N° 2010 - 28 de Febrero al 06 de Marzo de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEstábamos en Durazno, durante el rodaje de la vida de José Pedro Varela, año 2014. La ciudad tapizada con carteles políticos. Plena campaña para las pasadas elecciones nacionales. Nos acompañaba el historiador Oscar Padrón Favre, quien miraba los anuncios que colgaban de los árboles, los postes de luz, los balcones y los muros. Al cabo de unos minutos nos dijo: “Aquí nació el Partido Colorado, aquí morirá el Partido Colorado”. Mientras íbamos hacia la estación de tren a seguir grabando, desmenuzamos las dos partes de la frase.
“Los partidos son como los pájaros, necesitan dos alas para vivir, si no, se mueren. Y esas dos alas son siempre las mismas a la largo de la historia: una caudillista y rural; otra doctoral y urbana”, nos explicó Padrón Favre. Antes de seguir con el Partido Colorado, recordemos que el éxito del Frente Amplio de los últimos 20 años se debe a la consolidación de estas dos alas.
Tabaré Vázquez es el doctor; urbano, de barrio capitalino, recorrió todas las fases de la educación formal, estudioso... se pone túnica o corbata para llevar adelante sus proyectos racionales y coherentes con su visión general.
José Mujica es el caudillo rural, como él siempre recuerda, nacido de tradición saravista. Para él las ideas no están en los libros, están tierra adentro, meditando alrededor del fuego. Hay que ponerse botas, charlar con los lugareños, masticar en silencio proyectos que nacen de la pasión y que... “maomeno” se van llevando adelante entre el campo y la ciudad, qué más remedio que un poco de cemento...
Ya lo sé, los párrafos anteriores son caricaturescos: ni Vázquez es tan urbano ni Mujica tan rural. No importa. El punto es que, conceptualmente, esas son las dos alas que hicieron robusto al Frente desde que inició el siglo XXI.
Una de las interrogantes que abre el nuevo proceso electoral es de qué manera Carolina Cosse y Daniel Martínez mantendrán estas dos alas. Y eso es independiente de quién gane la interna. Aunque parecen perfiles distintos, Martínez y Cosse son muy parecidos. Los dos hijos de la ciudad, los dos ingenieros, los dos con un perfil más de gestión que de ideología, los dos priorizando las razones por sobre las pasiones. El ala caudillesca hoy no tiene un sustituto en la izquierda.
Breve advertencia antes de seguir: muchas veces se comete el error de asociar esta metáfora de las alas con el Facundo de Sarmiento, relacionando la civilización con el ala doctoral y la barbarie con el ala caudillista. Es una miopía histórica y conceptual. Los rasgos civilizatorios y bárbaros atraviesan ambas, y eso daría para otra columna.
Retorno a la metáfora. La larga vida del Partido Nacional, a pesar de sus pocas elecciones ganadas, se debe a que siempre fueron claras ambas alas. Aun cuando muchas veces estuvieran juntas en la historia, el ala caudillesca y el ala doctoral siempre estuvieron definidas. Los últimos dos grandes exponentes fueron Luis Alberto de Herrera y Wilson Ferreira Aldunate. Hoy Luis Lacalle Pou, más que nieto de Herrera, es heredero de un ala. Jorge Larrañaga y Enrique Antía heredan el ala rural caudillesca con menos incidencia de la que tuvo históricamente (hilando fino, hay mezclas, como Carlos Enciso o Carmelo Vidalín, que vienen de un ala y habitan en otra).
Vuelvo a la anécdota en Durazno y al Partido Colorado. La primera parte de la frase de Padrón Favre se refería a un hecho que sucedió exactamente hace 190 años. Un 29 de febrero de 1828, llegaba a San Pedro del Durazno don Fructuoso Rivera. El hecho lo describía así un diplomático inglés, en una carta enviada a Londres en abril de 1828:
“Excelentísimo señor: en mi despacho número 7 del año que corre, mencioné a vuestra excelencia que había un partido naciente en la Banda Oriental que, encabezado por un hombre de gran influencia, era probable que se pusiera en oposición de Lavalleja. La verdad de esto ha sido confirmada por los hechos, pues el 29 de febrero don Fructuoso Rivera llegó al Durazno con un número considerable de partidarios y ha marchado posteriormente hacia el Rincón de las Gallinas que es tal vez la posición militar más fuerte que pueda tomarse en la Provincia Oriental, sobre la confluencia de los ríos Uruguay y Negro...”.
Nacía, con un impulso caudillesco, el Partido Colorado. Su trayectoria en la historia de este país es conocida por todos. Aquella ala riverista que dio nacimiento al partido empezó, a partir del siglo XX y del éxito de Batlle y Ordoñez, un declive fatal.
Tres meses después de la charla con Padrón Favre, los resultados electorales mostraron una histórica derrota del Partido Colorado en 2014. Durazno fue el departamento con menos votos para el partido, apenas 5.627. Solo Flores votó peor. La agonía continúa. Ni la victoria de Julio Sanguinetti ni la de Ernesto Talvi torcerá esta historia, porque pertenecen a la misma ala. Y, aunque en otros partidos, a esa misma ala pertenece Pablo Mieres y pertenece Edgardo Novick.
La metáfora interpela hoy a todos los partidos; ¿no será que la falta de vuelo de la política de nuestro país se debe a los pocos representantes de peso, en todas las fuerzas políticas, de un ala caudillista y rural? No alcanza con recorrer el país o haber nacido en el interior. Los discursos genuinos de tierra adentro, de ecología, de relación con la tierra y con el mundo, se forjan andando el camino lentamente, se forjan descubriendo las raíces que dan impulso, y no colgando videos en las redes luego de una visita rápida a los paisanos.