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“El golf se está tornando muy aburrido; semana tras semana en los principales circuitos del mundo ganan los que pegan más largo y embocan más putts”. Con esta frase pronunciada en un reportaje para Búsqueda durante el Masters de Augusta de 1997, edición que consagró para siempre a Tiger Woods, el legendario Gary Player se adelantaba a uno de los grandes problemas que aquejan hoy al golf.
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El golfista sudafricano más exitoso, quien junto a Gene Sarazen, Ben Hogan, Jack Nicklaus y Tiger Woods es de los únicos en haber ganado los cuatro campeonatos major de golf, insistía en la necesidad de un gran cambio de los materiales de palos y pelotas. “Hace un buen tiempo que Nicklaus viene insistiendo con este tema, igual que Tom Watson, algo hay que hacer”, explicó Player. “Fíjese, en general, ya no hay tiros fantásticos, imaginación, riesgo, solo importa pegar largo. La pelota de hoy, de acuerdo con recientes estudios, va por lo menos 19 yardas más de lo que lo hacía en nuestra época, pero además es 60 gramos más liviana que la que usábamos nosotros”, finalizó.
Los resultados del último US Open reflejan la vigencia de las palabras pronunciadas por Player dos décadas atrás. El ganador del certamen Brooks Koepka fue el segundo mejor jugador en promedio de distancia, solamente superado por quien finalizó en segundo lugar, el inglés Tommy Fleetwood. Y en cuanto al ránking de putts, Koepka fue el de mejor promedio a lo largo de las cuatro vueltas.
Si bien los datos parecen darle la razón a Player y Nicklaus, hay poco que las autoridades del deporte puedan hacer. La United States Golf Association (USGA) y el Royal & Ancient (R&A) no tienen elementos para exigir un control sobre el equipamiento. A fines de los años 90, la USGA entabló una demanda a la fábrica de palos Ping por la profundidad de las ranuras en la cara de los palos de esa marca. Al cabo de unos meses el pleito terminó en un acuerdo de partes y todo siguió igual. Las cifras económicas astronómicas que mueve la venta de equipamiento de golf hacen difícil que en el corto plazo pueda aprobarse algún tipo de regulación.
¿Dónde se podrá jugar?
Como consecuencia de las largas distancias que alcanzan los jugadores, un problema que se presenta es definir las canchas donde se van a jugar los majors, salvo el Masters de Augusta, que tiene su sede fija. Lo mismo ocurre con la Ryder Cup, el enfrentamiento entre Estados Unidos y Europa.
El British Open, el campeonato de golf más antiguo del mundo, que se juega desde 1860, se ha disputado hasta el momento en 14 canchas, en las cuales han rotado sus 146 ediciones. Pero la realidad muestra que de esas 14, solo 10 continúan albergando al Abierto Británico, porque son las únicas que pueden acompañar las distancias que se alcanzan hoy en día. El Prestwick Golf Club, ubicado en Escocia y sede del primer British Open, por ejemplo, ya no está en la rotación, mientras que el Carnoustie Golf Links, que será sede de la edición 147 del British Open a partir del próximo jueves, tiene 7.402 yardas de longitud y es par 71.
El Abierto de los Estados Unidos sufre una situación muy similar: de los 10 campos que fueron sede del campeonato en las últimas 10 ediciones, la mayoría se repetirán en la próxima década de acuerdo con el calendario dado a conocer por la USGA.
El Shinnecock Golf Club de Nueva York, sede del último US Open, ya había sido sede diez años atrás cuando el sudafricano Retief Goosen fue el ganador. Más allá de posiciones de banderas complicadas y altura del rough, para la edición de este año se le agregaron 500 yardas al trazado, con la remodelación de 17 tees de salida buscando tener mayor longitud. Así se llegó a las 7.445 yardas del recorrido con par 70, donde se destacaban claramente el hoyo 14, un par cuatro de 519 yardas, y el hoyo 16, un par cinco de 616.
La cancha del Augusta National también ha tenido que adaptarse a las nuevas distancias con el correr de los años; su última gran reforma, realizada por el arquitecto Tom Fazio, la llevó a medir 7.432 yardas frente a las 6.800 del diseño original de Bobby Jones y Alister Mackenzie. En el ambiente se comenta que para el año próximo el Augusta National, donde el dinero no es problema, buscará comprar unos terrenos aledaños para poder extender el tee del hoyo 5 hacia atrás.
El campo más destacado en Uruguay de acuerdo al ránking bienal que realiza la revista norteamericana Golf Digest, es la del Carmelo Golf Club. Se trata de un trazado de 7.158 yardas par 72, que tiene como una de sus principales características la existencia de cuatro tees de salida en cada hoyo, a usarse de acuerdo con el nivel de juego de cada golfista.
Tanto el Club del Lago Golf como el Club de Golf del Uruguay, cuando fueron sede de campeonatos del PGA Tour Latinoamérica, debieron ajustar las distancias y el par de la cancha para cumplir con los requisitos del circuito latinoamericano. En el Club del Lago Golf los hoyos 4, 6 y 18, los tres pares cinco, pasaron a jugarse como pares cuatro, bajando el par de la cancha a 70 golpes. En Punta Carretas —el hoyo 9 el más largo del trazado (502 yardas)— pasó a ser par cuatro, bajando el par del campo a 72 golpes.
El aumento de la distancia
De acuerdo con estadísticas del PGA Tour de Estados Unidos, el principal circuito de golf del mundo, en el año 2000 solo dos jugadores (John Daly y Tiger Woods) promediaban 290 yardas. En esa temporada, Daly terminó con un promedio de 301 yardas, mientras que Woods lo hizo con 298.
En la temporada pasada, 141 golfistas tenían de promedio 290 y 54 de ellos estaban por encima de las 300 yardas. En lo que va del año, el estadounidense Trey Mullinax es el pegador más largo del tour, con 318 yardas de promedio, seguido por el irlandés Rory McIlroy.
En el Champions Tour (golfistas mayores de 50 años) la realidad es la misma y, paradójicamente, muchos de los jugadores pegan hoy más que cuando estaban en plenitud. El líder en distancia es Fred Couples, quien a los 57 años pega, en promedio, 300 yardas, mientras que a los 30 años su distancia era de 272 yardas.
A la tendencia de palos y pelotas con tecnología que permite golpes más largos con precisión, se suma que hoy los golfistas son verdaderos atletas que dedican muchas horas al gimnasio.
Tarde o temprano llegará el momento de una cierta regulación por parte de las entidades rectoras del golf a escala mundial, ya que canchas espectaculares han sido dejadas totalmente de lado por el famoso tema de las distancias.