimo a considerar es la doctrina aprendida a fuerza de repetición, donde la cuestión simplista se resuelve mentalmente con la “lucha de clases” y allí afloran el combate acérrimo de ricos vs. pobres, Primer Mundo vs. Tercer Mundo, liberales vs. estatistas, capitalistas vs. socialistas, imperio vs. proletariado. Este razonamiento caló hondo pues lo que no es bueno, es malo. Incluso diría que es mucho más sencillo de pensar en términos de blanco y negro que agregando grises, me la complican.
Lo octavo que medité fue sobre el rasgo genético humano de la tozudez. Y es como para un largo estudio de genes más que de pensamiento, pues es difícil de justificar que habiendo caído en 1989 toda una forma filosófica de vida, de economía, de creencias, de política, se siga aún aplaudiendo y apoyando los vestigios de lo perimido o, peor aun, aumentando su caudal de simpatizantes.
Lo noveno que recordé fue una entrevista en CNN de Marcelo Longobardi a un connotado periodista venezolano que dio a entender que el voto es siempre emocional y comparto esta consideración pues es raro encontrar a alguien que elija un programa de gobierno, un equipo de gestión. Es más simple: hay química o no la hay con el sujeto candidateado. El terrorista demócrata es un buen ejemplo, su aspecto, su carisma, su vestuario y su forma de hablar es entendible por sus iguales.
Lo décimo que imaginé es el discurso de reparto de la torta, palabras efectistas si las hay. No deja de ser una extensión académica de la maniquea frase “la pobreza que me desborda es culpa de la riqueza de los poderosos que me roban”. Es más o menos como interpretar que si sos pobre, sos honrado, y si sos rico, sos ladrón (vaya aquí un sentido homenaje a los sindicalistas que desvalijaron el Hospital Maciel, el más humilde de los nosocomios).
Lo decimoprimero que pensé fue en la sabiduría popular cuando nos enseña la máxima “dime con quien andas y te diré quien eres”. Aquí prefiero inventariar los de afuera: Kristina, Néstor, Lula, Dilma, Fidel, Muamar el Gadafi, Maradona, Perón, Soros, Recep Tayyip Erdogan, Xi Xing Ping, Putin. Este breve resumen de personajes dictatoriales o autoritarios son una radiografía de preferencias electorales, y volviendo una vez más al ídolo despeinado… para muestra basta un botón: “Lo político encima de lo jurídico” fue la máxima de nuestro personaje de marras y del también demócrata Salvador Allende.
En abril de 1967 se efectuó un experimento en el Cubberley High School (Palo Alto, California), realizado por el profesor de historia Ron Jones, llamado La Tercera Ola. La idea era demostrar que incluso las sociedades libres y abiertas no son inmunes al atractivo de ideologías autoritarias y dictatoriales, en el marco de su estudio sobre la Alemania nazi con alumnos de secundaria, al convencer a sus estudiantes de que el movimiento eliminaría la democracia. Lo menciono pues tengo buenas noticias: ¡vamos a repetir a este sujeto que nos gobernó!
¡¡Oh, cielos, que horror!!
Cap. de Navío Gerardo Lebel